KEVIN,
ÉRIC Y SUSAN
La historia de
estos dos chicos y esta chica que según la profecía impedirán que Ízmer logre
sus propósitos, comienza aquí, en el mundo de los humanos, en un caluroso día
de junio, en la ciudad de Quincy, en el estado de Illinois, (Estados Unidos).
Kevin,
un muchacho de quince años, estaba sentado en su pupitre escuchando a su
profesora Lory; pero al mismo tiempo, no dejaba de mirar el reloj. Los minutos
se le hacían interminables porque estaba deseando que sonara la sirena que
daría por finalizado el curso de aquel año.
Estaba
contento porque con las soñadas vacaciones tendría tiempo libre para divertirse
junto a su mejor amigo, Éric; y junto a la hermana de éste, Susan.
Habían
quedado para ir de pesca al día siguiente, a un río que se encontraba cerca de donde vivían sus abuelos, Samuel y Sara; en una casa de campo, algo
retirada de la ciudad.
Llegó
la hora de salir, y tras despedirse de su profesora y sus compañeros, recogió
sus cosas y se marchó de clase con la intención de encontrarse con Éric. Se
conocían de pequeños. Vivían cerca el uno del otro, y aunque era un año
mayor que su amigo, siempre se habían llevado muy bien. Ambos tenían en común
tres cosas: eran cariñosos, les gustaba divertirse a lo grande, y disfrutaban
con buenas aventuras. Pero al contrario que su amigo, un chico inquieto y
travieso, el tenía la madurez y sensatez necesarias para controlarse
antes de cometer una locura.
Los
dos tenían el pelo liso y rubio, aunque Éric lo tenía algo más oscuro, tirando
a castaño; y algo más corto que Kevin, que lo llevaba a media melena. Pero no
sólo se parecían en eso, también tenían el mismo color de ojos, azul
turquesa. Aunque, no todo eran similitudes… el mayor tenía un tono de piel más oscuro
que el más pequeño. Esté color dorado,
en contraste con su pelo rubio y su tono de ojos, le daba un singular atractivo
que le hacía irresistible a ojos de las chicas.
A
la salida del colegio, como Kevin imaginaba, su amigo y la hermana de éste, Susan,
le estaban esperando. La chica era la más joven de los tres, con trece años de
edad. Pero a pesar de ello, era más responsable e inteligente que ellos.
La
muchacha, al igual que los dos chicos, tenía el pelo rubio y los ojos azul
turquesa. Era muy guapa, y se sentía atraída por Kevin, porque lo veía un chico
guapo y maduro para su edad. Además, tenía algo que era muy importante para
ella… tenía un gran corazón; porque no podría ser tan amigo de su hermano, si
no fuese así.
Cuando se acercó a los chicos, lo saludaron:
-Hola -dijeron los dos hermanos.
-Hola -contestó él, contento de verles.
-¿Que tal tus notas? –le preguntó Susan.
-Bien, ¿y vosotros? -les preguntó él,
interesándose.
-Mi hermana, la empollona, excelente como
siempre -respondió Éric, con algo de envidia,
y luego con desánimo, prosiguió -. Pero, yo he suspendido varias y tengo
que recuperar en septiembre, si quiero pasar de curso. Aunque, no creo que
consiga aprobar Mates, pues se me dan fatal y son un aburrimiento.
-Ya verás, como lo consigues -le dijo, con
intención de animarlo.
-Sí, porque yo no quiero tener a este pelmazo
en mi clase –dijo ella, con temor a las comparaciones que harían sus compañeros,
al ver lo diferentes que eran en los estudios-. ¡Ni yo, a esta empollona! -replicó
Éric, con una expresión de rechazo en su rostro. Kevin salió al paso, con la
intención de calmar la situación.
-Bueno, olvidar el colegio. Hoy comienzan las
vacaciones y mañana iremos al río a pescar, porque ¿no habréis cambiado de
idea, verdad?
