LA
FELICIDAD HA VUELTO
Muchas
cosas pasaron durante el mes siguiente al término de la guerra…
Una
vez se ocuparon de los muertos y los heridos, los días sucesivos
en Longoria, fueron especiales porque… una parte de los dragones
verdes se marchaba de nuevo a su tierra. Aunque, los que habían
servido de montura al grupo, no lo harían, por el momento.
Todos
se encontraban en las puertas del sur de Longoria aquella mañana.
Había pasado una semana desde que terminó la guerra. Y allí, ante
todos, se encontraban dos grupos de dragones: el que se marchaba, y
el que aún se quedaba.
Ázumack,
su
líder, les
dijo:
-Partid
hacia nuestra tierra. Pronto nos volveremos a encontrar. Cómo nos
gustaría a nosotros poder marchad también. Pero, aún tenemos que
llevar a nuestros jinetes a Silvanya, después que los elfos silvanos
regresen a su pueblo.
-Os
estaremos esperando. Hasta entonces -expresó uno
de los
que se marchaban.
-Corta
será la espera Ázumack. Pronto podréis partir a vuestra tierra
-intentó
tranquilizarlo Silvan.
Y
dicho esto, uno de los grupos de dragones verdes se elevó del suelo,
para volar hacia el este. Mientras, tanto longorianos como elfos se
despedían de ellos agitando los brazos.
En
la siguiente semana, antes que los altos elfos se marcharan a la isla
de Loft; tanto los longorianos, los elfos silvanos, como
ellos,
se reunieron en un concilio, y acordaron una alianza entre los tres
reinos… para ayudarse en tiempos de guerra.
En
ella estuvieron presentes: el Rey Mónckhar, ya recuperado, y el
príncipe Ántrax, por parte de Longoria; el Rey Almare, por parte de
los elfos silvanos, y el general Vanya, por parte de los altos elfos.
Tras
esta alianza, fueron estos
últimos
los siguientes en partir, hacia sus tierras. La despedida no fue muy
emotiva. Pues los altivos elfos no eran muy dados a mostrar sus
sentimientos. Pero, sí recibieron con mucho cariño los
agradecimientos por haber acudido a ayudar a Longoria, por propia
iniciativa. Así que los dos mil quinientos que aún quedaban, partieron volando en
sus pegasos hacia la isla de Loft.
Su
Rey,
Eldaron, ya esperaba su vuelta. Ya que había observado todo
acontecido
hasta el momento, en su espejo mágico élfico. De modo, que hizo los
preparativos, para que fuesen
recibidos como se merecían.
En
la tercera semana, el general de los elfos silvanos, Máblung, por
fin se recuperó de sus heridas. De
manera, que ya
sólo quedaba Isilion malherido.
Una
mañana, sucedió algo que alegró enormemente a Mialee...
Su
amado, que
había recobrado la
conciencia una
semana después de la guerra;
no recobró entonces
la
vista, e
incluso
hasta hace dos días había tenido los ojos vendados.
...Aquella
mañana, se despertó diciéndole
entre lágrimas de alegría:
-¡Puedo
verte!
Ella
que había estado junto a él desde que lo hirieron y, que sólo se
había separado de él breves instantes, en contadas ocasiones, no
pudo reprimir su alegría y lo abrazó con todas
sus fuerzas,
regalándole
un beso lleno de amor.
Luego,
hizo llamar a su padre…
Cuando
el Rey Almare llegó y vio que se le
había curado la ceguera,
también se alegró.
Entonces,
Mialee e
Isilion,
se
sinceraron con él, y le contaron
lo que sentían ambos el uno por el otro; y
él
le pidió casarse
con ella.
El
Rey Almare se sorprendió un poco… no de lo que le dijeron, ya que
había intuido los sentimientos por parte de ella.
Sino, del atrevimiento, la entereza, y la sinceridad con la que
Isilion le pidió la mano de su hija. La que algún día sería reina
de Silvanya.
