Volvemos con un nuevo capítulo de Haydar, la historia escrita a dos manos con Carmen De Loma. En esta ocasión el capítulo está escrito por mi.
*Aclarar que aunque algunos de los personajes y datos son reales, la historia en su totalidad es ficticia.
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Yazdi
Zainab y Gunaid se encontraban en la playa de su isla.
Éste alzó sus brazos abiertos y comenzó a recitar unas frases casi para sí. Su ayudante lo escuchaba murmurar palabras ininteligibles como en muchas otras ocasiones. Pero esta vez sabía para qué… En el cielo, proveniente de las partes más altas de aquella montaña de roca blanca apareció uno de los muchos bichos raros que el brujo había traído para su isla -muchas de ellas mediante la brujería-, un roc, una descomunal y furiosa ave rapaz tan grande que con sus garras podía incluso agarrar un elefante. Gunaid cada vez que la veía surcar los cielos de aquella isla se preguntaba cómo podía existir un pájaro tan enorme que a su paso parecía como si una gran nube cubriese el sol y no dejase pasar su luz.
Al aterrizar sobre la arena el batir de sus alas levantaban casi una ventisca. Gunaid, aunque ya había viajado en ella junto a su amo le tenía cierto respeto. Sabía que los rocs eran aves que estaban constantemente furiosas, de no ser porque el brujo la controlaba se sentiría aterrorizado. Pero ya casi estaba acostumbrado a aquella sensación. Por el contrario, Zainab no le tenía miedo alguno, el roc era uno de los monstruos que tenía de los que se sentía más orgulloso, pero no el que más, había uno, incluso más grande que andaba sobre la tierra al que llamaba “El Guardián” que era el que custodiaba la isla incluso en su ausencia.
Cuando el roc terminó de aterrizar, el brujo se acercó hasta él, volvió a murmurar algo entre dientes y el ave agachó su cabeza. Zainab pasó su mano por su plumaje y lo acarició admirando su belleza.
‒Bueno. No perdamos más tiempo, vayamos a ver a Idrís.
Volvió a murmurar unas frases y él y Gunaid se elevaron
en el aire hasta alcanzar la parte alta del ave. Una vez allí se acomodaron en
él para el viaje.
Desde uno de los árboles el loro que se retiró nada más
verlo aparecer, esperó hasta que volviesen.
Ya en el aire, viajando sobre el roc, Zainab le dijo a
Gunaid…
‒Cuando consiga la alianza de Idrís, haré que Haydar y el califa se arrepientan de haberme conocido.
‒Estoy seguro de ello ‒comentó su ayudante.
Bastante tiempo después, los Awraba, la tribu bereber que acogió a Idrís
en la ciudad de Volúbilis, Marroc (Marruecos), se vieron sorprendidos cuando
vieron surcar los cielos semejante ave. Desde las almenas de la muralla
exterior de la ciudad, los guardias aterrorizados dieron la voz de alarma.
‒¡Alá nos maldice! ¡Ha enviado una bestia
contra nosotros!
‒¡Qué dices insensato! ‒el jefe de la guardia
intentaba mantener la calma‒ ¡Qué no cunda el pánico! ¡Todos a los arcos! ‒una
primera ráfaga de flechas fueron lanzadas contra el roc. El brujo comenzó a
entonar uno de sus hechizos y éstas se detuvieron en el aire y cayeron al
suelo.
Una segunda descarga fue enviada de
nuevo pero el ave ya estaba batiendo sus enormes alas para aterrizar y el
fuerte viento que provocó hizo que éstas no lo alcanzasen.
Zainab y Gunaid bajaron y el brujo
comenzó a hablar.
‒¡Vengo a ver a Idrís! ¡Dejadme pasar! ¡Ya
habéis visto a mi roc, y lo que puedo hacer! ¡Si no me abrís las puertas
enviaré todas las flechas que hay tiradas en el suelo contra vosotros, o aún
peor, a ella! ¡Esta ave es muy furiosa, ahora está en calma porque está bajo mi
control, pero eso puede cambiar en un segundo, si yo lo deseo!
Un instante después, las puertas se
abrieron…
Antes que Idrís recibiese al brujo fue informado de todo.
