viernes, 23 de mayo de 2014

Capítulo 1 de Dragonstones 1

   
         
                    
KEVIN, ÉRIC Y SUSAN

       
La historia de estos dos chicos y esta chica que según la profecía impedirán que Ízmer logre sus propósitos, comienza aquí, en el mundo de los humanos, en un caluroso día de junio, en la ciudad de Quincy, en el estado de Illinois, (Estados Unidos).


  
Kevin, un muchacho de quince años, estaba sentado en su pupitre escuchando a su profesora Lory; pero al mismo tiempo, no dejaba de mirar el reloj. Los minutos se le hacían interminables porque estaba deseando que sonara la sirena que daría por finalizado el curso de aquel año.
Estaba contento porque con las soñadas vacaciones tendría tiempo libre para divertirse junto a su mejor amigo, Éric; y junto a la hermana de éste, Susan.
Habían quedado para ir de pesca al día siguiente, a un río que se encontraba cerca de donde vivían sus abuelos, Samuel y Sara; en una casa de campo, algo retirada de la ciudad.



Llegó la hora de salir, y tras despedirse de su profesora y sus compañeros, recogió sus cosas y se marchó de clase con la intención de encontrarse con Éric. Se conocían de pequeños. Vivían cerca el uno del otro, y aunque era un año mayor que su amigo, siempre se habían llevado muy bien. Ambos tenían en común tres cosas: eran cariñosos, les gustaba divertirse a lo grande, y disfrutaban con buenas aventuras. Pero al contrario que su amigo, un chico inquieto y travieso, el tenía la madurez y sensatez necesarias para controlarse antes de cometer una locura.

Los dos tenían el pelo liso y rubio, aunque Éric lo tenía algo más oscuro, tirando a castaño; y algo más corto que Kevin, que lo llevaba a media melena. Pero no sólo se parecían en eso, también tenían el mismo color de ojos, azul turquesa. Aunque, no todo eran similitudes… el mayor tenía un tono de piel más oscuro que el más pequeño. Esté color  dorado, en contraste con su pelo rubio y su tono de ojos, le daba un singular atractivo que le hacía irresistible a ojos de las chicas.




A la salida del colegio, como Kevin imaginaba, su amigo y la hermana de éste, Susan, le estaban esperando. La chica era la más joven de los tres, con trece años de edad. Pero a pesar de ello, era más responsable e inteligente que ellos.
La muchacha, al igual que los dos chicos, tenía el pelo rubio y los ojos azul turquesa. Era muy guapa, y se sentía atraída por Kevin, porque lo veía un chico guapo y maduro para su edad. Además, tenía algo que era muy importante para ella… tenía un gran corazón; porque no podría ser tan amigo de su hermano, si no fuese así.



  Cuando se acercó a los chicos,  lo saludaron:
 -Hola -dijeron los dos hermanos.
 -Hola -contestó él, contento de verles.
 -¿Que tal tus notas? –le preguntó Susan.
 -Bien, ¿y vosotros? -les preguntó él, interesándose.
 -Mi hermana, la empollona, excelente como siempre -respondió    Éric, con algo de envidia, y luego con desánimo, prosiguió                                                                                                                                                                        -. Pero, yo he suspendido varias y tengo que recuperar en septiembre, si quiero pasar de curso. Aunque, no creo que consiga aprobar Mates, pues se me dan fatal y son un aburrimiento.
 -Ya verás, como lo consigues -le dijo, con intención de animarlo.
 -Sí, porque yo no quiero tener a este pelmazo en mi clase –dijo ella, con temor a las comparaciones que harían sus compañeros, al ver lo diferentes que eran en los estudios-. ¡Ni yo, a esta empollona! -replicó Éric, con una expresión de rechazo en su rostro. Kevin salió al paso, con la intención de calmar la situación.                                                                                                   
 -Bueno, olvidar el colegio. Hoy comienzan las vacaciones y mañana iremos al río a pescar, porque ¿no habréis cambiado de idea, verdad?
 -No, estoy deseando ir -dijo Éric, que estaba entusiasmado con la idea. Su hermana Susan, también estuvo de acuerdo, así que siguieron hablando de los preparativos para el día siguiente, y de lo bien que se lo iban a pasar.
Cuando terminaron la conversación, se despidieron y se marcharon a sus casas.



Llegó la noche, y los tres chicos no podían dormir…

Kevin, porque mañana vería a sus abuelos, a los que llevaba tiempo sin ver, debido a que vivían en el campo.
Éric, porque mañana lo pasaría en grande, explorando el bosque, e intentando pescar más peces que su amigo.
Y Susan, porque mañana estaría todo el día junto a su querido amigo. Se ruborizaba, sólo con pensarlo.
Al final, el sueño pudo con ellos y los tres se durmieron, plácidamente. Tanto fue así, que al día siguiente se quedaron dormidos y sus padres tuvieron que despertarlos.



