sábado, 14 de marzo de 2015

Capítulo 40 de Dragonstones 1









LA FAMILIA DE LANA


   La noticia se difundió rápidamente por Longoria y los reinos de Mirania, Lipos, Váyonned, Búrds y Lándorf. La recompensa era muy tentadora, y el saber que con ello ayudarían a salvar sus reinos de los draconianos, alimentaba más aún las ganas de presentarse.
Silvan había mandado a cada uno, a personas de confianza de su ejército para supervisar cada reclutamiento.
Con todo, muchos intentaban hacer trampas, ofreciéndose, aún sin ser mayor de edad.

Fueron muchos los que se presentaron; incluso superaron las expectativas que en un principio esperaban. De modo, que los sacos de trigo que llevaron cargados en varias carretas a cada uno de los reinos, pronto se agotaron. Tuvieron que mandar a pedir más.
Pero ésto no fue un problema. Longoria tenía reservas suficientes para los dos próximos años.
Aunque en la capital no se recompensaba del mismo modo, los presentados también superaron con creces las expectativas.
Así que las personas que Silvan envió tuvieron mucho trabajo que hacer hasta reclutar a todos los que se presentaron.


Días después, los reclutados fueron llegando sucesivamente a Longoria. Tuvieron que montar un enorme campamento lleno de tiendas a las puertas sur de la ciudad para acogerlos a todos.
Por fin, el general Silvan hizo acto de presencia en el campamento. Cuando se reunió con los encargados de supervisar los reclutamientos, les preguntó a cada uno a cuantos habían conseguido reclutar… entre todos alcanzaban una cifra que jamás imaginó en uno de sus ejércitos: casi quince mil hombres. Sin embargo, presagiaba que no bastaría con tener un ejército tan numeroso, pues no sabían cuanto draconianos había, y si contarían con la ayuda de los dragones rojos.
De todas formas, ahora la realidad era otra. Debía darles a aquellos quince mil hombres que no sabían otra cosa que sus oficios, o trabajar la tierra, una instrucción mínima. Aún consiguiendo esto, su ejército no disponía de caballería, ya que no tenían caballos.

Y lo más difícil… como se las arreglaría para armar a aquellos hombres.


Con que fue a ver a su rey para informarle que el ejército ya estaba reclutado, y lo numeroso que era. Le preguntó también como lo iban a armar. Éste le dijo que no se preocupase. Con anticipación, él se había puesto en contacto con los enanos zenorianos, y les había dicho que les compraría todas las armas y armaduras que fuesen capaces de hacer hasta que volviese a ponerse en contacto con ellos. Los enanos aceptaron, y por lo que el rey sabía, ya podían equipar a más de diez mil soldados.

Con la tranquilidad de poder armar a sus hombres, Silvan junto a sus ciento veinticinco soldados longorianos comenzaron con la instrucción de los quince mil nuevos reclutados. Tardarían varios días en darles la instrucción mínima pero, esperaban que con ello fuese suficiente.