-No, estoy deseando ir -dijo Éric, que estaba
entusiasmado con la idea. Su hermana Susan, también estuvo de acuerdo, así que
siguieron hablando de los preparativos para el día siguiente, y de lo bien que
se lo iban a pasar.
Cuando
terminaron la conversación, se despidieron y se marcharon a sus casas.
Llegó la noche, y los tres chicos no podían dormir…
Kevin,
porque mañana vería a sus abuelos, a los que llevaba tiempo sin ver, debido a
que vivían en el campo.
Éric,
porque mañana lo pasaría en grande, explorando el bosque, e intentando pescar
más peces que su amigo.
Y
Susan, porque mañana estaría todo el día junto a su querido amigo. Se
ruborizaba, sólo con pensarlo.
Al
final, el sueño pudo con ellos y los tres se durmieron, plácidamente. Tanto fue
así, que al día siguiente se quedaron dormidos y sus padres tuvieron que
despertarlos.
Desayunaron
bien, y recogieron todo lo que el día anterior prepararon. Luego, se reunieron
a medio camino entre ambas casas, y se marcharon en el coche de los padres de
Kevin.
Tras
una hora de camino, llegaron a su destino. Era una casa de madera, muy
acogedora; sobretodo, en invierno, gracias a una gran chimenea de leña que
Samuel encendía. Junto a ella, todos se reunían y recordaban buenos momentos. La
casa tenía una granja con muchos animales y un cercado con varios caballos muy dóciles.
Debido, en gran parte, al tiempo que el abuelo les había dedicado.
Tras
saludarlos y charlar un rato con ellos,
Kevin les pidió permiso, para mostrar los caballos a sus amigos. El abuelo Sam se lo concedió, porque tenía la tranquilidad de que tanto su nieto como los animales no iban a crear problemas. Él, desde hacía un tiempo, siempre que
venía a aquella casa había tomado por costumbre montarlos; y esta vez no
iba a ser menos. Se subió en el que cabalgaba siempre, el mismo con el que el
abuelo le había enseñado; y salió de la cerca. Había aprendido, en una
temporada que pasó con ellos, mientras sus padres visitaban a su abuelo paterno,
que estaba enfermo y que un mes más tarde murió. Después, cada vez que volvía a verlos, mejoraba su forma de
montar. Y en poco tiempo, llegó a hacerlo como lo hacía ahora. Tras salir de la
cerca, Kevin dio un paseo alrededor de ésta. Éric y Susan, que lo estaban mirando,
pudieron comprobar que su amigo era un consumado jinete; por lo que le pidieron
a él y al abuelo Sam que les dieran unas clases de iniciación. Los dos
accedieron, y enseguida comenzaron con ellas.
Como
ambos era unos excelentes profesores, los chicos aprendieron rápidamente lo necesario
para montar sin temor a caerse. Una vez, le hubo mostrado éstos, les
enseñó el resto de los animales que había en la granja. Cuando terminaron de
verla, era mediodía.
Los
chicos hicieron una breve pausa para comer. Cuando acabaron recogieron rapidamente
sus cañas y las cosas que necesitaban. Luego, se despidieron de los padres y
los abuelos de Kevin, y se marcharon a pescar al río, montados a caballo.
Media
hora después de adentrarse en el bosque, llegaron. Los tres bajaron de sus caballos y dejaron todo lo que llevaban en el suelo. Cuando los animales
terminaron de beber, los ataron en un lugar donde tenían hierba fresca para
comer, mientras ellos pescaban.
Los
muchachos cogieron sus cañas y algunas cosas más, y se metieron en el río, por
una zona donde el agua sólo les llegaba por encima de las rodillas.
Aunque
cada uno utilizaba un anzuelo distinto, todos confiaban en pescar algo. Y así
fue. Al cabo de unos minutos, Kevin pescó el primer pez. Mediría unos cuarenta
centímetros. No era demasiado grande, pero era el único que había pescado algo.