Desayunaron bien, y recogieron todo lo que el día anterior prepararon. Luego, se reunieron a medio camino entre ambas casas, y se marcharon en el coche de los padres de Kevin.

Tras una hora de camino, llegaron a su destino. Era una casa de madera, muy acogedora; sobretodo, en invierno, gracias a una gran chimenea de leña que Samuel encendía. Junto a ella, todos se reunían y recordaban buenos momentos. La casa tenía una granja con muchos animales y un cercado con varios caballos muy dóciles. Debido, en gran parte, al tiempo que el abuelo les había dedicado.

Tras saludarlos y charlar un rato con ellos, Kevin les pidió permiso, para mostrar los caballos a sus amigos. El abuelo Sam se lo concedió, porque tenía la tranquilidad de que tanto su nieto como los animales no iban a crear problemas. Él, desde hacía un tiempo, siempre que venía a aquella casa había tomado por costumbre montarlos; y esta vez no iba a ser menos. Se subió en el que cabalgaba siempre, el mismo con el que el abuelo le había enseñado; y salió de la cerca. Había aprendido, en una temporada que pasó con ellos, mientras sus padres visitaban a su abuelo paterno, que estaba enfermo y que un mes más tarde murió. Después, cada vez que  volvía a verlos, mejoraba su forma de montar. Y en poco tiempo, llegó a hacerlo como lo hacía ahora. Tras salir de la cerca, Kevin dio un paseo alrededor de ésta. Éric y Susan, que lo estaban mirando, pudieron comprobar que su amigo era un consumado jinete; por lo que le pidieron a él y al abuelo Sam que les dieran unas clases de iniciación. Los dos accedieron, y enseguida comenzaron con ellas.
Como ambos era unos excelentes profesores, los chicos aprendieron rápidamente lo necesario para montar sin temor a caerse. Una vez, le hubo mostrado éstos, les enseñó el resto de los animales que había en la granja. Cuando terminaron de verla, era mediodía.

Los chicos hicieron una breve pausa para comer. Cuando acabaron recogieron rapidamente sus cañas y las cosas que necesitaban. Luego, se despidieron de los padres y los abuelos de Kevin, y se marcharon a pescar al río, montados a caballo.



Media hora después de adentrarse en el bosque, llegaron. Los tres bajaron de sus caballos y dejaron todo lo que llevaban en el suelo. Cuando los animales terminaron de beber, los ataron en un lugar donde tenían hierba fresca para comer, mientras ellos pescaban.
Los muchachos cogieron sus cañas y algunas cosas más, y se metieron en el río, por una zona donde el agua sólo les llegaba por encima de las rodillas.
Aunque cada uno utilizaba un anzuelo distinto, todos confiaban en pescar algo. Y así fue. Al cabo de unos minutos, Kevin pescó el primer pez. Mediría unos cuarenta centímetros. No era demasiado grande, pero era el único que había pescado algo.
Más tarde, Susan también pescó uno, pero este era enorme. Tuvo que hacer un gran esfuerzo para sacarlo, tanto, que cayó hacia atrás y se mojó parte de la ropa.
Su hermano y su amigo no pudieron contenerse y empezaron a reírse de la situación. Susan, al ver a Kevin se ruborizó; pero la situación cambió, porque al ver el pez que ésta pescó, fueron ahora los chicos los que se avergonzaron.
Tras hora y media, era Kevin quien había pescado más peces, aunque, ninguno se asemejaba al de Susan. Pero Éric no se dio por vencido y subió por una pendiente a una parte más alta del río, donde pensaba que habría más peces.

Cuando alcanzó la cima, vio algo que no esperaba, había una cascada que caía unos veinte metros.
 -¡Eh, chicos… venid a ver lo que he encontrado aquí!                                                            
 -¿Que has encontrado, Éric? Seguro que son peces... ¿verdad?        - preguntó Kevin.
 -No, es algo mejor. Es una catarata, y debe medir de quince a veinte metros -contestó Éric, entusiasmado.
Kevin y Susan subieron también. Al verla, quedaron tan impresionados como él. Éric decidió subir aún más arriba, para acercarse a ella. Llegó justo a su lado, y descubrió algo que le asombró aún más. 



Él siempre había deseado encontrar una, y ahora la tenía frente a sí.
 -¡Venid chicos, detrás de la catarata hay una cueva, no es estupendo!
Kevin y Susan quedaron sorprendidos por el descubrimiento, pero acudieron junto a él.
 -¿Cómo será la cueva por dentro? –le preguntó su amigo.
 -No sé, pero no pienso quedarme aquí sin saberlo -contestó Éric.
 -Pues a mi me dan escalofríos solo con pensar en entrar en ella. Pero haré, lo que Kevin decida -opinó Susan, esperando la respuesta de éste.
 -Por mi parte, apuesto por que entremos; pero antes, esperad aquí, junto a la entrada. Iré a por las cosas.