-Veo,
que en verdad, tus palabras son sinceras. Además, tu valía tanto en
la búsqueda de la piedra verde como en la guerra, y tu valentía a
la hora de pedírmelo,
merecen mi respeto.
También,
creo que junto a ti, mi hija será muy feliz; pues, he visto cuanto
te ama y ha sufrido por ti, durante tu convalecencia.
Así que… te concedo la mano de mi hija.
Dentro
de unas semanas, cuando volvamos a nuestro pueblo… ¡se celebrará
la mejor boda que en Silvanya se haya visto! -terminó exclamando Almare.
-Gracias
padre -se expresó la princesa Mialee en idioma élfico, abrazando a
su padre.
-Estoy
deseando verte vestida de novia. Estarás hermosísima.
Días
más tarde… transcurrido un mes desde que terminó la guerra; tanto
Isilion como el resto de heridos, se habían restablecido totalmente,
y las salas de curación quedaron vacías.
Ahora
sí, era momento para alegrías.
El
grupo aprovechó para dar vueltas en los dragones verdes y disfrutar
de los paisajes que rodeaban la ciudad de Longoria. El día
siguiente, sería un día importante y largo, pues se celebraría
una fiesta en la que durante la mañana al grupo de héroes se les
reconocería los méritos por conseguir la piedra verde, y por vencer
a las fuerzas del mal. Luego, en la tarde, se celebraría un gran
banquete en honor, también, a la última noche que los elfos
silvanos pasarían allí.
Se
haría alrededor de palacio; situando las mesas en la calle circular
que lo rodeaba. Y, por último, ya entrada la noche, se realizaría
un baile, ya
dentro, con ropas de gala.
A
la mañana siguiente, la calle principal, que iba desde las puertas
del sur de Longoria hasta palacio… estaba atestada de gente que
querían ver la entrada del grupo de héroes. Asimismo, las murallas
estaban llenas de soldados longorianos que vitoreaban a los héroes al entrar por las puertas. Éstos, aunque vestían ropas de guerra…
no llevaban ni cotas de mallas, ni armadura. Las
ropas actuales eran
mucho más vistosas que las anteriores. Se las habían hecho para
esta ocasión especial. Del mismo modo, sus monturas: los caballos,
los unicornios, y el pony, habían sido lavados, peinados y
aceitados.
Como a sus jinetes, los vistieron para la ocasión, excepto a los
unicornios, que nunca llevaban nada encima, aparte de ellos.
Primero,
iban volando, a baja altura, los ángeles, Ilene
y Láslandriel;
uno a cada lado de la calle, encabezando el grupo junto a Silvan, que
montaba su caballo marrón oscuro, y Kevin, que montaba su unicornio
color ocre. Tras ellos, iban Susan
y Éric,
montados en los
suyos, el
blanco
y el
negro.
Luego, Lana
y Eléndil,
montados en sus caballos. Seguidos de Mialee e
Isilion,
montados en sus unicornios: el
de ella de color marrón, y el
de él
color cobrizo con las crines y la cola de color crema.
Detrás, marchaban Tristan en su caballo robusto, y Gúnnar en el
pony. Y por último, Alan e Éaguer, ambos en caballos (el
antiguo Señor de la Guerra de los jinetes del caos
montaba el que antes llevaba Justin).
Las
gentes los aclamaban… y desde los balcones de las casas junto a la
calle, les lanzaban pétalos de todo tipo de flores.
Por
fin, llegaron hasta palacio, dónde los esperaban desde arriba de las
primeras escaleras: los reyes de Longoria, Mónckhar y Thora, su hijo
Ántrax, y el Rey Almare y el general Máblung de Silvanya.
A
todos les reconocieron sus méritos, y les hicieron regalos reales.
Tras esto, se lanzaron palomas blancas en señal del termino de la
guerra, al cielo azul de aquel día despejado, dónde los tres soles:
el amarillo, el blanco y el rojo, lucían en lo más alto.
Luego,
se inició el banquete dónde todos comieron y bebieron todo lo que
quisieron de las mejores exquisiteces, y rieron como no lo hacían
desde hacía
mucho tiempo.