Más
tarde, Susan también pescó uno, pero este era enorme. Tuvo que hacer un
gran esfuerzo para sacarlo, tanto, que cayó hacia atrás y se mojó parte de la
ropa.
Su
hermano y su amigo no pudieron contenerse y empezaron a reírse de la situación.
Susan, al ver a Kevin se ruborizó; pero la situación cambió, porque al ver el
pez que ésta pescó, fueron ahora los chicos los que se avergonzaron.
Tras
hora y media, era Kevin quien había pescado más peces, aunque, ninguno se
asemejaba al de Susan. Pero Éric no se dio por vencido y subió por una
pendiente a una parte más alta del río, donde pensaba que habría más peces.
Cuando
alcanzó la cima, vio algo que no esperaba, había una cascada que caía unos veinte
metros.
-¡Eh, chicos… venid a ver lo que he encontrado
aquí!
-¿Que has encontrado, Éric? Seguro que son
peces... ¿verdad? - preguntó Kevin.
-No, es algo mejor. Es una catarata, y debe medir
de quince a veinte metros -contestó Éric, entusiasmado.
Kevin
y Susan subieron también. Al verla, quedaron tan impresionados como él. Éric decidió
subir aún más arriba, para acercarse a ella. Llegó justo a su lado, y descubrió
algo que le asombró aún más.
Él
siempre había deseado encontrar una, y ahora la tenía frente a sí.
-¡Venid chicos, detrás de la catarata hay una
cueva, no es estupendo!
Kevin
y Susan quedaron sorprendidos por el descubrimiento, pero acudieron junto a él.
-¿Cómo será la cueva por dentro? –le preguntó
su amigo.
-No sé, pero no pienso quedarme aquí sin
saberlo -contestó Éric.
-Pues a mi me dan escalofríos solo con pensar
en entrar en ella. Pero haré, lo que Kevin decida -opinó Susan, esperando la
respuesta de éste.
-Por mi parte, apuesto por que entremos; pero
antes, esperad aquí, junto a la entrada. Iré a por las cosas.
Kevin
fue y recogió las mochilas. Éstas llevaban: cantimploras, comida, navajas, y
linternas. También, los peces que pescaron. Pero dejó las cañas porque
no creía que las necesitasen en la cueva. Luego, subió por la pendiente y
regresó junto a sus amigos.
-Tomad
vuestros peces y vuestras mochilas. Ah, sacad las linternas, las necesitaremos
dentro.
Cada
uno se colgó la suya a la espalda. Además, en una mano llevaban el recipiente con
los peces, y en la otra, la linterna. Decidieron no perder mas tiempo, y entraron en la
cueva.
Los
muchachos avanzaron hacia el interior, iluminados por la luz de sus linternas.
En un principio, no era muy ancha; pero sí, lo suficientemente alta
para caminar de pie. Conforme avanzaban, enseguida notaron un frío y una
humedad que iban en aumento. Poco a poco, la cueva se hacía más ancha y alta,
hasta llegar a una apertura mayor, donde Kevin, que marchaba delante, se detuvo
y dijo:
-El pasadizo termina en una gruta. Id
despacio, y mirad donde pisáis.
Éric
y Susan llegaron hasta él. Después, los tres, allí parados, iluminaron la
gruta con sus linternas; antes, de seguir adelante. Ésta tendría unos diez
metros de altura. Estaba llena de estalactitas y estalagmitas, y en el suelo tenía agua. Además, el aire estaba muy húmedo y viciado.
Al iluminarla más a fondo, descubrieron que por encima del agua había un puente formado por la erosión de la roca a lo largo de los años.
Al iluminarla más a fondo, descubrieron que por encima del agua había un puente formado por la erosión de la roca a lo largo de los años.
-Sigamos adelante, no podemos retroceder
ahora, sin haber visto antes el resto de la cueva -animó Éric a su hermana.