Lana le había dicho a su maestro que permanecería junto a él, hasta que éste se marchase. Para ella, ese momento había llegado. Eléndil partiría mañana. Se lo había contado días atrás. Ahora, se encontraba nerviosa. Antes que su maestro y ella iniciaran sus misiones, quería hablar con Silvan y visitar también a su familia. Así, que buscó el momento apropiado. 
Éste acababa de terminar una de sus instrucciones diarias cuando ella fue al campamento que habían improvisado en las afueras de la ciudad. Se acercó hasta su tienda, y avisó a los guardias que custodiaban la entrada. Minutos después, éstos la dejaron pasar.
Cuando entró, Silvan acababa de darse un baño. Estaba aún secándose el torso... de cintura para arriba estaba desnudo.
 -Perdón. Los guardias no me informaron. Si quieres, salgo un momento mientras terminas de vestirte -dijo ruborizada, y con la cabeza gacha.
 -No hace falta. Si les dí permiso para que pasarás es porqué no me importa. Has venido a verme, y yo estaba deseando verte también. Por cierto, te encuentro algo nerviosa. ¿Quieres decirme algo verdad?
 -Verás Silvan, sabes que Eléndil me pidió que en su ausencia fuera a aprender magia con una amiga suya. También te conté que no iría hasta que se marchase a visitar a Bermelión, el líder de los túnicas grises… Pues mañana iniciará su viaje, y yo también. Durante estos días no me he atrevido a contártelo, pero no quería marcharme sin decírtelo, y sin volverte a ver -en ese momento a Lana le resbaló una lágrima por la mejilla. Silvan, muy oportuno, la recogió con su dedo, y luego abrazó y besó a Lana apasionadamente.
Tras unos instantes, en los que ambos se sintieron más unidos que nunca, Silvan le rebeló:
 -Yo también he querido contarte algo. Durante estos días, he pensado mucho en ti, en nuestra relación, y en el momento al que los distintos reinos se enfrentan.
Estamos en continuas guerras con el enemigo. No sabemos cuando acabará esto, ni de qué modo. Pero sí sabemos lo que sentimos el uno por el otro. Por eso, pienso que debemos vivir el instante; y que no debemos esperar más. Creo que ha llegado el momento -Silvan se arrodilló y cogió la mano de su amada-. Ahora, aquí en nuestra tierra, la tierra donde nacimos, te pido que si logro sobrevivir a la batalla con los draconianos; cuando vuelva… te cases conmigo.
A Lana volvieron a resbalarle las lágrimas, pero ahora por ambas mejillas, y de alegría. Entonces, fue ella quién se abrazó a él y lo besó apasionadamente.
 -Sí. ¡Claro que sí! -le respondió, radiante de felicidad.


   
Horas más tarde, Lana fue a visitar a su familia. Vivían al nordeste de la ciudad; en la zona dedicada al pueblo. Sin embargo, era una de las mejores viviendas del lugar.
Llevaba un tiempo sin visitarlos. Durante los dos años de tregua que habían tenido, había dejado a su maestro, para ir a verlos en varias ocasiones.
La maga recordaba sus años de infancia, cada vez que paseaba por la calle donde se encontraba su casa. Había nacido y se había criado allí, jugando con sus hermanos y sus amigos; pero su padre murió muy pronto, en una de las primeras batallas contra el tirano, hace más de dieciséis años. Entonces tenía doce. Al faltar el dinero en su casa, ella y sus hermanos tuvieron que buscarse un trabajo, un oficio o algo con lo que ganarse la vida. Tras desechar muchas otras cosas, al año siguiente, Eléndil la acogió como su alumna al ver el empeño que la chica ponía en aprender, y las buenas aptitudes que tenía para la magia.

Por fin llegó a su casa. Llamó a la puerta, y enseguida abrieron. Era su madre, una mujer de cincuenta años con el pelo bastante canoso, recogido en un moño. En su juventud, lo había tenido del mismo color que ella. En cierto modo, se parecían mucho. Tenía el mismo color de ojos y ambas eran bastante obstinadas en lo que se proponían.
 -¡Hola mamá!
 -¡Hola hija! ¡Qué alegría! -dijo, mientras se abrazaban efusívamente y se daban un beso.
 -¿Por qué no avisaste qué ibas a venir? Hubiera preparado algo especial, y hubiese avisado a tu hermana, para que viniese.
 -Tranquila mamá. Iremos ahora las dos juntas al mercado a comprar algo. Por lo de mi hermana, no te preocupes. Le dí unas monedas al chico de la vecina para que fuese a darle el mensaje. Para cuando la comida esté preparada, habrán llegado. Y mi hermano, ¿vive aún aquí?
 -Sí, pero aún no ha llegado del trabajo. Si quiere conseguir una casa que ofrecerle a su prometida, tiene que echar horas extras. Pero estoy segura que llegará antes que tu hermana.
 -Bueno si es así… vayámonos al mercado.