Kevin fue y recogió las mochilas. Éstas llevaban: cantimploras, comida, navajas, y linternas. También, los peces que pescaron. Pero dejó las cañas porque no creía que las necesitasen en la cueva. Luego, subió por la pendiente y regresó junto a sus amigos.
-Tomad vuestros peces y vuestras mochilas. Ah, sacad las linternas, las necesitaremos dentro.
Cada uno se colgó la suya a la espalda. Además, en una mano llevaban el recipiente con los peces, y en la otra, la linterna. Decidieron no perder mas tiempo, y entraron en la cueva.



Los muchachos avanzaron hacia el interior, iluminados por la luz de sus linternas. En un principio, no era muy ancha; pero sí, lo suficientemente alta para caminar de pie. Conforme avanzaban, enseguida notaron un frío y una humedad que iban en aumento. Poco a poco, la cueva se hacía más ancha y alta, hasta llegar a una apertura mayor, donde Kevin, que marchaba delante, se detuvo y dijo:
 -El pasadizo termina en una gruta. Id despacio, y mirad donde pisáis.
Éric y Susan llegaron hasta él. Después, los tres, allí parados, iluminaron la gruta con sus linternas; antes, de seguir adelante. Ésta tendría unos diez metros de altura. Estaba llena de estalactitas y estalagmitas, y en el suelo tenía agua. Además, el aire estaba muy húmedo y viciado. 
Al iluminarla más a fondo, descubrieron que por encima del agua había un puente formado por la erosión de la roca a lo largo de los años.
 -Sigamos adelante, no podemos retroceder ahora, sin haber visto antes el resto de la cueva -animó Éric a su hermana.
Armados de valor, se dispusieron a cruzar el puente. Mientras lo pasaban, vieron que al final de él había una entrada parecida a la que había cuando entraron en la gruta. Lo pasaron y llegaron a la nueva entrada. Entonces, se miraron entre ellos, y los tres pensaron lo mismo, (¿dónde les llevaría?).
La nueva era más alta que la anterior. La cruzaron, y siguieron por otro pasadizo más corto que el de antes. Poco después, llegaron al final… y había una cueva sin salida. Los muchachos la iluminaron y vieron que en el fondo de ella había una piedra transparente incrustada en la pared. Éric dijo entonces:
 -¿Qué hará una piedra sola en la pared de una cueva? Es raro, debe de haber más por el resto de la gruta.
Kevin y Susan la iluminaron toda, pero no había más piedras como aquella, ni ninguna del estilo.
 -Parece que sólo está ésta -indicó Susan a su hermano.
 -Acerquémonos para verla mejor -dijo Kevin, mientras la enfocaba con su linterna-. ¿No os parece extraño que se encuentre aquí, tan escondida, incrustada en la pared de roca, y que no haya ninguna más?
 -Sí, además parece como si estuviera puesta aquí a propósito para que alguien la extraiga.  ¿No os habéis fijado en sus bordes? No están incrustados en la pared. Creo que si utilizamos una navaja, la podríamos extraer con facilidad -opinó Éric, seguro de que estaba en lo cierto. Kevin sacó una navaja de la mochila y la introdujo entre la piedra y la roca. Al principio,  no se desprendía, pero poco a poco, ocurrió algo insólito… de sus bordes salió un haz de luz de hasta ocho colores: el verde, el azul, el rojo, el blanco, el negro, el bronce, el plateado, y el dorado.
Al verlo, se apartaron de ella por si ocurría algo peligroso. No iban mal encaminados, porque la pared de la roca comenzó a temblar, y enseguida, la piedra se desprendió, cayéndose al suelo. Los chicos esperaron para ver si ocurría algo más; y sucedió algo sorprendente… comenzaron aparecer palabras luminosas en la piedra. Así que fueron leyéndolas, una por una. Cuando éstas formaron una frase, la piedra cesó.
 -¿Habéis leído los dos lo mismo que yo? -preguntó Kevin.
 -Si no me he equivocado, la frase que he leído dice algo sobre si queremos descubrir todo el poder de La Piedra Multicolor, tenemos que tocarla -dijo Susan, que siempre leía bien y rápido en clase.
 -¿Qué hacemos chicos? -preguntó Kevin, indeciso, pues nunca se había encontrado en una situación como aquella.
 -Yo digo que la toquemos, sino lo hacemos, nunca sabremos que habría ocurrido -contestó Éric, que nunca rechazaba una oportunidad así.
Susan, que era más responsable y madura que su hermano, no estaba de acuerdo.
 -No creo que debamos tocarla. No sabemos que puede pasar si lo hacemos. Podemos correr un gran peligro, del que nos lleguemos a arrepentir.
Kevin no sabía que pensar, porque para él, los dos tenían algo de razón.
Tras meditarlo bien, dijo:
 -Creo que no es casualidad que hayamos descubierto esta cueva; como tampoco lo es que hayamos encontrado esta piedra. Lo pienso porque, como habéis visto, es mágica. Y si la magia ha decidido que seamos nosotros quienes toquemos esta piedra... por mi parte, digo que lo hagamos.
Los dos chicos pensaban lo mismo. Asi que, al ser mayoría, Susan no tuvo más remedio que aceptar. Aunque esta vez, no estaba nada de acuerdo con su querido Kevin.
Cuando se aproximaron a cogerla, aparecieron de nuevo palabras en ella, que decían esto: “No es necesario que todos toquéis La Piedra Multicolor, sino que basta con que forméis una cadena”
Susan se agarró entonces a su hermano Éric de la mano, y éste a su vez, a Kevin... que tomó la piedra.