Armados
de valor, se dispusieron a cruzar el puente. Mientras lo pasaban, vieron que al
final de él había una entrada parecida a la que había cuando entraron en la
gruta. Lo pasaron y llegaron a la nueva entrada. Entonces, se miraron entre
ellos, y los tres pensaron lo mismo, (¿dónde les llevaría?).
La
nueva era más alta que la anterior. La cruzaron, y siguieron por otro pasadizo
más corto que el de antes. Poco después, llegaron al final… y había una cueva
sin salida. Los muchachos la iluminaron y vieron que en el fondo de ella había
una piedra transparente incrustada en la pared. Éric dijo entonces:
-¿Qué hará una piedra sola en la pared de una
cueva? Es raro, debe de haber más por el resto de la gruta.
Kevin
y Susan la iluminaron toda, pero no había más piedras como aquella, ni
ninguna del estilo.
-Parece que sólo está ésta -indicó Susan a su
hermano.
-Acerquémonos para verla mejor -dijo Kevin,
mientras la enfocaba con su linterna-. ¿No os parece extraño que se encuentre aquí, tan escondida, incrustada en la pared de roca, y
que no haya ninguna más?
-Sí, además parece como si estuviera puesta
aquí a propósito para que alguien la extraiga.
¿No os habéis fijado en sus bordes? No están incrustados en la pared.
Creo que si utilizamos una navaja, la podríamos extraer con facilidad -opinó Éric,
seguro de que estaba en lo cierto. Kevin sacó una navaja de la mochila y la
introdujo entre la piedra y la roca. Al principio, no se desprendía,
pero poco a poco, ocurrió algo insólito… de sus bordes salió un haz de
luz de hasta ocho colores: el verde, el azul,
el rojo, el blanco, el negro, el bronce, el plateado, y el dorado.
Al
verlo, se apartaron de ella por si ocurría algo peligroso. No
iban mal encaminados, porque la pared de la roca comenzó a temblar, y enseguida,
la piedra se desprendió, cayéndose al suelo. Los chicos esperaron para ver si
ocurría algo más; y sucedió algo sorprendente… comenzaron aparecer palabras
luminosas en la piedra. Así que fueron leyéndolas, una por una. Cuando éstas formaron una frase, la piedra cesó.
-¿Habéis leído los dos lo mismo que yo? -preguntó
Kevin.
-Si no me he equivocado, la frase que he leído
dice algo sobre si queremos descubrir todo el poder de La Piedra Multicolor , tenemos que tocarla
-dijo Susan, que siempre leía bien y rápido en clase.
-¿Qué hacemos chicos? -preguntó Kevin,
indeciso, pues nunca se había encontrado en una situación como aquella.
-Yo digo que la toquemos, sino lo hacemos,
nunca sabremos que habría ocurrido -contestó Éric, que nunca rechazaba una
oportunidad así.
Susan,
que era más responsable y madura que su hermano, no estaba de acuerdo.
-No creo que debamos tocarla. No
sabemos que puede pasar si lo hacemos. Podemos correr un gran peligro, del que
nos lleguemos a arrepentir.
Kevin
no sabía que pensar, porque para él, los dos tenían algo de razón.
Tras
meditarlo bien, dijo:
-Creo que no es casualidad que hayamos descubierto
esta cueva; como tampoco lo es que hayamos encontrado esta piedra. Lo pienso porque,
como habéis visto, es mágica. Y si la magia ha decidido que seamos
nosotros quienes toquemos esta piedra... por mi parte, digo que lo hagamos.
Los
dos chicos pensaban lo mismo. Asi que, al ser mayoría, Susan no tuvo más
remedio que aceptar. Aunque esta vez, no estaba nada de acuerdo con su querido
Kevin.
Cuando
se aproximaron a cogerla, aparecieron de nuevo palabras en ella, que
decían esto: “No es necesario que todos toquéis La Piedra Multicolor, sino que
basta con que forméis una cadena”
Susan
se agarró entonces a su hermano Éric de la mano, y éste a su vez, a Kevin...
que tomó la piedra.