Cuando
oscureció, y las dos lunas, la blanca y la gris, junto a las
estrellas inundaron de luz aquella noche, se lanzaron fuegos
artificiales de mil colores, y todos se quedaron a verlos, antes de
entrar a palacio.
Antes
del baile, todos cambiaron sus ropas por otras elegantísimas para la
ocasión; y comenzaron una noche, en la que bailaron juntos: los
reyes de Longoria, Isilion y Mialee, que también bailó con su
padre, Ilene
y Láslandriel,
Lana y
Silvan…
y hasta Kevin y Susan, que bailó, también, con su hermano Éric.
La
mañana siguiente a la fiesta, todos se levantaron tarde. Y los
quinientos soldados del ejército de los elfos silvanos; comandados:
por el general Máblung, junto al Rey Almare, a su hija Mialee, e
Isilion; se despidieron de los longorianos. La
princesa
y su padre marcharon en los unicornios, ya que su
prometido
le dejó el suyo al rey. Los demás fueron a pie hacia el bosque
Iluminado, para preparar en Silvanya, la boda élfica.
Unos
días después, cuando los preparativos de la boda se habían hecho;
partieron en sus caballos: el Rey Mónckhar y la Reina Thora de
Longoria, junto a su hijo Ántrax… con una pequeña escolta, y la
dama de compañía de la reina, Erwlyn.
Y
un día después, que estos… partieron montados en los dragones
verdes, a los que ya les habían puesto silla de montar, el grupo de
héroes. Entre ellos, volaban
los ángeles Ilene y
Láslandriel.
Cuando
todos llegaron a Silvanya, les quitaron las sillas y se despidieron
de los dragones con mucho cariño. Silvan le
agradeció la ayuda prestada a su líder Ázumack. De modo, que éstos partieron para reunirse con sus
compañeros, en su
tierra.
Unas
horas después, comenzó la boda silvana. La mayoría vestían las
ropas que habían utilizado en el baile de Longoria. Sin embargo,
Mialee e
Isilion vestían
ropas más hermosas, aún.
La
princesa elfa estaba radiante, con un vestido hecho por las pequeñas
hadas del bosque iluminado. Sus cabellos estaban semirrecogidos, y
varias trencillas caían de su cabeza. Una diadema la cubría, y
pequeñísimas flores adornaban sus cabellos y su vestido
blanco-esmeralda. Una delicada luz emanaba de éste, producto de la
magia de las pequeñas hadas.
Isilion
no llevaba
nada especial en la cabeza… a pesar de ello, Mialee pensó que
estaba más guapo que nunca.
Con
el intercambio de alianzas, se culminó el enlace; al que asistieron
además de los elfos silvanos… los hombres longorianos, los ángeles
Ilene y
Láslandriel,
el bárbaro Tristan, el enano nórdico Gúnnar Ódegaard, las
pequeñas hadas, los wíngedelfs (o duendes alados), las dríades,
los duendes, y los gnomos. También, asistieron un gran número de
animales, y pequeños pájaros cantores.
Tras
éste,
vino un banquete propio de elfos. Y luego, comenzó la música y el
baile. En ésto, eran expertos, pues amaban el arte, y había entre
ellos muchos: músicos, trovadores, bailarines, saltimbanquis o
bufones.
La
boda, y la fiesta de después, fueron un enorme éxito.
Entre
ella
se
encontraban: Susan,
Kevin,
y
Éric,
que no pudieron evitar hablar sobre su llegada al mundo de Shakával.
Recordaron
con añoranza que pertenecían a otro mundo, La Tierra. Y que allí,
habían dejado a sus familias, que no sabían nada de ellos desde
aquel día en que La Piedra Multicolor los transportó a este mundo.
Hablaron además, de las aventuras y peligros que habían vivido
buscando la primera de las Dragonstones; y de cuando lo consiguieron, que tuvieron que acudir con los dragones verdes para salvar a Longoria de una
guerra, en la que vencieron.