Tardaron un buen rato en hacer las compras, porque no escatimaron gastos. Cenarían pavo asado con almendras, e iría acompañado de buen vino y una tarta de mazana que la madre de Lana tenía previsto preparar para postre.
Estuvieron toda la tarde preparando la comida, y contándose cosas. Cuando casi habían acabado, llegó Joyce, el hermano de Lana. Era el menor de los tres hermanos. Tenía veintitrés años, cinco menos que ella.
Tras saludar a su hermana y su madre, se fue a dar un baño.

Poco después, llegaron Kesha, la hermana de Lana, y su marido Peter. Ambos llevaban casados tres años, pero aún no habían decidido tener hijos. Era mayor que Lana. Tenía treinta años. Al contrario que su hermana, ella se parecía a su difunto padre. Tenía el cabello y los ojos oscuros. Joyce, sin embargo, tenía una mezcla de ambos… el pelo castaño oscuro y los ojos verdes.
Kesha ayudó a poner la mesa, y cuando estuvo preparada, todos se sentaron a comer.
 -¿Qué tal te va con tu novia? -Preguntó Lana a su hermano.
 -Bien. Sólo qué su padre se ha ofrecido al ejército, para asegurarle el futuro a ella.
Dicen que esos draconianos son unas bestias horrendas, y muy peligrosas, y Crýstal está muy preocupada por él. Dime Lana, ¿tan peligrosas son?
 -Según he oído sí. Pero el rey no está planeando enfrentarse a ellos sólo con el ejército longoriano; está buscando ayuda exterior.
 -¿Qué tipo de ayuda? -preguntó Peter.
 -Sólo sé que mi maestro irá a visitar al líder de los túnicas grises. Pero creo que no será la única ayuda que podamos recibir. Bueno… cambiemos de tema, ¿para cuando os decidiréis a tener hijos? Tengo ganas de ver correr por aquí a mis futuros sobrinos.
 -Quizá, cuando todo esto pase. No son buenos tiempos para traer al mundo una nueva vida.
La familia siguió charlando, contándose sus cosas y recordando viejos tiempos. Supieron que la visita de Lana era porque mañana se iría de nuevo a aprender ilusionismo con una nueva maestra, durante la ausencia de su maestro. Dejó la noticia de su posible futura boda con el general Silvan para el final. Todos se pusieron muy contentos y se alegraron por ella. Aunque les dijo que todo dependía de lo que sucediese en esa batalla con los draconianos.
Al final de la noche, tras celebrarlo con bebida. Todos le pidieron que les mostrase los últimos trucos de ilusionismo que había aprendido. Ella no los defraudó y le mostró algunos. Estuvieron divirtiéndose hasta muy tarde…

…A la mañana siguiente, se despidió de su madre y de su hermano Joyce. De su hermana Kesha y su cuñado Peter, ya lo hizo la noche anterior.
Enseguida, marchó a buscar a su maestro. Éste la estaba esperando en su casa. Mientras su alumna llegaba, recogía las últimas cosas que iba a llevar consigo.

Pronto, alguien llamó a la puerta. Debía ser ella.
Así fue… cuando la abrió, se encontró con Lana.
 -Hola. ¿Dónde te habías metido? Tengo que marcharme… y no quería hacerlo sin despedirme de ti.
 -Ayer fui a ver a Silvan, y más tarde a mi familia. He estado con ella, hasta hace una hora.
 -Antes de irme, quiero decirte que aproveches todo el tiempo que pases con Edna. No aprenderás ilusionismo con nadie tanto como lo harás con ella.
Pero quiero pedirte un favor. No he tenido tiempo de organizar mi biblioteca privada. He estado buscando algunos hechizos olvidados entre tanto libro… y todo ha quedado desordenado. Además, hay mucho polvo en la biblioteca, y necesita que alguien la limpie un poco. Si quisieses hacerlo, te dejaría que leyeras mis libros de ilusionismo…
 …Solo te llevaría unos días, e irías más preparada cuando vayas junto a tu nueva maestra.
 -No te preocupes. Dejaré tu biblioteca como los chorros del oro. De paso, no desaprovecharé la oportunidad que me das. Seguro que aprenderé algo de esos libros.
 -Bueno… ha llegado el momento de la despedida. Adiós querida alumna.
 -Adiós, maestro. Cuídate. No sé porqué, pero si has tenido que volver ha aprenderte hechizos que habías olvidado, es porqué tu viaje es peligroso.
 -Estás en lo cierto. Bermelión vive en una torre en lo más profundo del bosque de ignion; y en ese bosque viven criaturas asombrosas, algunas de ellas increíblemente hermosas, pero otras, terriblemente peligrosas -tras esta declaración, Eléndil fue a por su caballo, y tras colocar sus cosas, se subió a él, y dejó a Lana.