Al
instante, los tres chicos junto con la piedra desaparecieron… y la oscuridad se
hizo en la cueva.
Muy interesante el primer capítulo. Nos introduces con facilidad en la trama. Aunque sí sería pulir o más bien suprimir las palabras repetidas en un mismo párrafo. A simple vista es lo que visto, si hubiera más te lo iré detallando.
ResponderEliminarSaludos
Gracias Desirée. Suelo ir directo a la historia que quiero contar, no me gustan los escritores que se enrollan demasiado y al final no sabes ni que están contando. Ahora mismo sigo tu consejo y me pongo a mejorarlo. Jeje.
ResponderEliminarYa lo he corregido y colgado de nuevo. Creo que está mejor.
ResponderEliminarMe ha gustado el primer capítulo. Parece una historia interesante y además los capítulos hasta ahora (incluyo el prólogo) no han sido demasiado largos, lo cual agradezco enormemente.
ResponderEliminarEl fallo que he encontrado, más que nada, es el de la puntuación: he visto comas en lugares donde no me parece adecuado que estén y algunos puntos suspensivos "extraños".
Buen trabajo.
Un saludo.
Irene me alegro que te guste. Como dices los capítulos no son demasiados largos, aunque como son muchos alguno que otro hay que sí. Los signos lingüisticos son mi perdición, aunque voy mejorando poquito a poco, lo mismo me ocurre con la expresión, pero soy peor en lo primero, sobretodo con las comas. Cuando tenga tiempo lo reviso a ver que tal. Un saludo.
EliminarYa lo he revisado. He eliminado algunas comas,sustituido puntos suspensivos por comas, y cambiado palabras repetidas por sinónimos.
EliminarLa aventura de Kevin, Éric y Susan acaba de comenzar... Ha sido muy interesante el capítulo y me muero por saber lo que encontraran en Shakával (perdón si no lo escribí bien). Es hora de ir al siguiente capítulo.
ResponderEliminar¡Saludos!
Espero que te siga interesando. He de decirte que esta historia mejora conforme avanzan los capítulos. Sí lo escribiste bien.
EliminarUn buen comienzo, sí señor. Ya conocemos a los tres protagonistas y, mira por donde, a uno se le dan mal las mates, como a mi XD
ResponderEliminarMe ha gustado que explicaras algo de sus vidas antes de encontrar la piedra. Te ayuda a conocerlos un poco mejor.
Bueno, ¡pues hasta el próximo! Ya entraré a ver la enciclopedia. ¡¡Aunque creo que no me voy a poder resistir!!
Nada, me voy a ver tus dibujos, que sino la curiosidad no me va a dejar dormir... (soy peor que mi gato... me cachis....) jejeje
Un abrazo fuerte ^^
Gracias.
EliminarJeje es verdad, a Kevin se le dan fatal las mates, a mi por cierto, se me daban muy bien.
Sí, el conocer un poquito a los personajes ayuda.
Gracias por pasarte por la enciclopedia. Me alegra que te gustasen los dibujos de los personajes.
Perdón, quise decir Eric.
ResponderEliminarMe ha encantado este primer capítulo, cómo has presentado a esos tres personajes que acaban tras variopintas situaciones en esa misteriosa cueva donde acontece lo mágico. ¡Continuaré con mucha ilusión tu historia!
ResponderEliminarHola Victor.
EliminarPrimero gracias por seguir mi blog.
Como sabrás ya sigo el tuyo desde hace tiempo, aunque no me paso por el tanto como me gustaría. Pero prometo que cuando tenga algo de tiempo, me doy una vuelta, leo, comento y comparto.
No sé si viste el mapa y leíste el prólogo antes de este primer capítulo. Si no es así, te lo aconsejo.
Me alegra que te haya gustado, y te ilusione.
Un saludo.
¡Nos leemos!