Ahora
estaban en paz; pero en el futuro, tendrían que buscar las
Dragonstones que quedaban, para poder volver a su mundo… y para
salvar Shakával, de las fuerzas del mal, y de su líder, Ízmer.
Perdón a todos, pero no pude colgarlo el viernes como suelo hacer.
ResponderEliminarQué bonito, ha vuelto la calma ^^
ResponderEliminarAunque lo de ponerle sillas de montar a los dragones no me ha convencido me alegro mucho de que Isilion y Mialee se hayan casado, me encantan las bodas. Como esperaba que pasara al final de la trilogía me ha alegrado más.
Un saludo :)
Por fin un respiro.
EliminarAhora que mencionas lo de las sillas, veo que no son necesarias, y más si los dragones se marchan. Si hubiesen sido sus monturas durante mucho tiempo si sería lógico, no caí en ello cuando lo escribí.
Si esperabas que se casaran al final de la trilogía, es que ni te imaginas las aventuras y el tiempo que pasará hasta el final de ésta. Incluso si hubieses dicho al final de este libro, también sería muy tarde.
Irene he visto que has dejado dos entradas en tu blog... pienso pasarme por ellas, pero no hasta que termine de escribir el siguiente capítulo de Érdwill, porque tengo a sus seguidores en ascuas desde hace ya mucho tiempo, y ya me dan penita.
Saludos y abrazos, y felices fiestas.
Lo de las sillas lo decía porque parece que dominan a los dragones, y sigo con la mentalidad de que ellos son seres superiores que les están haciendo un favorcillo, que no están para servirles.
EliminarPues no, ni me lo imagino... ¿Cuántos capítulos tiene este libro?, creía recordar que estamos ya casi al final.
No te preocupes, sin prisa ^^
Igualmente :)
Tiene 47 capítulos.
EliminarI'm back! Jue, je, je, je. Por fin! Ya era hora. Je, je, je. Por desgracia era un capítulo tranquilo. No digo que sea malo, pero después de haber esperado tanto para leer creí que me encontraría con un poco de acción. Je, je, je. No obstante, esto es la calma antes de la tormenta. Oh, sí...
ResponderEliminarEspero ponerme al día pronto. (Tengo bastante que leer... Cuando uno está activo publican poco, pero cuando uno se va aprovechan... qué desgraciados ustedes! Ja, ja, ja, ja XD) ¡Saludos!
Es el final de la primera etapa en la búsqueda de las Dragonstones.
EliminarJajajaja. No seas malo. No te quejes tanto. Ahora tienes mucho que leer de todos tus blogueros.
PD: Se me acumulan muchas lecturas a mí, que sí he tenido internet, como no se te van a acumular a tí...
Oye sssshhhh. No digas nada de esto a los blogueros que seguimos en común. Llegará el día que nos pongamos al día.
Si tú no te chivas, yo tampoco. Jeje.
Bueno, parece que llegó la calma.
ResponderEliminarFinalmente, los dos tortolitos se han casado, ¿eh? jejeje Claro que sí (Lo malo es que ya lo sabía... Al ver los dibujos no me pude resistir y los ojos se me fueron... Y bueno, ya sabes, jeje Lo leí. ¡Pero no leí nada más! ¡lo juro! ^^)
Me ha gustado mucho. Sobretodo la imagen de Mialee con esa preciosidad de vestido.
Aunque aún les queda un largo camino por recorrer. Porque sin el resto de piedras, no pueden regresar, ¿no? Así que, mejor que no se tomen tantos descansos y que empiecen a trabajar ;)
Hoy sólo leo uno, sorry. Estoy un poco cansada y quiero irme a dormir tempranito. En lugar de cenicienta parezco más la bella durmiente... Soy una dormilona XD
¡Buenas noches! ¡Y un fuerte abrazo! :D
Jejeje Viste la ficha de Mialee de la enciclopedia, eh. No pasa nada... Estás perdonada.
EliminarSí, necesitan todas las piedras para regresar.
Cenicienta, la bella durmiente... Ninguna de ellas está a la altura de Carmen De Loma. :-)
Buenas noches. Abrazos.