Al instante, los tres chicos junto con la piedra desaparecieron… y la oscuridad se hizo en la cueva.                                        





13 comentarios:

  1. Muy interesante el primer capítulo. Nos introduces con facilidad en la trama. Aunque sí sería pulir o más bien suprimir las palabras repetidas en un mismo párrafo. A simple vista es lo que visto, si hubiera más te lo iré detallando.
    Saludos

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  2. Gracias Desirée. Suelo ir directo a la historia que quiero contar, no me gustan los escritores que se enrollan demasiado y al final no sabes ni que están contando. Ahora mismo sigo tu consejo y me pongo a mejorarlo. Jeje.

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  3. Ya lo he corregido y colgado de nuevo. Creo que está mejor.

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  4. Me ha gustado el primer capítulo. Parece una historia interesante y además los capítulos hasta ahora (incluyo el prólogo) no han sido demasiado largos, lo cual agradezco enormemente.
    El fallo que he encontrado, más que nada, es el de la puntuación: he visto comas en lugares donde no me parece adecuado que estén y algunos puntos suspensivos "extraños".
    Buen trabajo.
    Un saludo.

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    1. Irene me alegro que te guste. Como dices los capítulos no son demasiados largos, aunque como son muchos alguno que otro hay que sí. Los signos lingüisticos son mi perdición, aunque voy mejorando poquito a poco, lo mismo me ocurre con la expresión, pero soy peor en lo primero, sobretodo con las comas. Cuando tenga tiempo lo reviso a ver que tal. Un saludo.

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    2. Ya lo he revisado. He eliminado algunas comas,sustituido puntos suspensivos por comas, y cambiado palabras repetidas por sinónimos.

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  5. La aventura de Kevin, Éric y Susan acaba de comenzar... Ha sido muy interesante el capítulo y me muero por saber lo que encontraran en Shakával (perdón si no lo escribí bien). Es hora de ir al siguiente capítulo.

    ¡Saludos!

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    1. Espero que te siga interesando. He de decirte que esta historia mejora conforme avanzan los capítulos. Sí lo escribiste bien.

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  6. Un buen comienzo, sí señor. Ya conocemos a los tres protagonistas y, mira por donde, a uno se le dan mal las mates, como a mi XD
    Me ha gustado que explicaras algo de sus vidas antes de encontrar la piedra. Te ayuda a conocerlos un poco mejor.
    Bueno, ¡pues hasta el próximo! Ya entraré a ver la enciclopedia. ¡¡Aunque creo que no me voy a poder resistir!!
    Nada, me voy a ver tus dibujos, que sino la curiosidad no me va a dejar dormir... (soy peor que mi gato... me cachis....) jejeje
    Un abrazo fuerte ^^

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    1. Gracias.
      Jeje es verdad, a Kevin se le dan fatal las mates, a mi por cierto, se me daban muy bien.
      Sí, el conocer un poquito a los personajes ayuda.
      Gracias por pasarte por la enciclopedia. Me alegra que te gustasen los dibujos de los personajes.

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  7. Me ha encantado este primer capítulo, cómo has presentado a esos tres personajes que acaban tras variopintas situaciones en esa misteriosa cueva donde acontece lo mágico. ¡Continuaré con mucha ilusión tu historia!

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    1. Hola Victor.
      Primero gracias por seguir mi blog.
      Como sabrás ya sigo el tuyo desde hace tiempo, aunque no me paso por el tanto como me gustaría. Pero prometo que cuando tenga algo de tiempo, me doy una vuelta, leo, comento y comparto.
      No sé si viste el mapa y leíste el prólogo antes de este primer capítulo. Si no es así, te lo aconsejo.
      Me alegra que te haya gustado, y te ilusione.
      Un saludo.
      ¡Nos leemos!

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