Se dirigió hacia las puertas del norte de la ciudad.
Una vez salió por ellas, solo le quedaban dos caminos para llegar al bosque de ignion. Uno lo había descartado desde el principio; pues tendría que rodear el bosque iluminado y las montañas de los halcones gigantes por el norte, algo que le supondría pasar por territorio enemigo… porque Sunesti aún estaba dirigida por los guerreros del caos, y Káslav, situada justo al lado del bosque de ignion, también.
Hace poco, se había enterado de la terrible enfermedad de Almare, el rey de los elfos. Así, que decidió ir a visitarlo, ya que el camino que le quedaba para llegar al bosque de ignion era atravesar el bosque iluminado y el valle de los unicornios… y los elfos siempre habían sido sus amigos. No obstante, ellos fueron los que le dieron el nombre por el que se le conocía: Eléndil, que significa, amigo de los elfos.

Muy pocos recordaban como se llamaba en realidad, Soliman.

Eléndil tardó unas horas en llegar a Silvanya. Por suerte para él, los elfos aún no habían iniciado su viaje. Sólo habían puesto sobre aviso a sus primos de la isla de Valyon, con una paloma mensajera; para que tuviesen un barco en Búrds, esperando su llegada. El mago se encontró un rey silvano muy desmejorado, con respecto a la ultima vez que lo vio. Intentó ayudarlo en lo que pudo, con pociones y hechizos, durante las horas que estuvo en el hogar de los elfos silvanos; luego, reemprendió su viaje y dejó a los elfos terminando sus preparativos para partir hacia Búrds.

El hechicero atravesó tranquilamente en su caballo el bosque iluminado. Aquel bosque era el más hermoso que existía; y quería saborear cada paso que daba en él.
Una vez lo cruzó, se encontró con el valle de los unicornios… y si el bosque iluminado era el más hermoso, aquel valle también era el más bello de todos los valles.
Al encontrase entre dos bosques, y dos zonas montañosas, la luz incidía en él de forma única. La hierba era de un agraciado verde, y había todo tipo de flores que llenaban aquel valle con colores de distintos tonos. Y por supuesto, estaban los unicornios. Magníficos y mágicos… los había de muchos colores, tanto como los de los caballos. Pero los unicornios estaban dotados de una belleza más sublime. Eléndil como buen mago, percibía la magia que habitaba en aquél valle, y sentía que aquellos animales, en aquel sitio, estaban protegidos del mal. Nada allí podía hacerles daño. De modo, que se alegró por ello.
Al fin, cruzó aquel valle…


Frente a sí, tenía aquel bosque que tanto respeto le daba… el bosque de ignion.   



6 comentarios:

  1. Se va organizando el ejército longoriano, por suerte. Ojalá puedan enfrentarse sin miedo a los draconianos, aunque será una batalla diíficl. ¡Vaya! ¡Vaya! Silvian se propuso matrimonio a Lana. Gran motivación tienen ahora ambos. Je, je, je. La familia de Lana me resultó simpática.

    Hay que ver que sucederá en el bosque de ignion con Eléndil, algo me dice que habrá alguna pequeña aventura... o tal vez estoy divagando. Je, je, je.

    Falta poco para el final de esta parte... ¡Cielos! ¡Qué emoción! Y qué pena :-( Je, je, je. ¡Saludos!

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    1. Sí, poco a poco, se va organizando. La batalla será muy dura.
      Sí, le propuso matrimonio ya que durante los años transcurridos desde la última batalla, la relación se afianzó.
      La motivación será mucha para ambos, Silvan en la batalla, y Lana junto a su nueva maestra, Edna.
      La familia de Lana es entrañable.
      Ahora mismo no recuerdo que sucedía en el bosque de ignion muy bien, pero algo de razón creo que llevas.
      Como dices falta poco. Siete capítulos exactamente para que termine Dragonstones 1. La Piedra Multicolor. Y la verdad que paunque es emocionante, es una pena. Pero, tranquilo, cuando acabe de escribir el primero de Érdwill, me pondré con el segundo de Dragonstones.
      ¡Saludos!

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  2. OOOOOOOHHHHHH ¡QUE BONITOOOOOOOOOO! Me encanta lo de Silvan y Lana, ay ^^
    "¡Mamá, que me caso!" me vas a permitir comentarte que cuando hablas de la mañana siguiente a la cena de Lana con su familia por un momento me esperé algo como "A la mañana siguiente, Lana tenía una resaca monumental...".
    Me encantan los unicornios ^^
    Saludos.

    PD.: Y a riesgo de hacer spam... ¡adivina quién ha llegado a los 100 subscriptores! :D

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    1. Sí se casan. Esperemos que todo vaya bien.
      Jajaja. Pues ni se me había ocurrido. Será porque yo no me he emborrachado nunca en mi vida. Sí, creértelo, porque es verdad. Eso no quiere decir que no beba de vez en cuando alcohol, pero controlando.
      Sí, los unicornios, son preciosos.
      Saludos.
      Felicidades. Ya lo sabía, porque lo vi en Google+ y le di a me gusta. También entre a ver la entrada pero no dejé ningún comentario porque quiero seguir el orden por donde me quedé. Ya has dejado de ser ahijada de Gin ahora eres tú quien debe buscar una.

      PD: Gracias por visitar y comentar en mi blog, en mi día.
      Perdóname si últimamente no me paso por tu blog, tengo muchas cosas pendientes y casi no tengo tiempo. Estoy pasandole una última corrección a las entradas de Dragonstones y poniéndoles imagen desde el primer capitulo. También estoy escribiendo un nuevo capítulo de Érdwill, y además, estoy preparando una serie de relatos que voy a escribir a dos manos con una compañera bloggera, Carmen de Loma. Así, que casi no tengo tiempo para pasarme a leer entradas de ningún blog. Espero poder remediarlo en cuanto pueda.

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  3. ¡Hola José!

    Ya estoy por aquí de nuevo :)

    Qué capítulo más tierno, con Lana visitando a su familia y con la escena tan romántica de la pedida de mano. Espero que puedan casarse.

    Así que, Elendil ya ha iniciado su viaje, ¿no? Por cierto, has descrito el valle de una forma que me he muerto de envidia por no ser yo quién esté en ese lugar. Pasear por él y sentir la magia del lugar. Ver a los unicornios pastar... En fin, perderte y no pensar en la realidad.

    Me ha gustado mucho :) Mañana me tendrás de vuelta, que hoy ya se me ha hecho tarde. Un abrazo.

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    1. Hola Carmen.
      Que grata sorpresa.

      Este es un capítulo que nos da a conocer un poquito el personaje de Lana. Me alegra que te haya gustado la pedida de mano.
      Eléndil inició su viaje, Silvanya, El Valle de los Unicornios, lugares maravillosos y mágicos, y ahora... el bosque... veremos como le va.

      Gracias. Te estaré esperando con ilusión.

      Un abrazo tierno como el capítulo.

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