‒Toma asiento Zainab. Te recuerdo vagamente.
Creo que nos vimos en alguna ocasión cuando trabajabas para Harum.
‒Yo también te recuerdo, aunque mejor
que tú a mí. Supusiste un fuerte dolor de cabeza para el califa por aquel
entonces, por eso es que he venido a verte. Desde que me expulsó también se
convirtió en mi enemigo. Podríamos unir intereses y luchar contra él.
‒Hablemos de ello después. Ahora veamos el
espectáculo. Ese que ves sobre la arena es Jaffar el mejor guerrero bereber que
existe. Ahora, parte de mis combatientes ‒desde el palco a la sombra, podían
ver un luchador que se disponía a enfrentarse a cinco mientras el resto del
ejército los rodeaban observándolos.
‒Seguro que los vence sin problemas ‒comentó
el brujo.
‒Muy listo. Pero será interesante verlo. ¿No
crees?
‒Si a ti te lo parece… ‒pensó Zainab para sí. No parecía mostrar el
menor interés.
‒Tráele algo de beber a los invitados ‒le dijo
a un hombre situado a su derecha.
Poco después éste les sirvió las bebidas.
‒Te presento a Rasid. Además de mi criado es
un fiel amigo. Me acompañó en mi huida de Harum hasta aquí. Desde entonces no
nos hemos separado.
‒Hola señores ‒los saludó el aludido.
‒Hola ‒respondió Gunaid. Zainab en cambio lo
miró de arriba abajo y pensó:
‒Parece
que Idrís te tiene mucho aprecio. Interesante dato que quizás me sirva en el
futuro. Lo recordaré…
Mientras hablaban, abajo en la arena el
combate se había iniciado. Jaffar ya se había deshecho de dos de sus
contrincantes.
‒Bueno… sigamos con el asunto que te ha traído
aquí. ¿Cuál es tu idea?
‒Verás. Existe un cetro mágico muy
poderoso capaz incluso de vencer a todo
un ejército, codiciado por muchos; si me ayudas a conseguirlo, yo te ayudaré
después a derrotar a Harum y sus tropas, y que consigas su reino y el califato.
‒Te escucho. Cuéntame más sobre él, y como
conseguirlo...
En la arena Jaffar acababa de deshacerse de otros dos guerreros más. Ya solo le quedaba uno.
El brujo estuvo contándole el plan y sus posibles adversarios. Cuando terminó Idrís habló:
‒Antes de responderte te resumiré lo que he conseguido aquí desde mi llegada, así te harás una idea de lo que supondría tener un aliado tan valioso como yo ‒evitó decirle lo que también supondría tenerle como enemigo en caso que le traicionase‒. Cuando llegué fui acogido por la tribu bereber de los Awraba. No tardé en hacerme reconocer como emir, manifestando mis pretensiones al califato como descendiente directo de Mahoma. Desde Volúbilis me lancé a la conquista de los territorios aledaños logrando la unificación de la mayor parte de las tribus bereberes y convirtiéndolas al Islam. Ahora yo soy su líder, tanto militar como religioso. Me veneran… Puedes hacerte una idea de lo que eso supone. ¡MAGNIFICO! ‒dijo de repente al ver el modo en que Jaffar se había deshecho del último, el mejor guerrero de sus cinco contrincantes. Se levantó y estalló en aplausos.
Sin dirigir apenas la mirada a la arena Zainab respondió: ‒Me la hago ‒dijo‒. ¡Maldito vanidoso, no sabes a quien intentas amenazar!‒pensó luego para sí.
‒Bien. Pues entonces, trato hecho. Nos vemos dentro de cinco días en el lugar acordado. Allí estaré con tres de mis barcos y parte de mis tropas.
‒Trato hecho ‒dijo estrechándole la mano a modo de despedida‒. Allí te estaremos esperando.
Cuando el brujo y su acompañante se marcharon, Rasid, su criado, le preguntó:
‒¿Confiáis en ellos, señor?
‒Claro que no, amigo. Piensa utilizarme como yo lo haré con él. Cuando consiga lo que quiero, le arrebataré el cetro y acabaré con él.
Ya fuera de la ciudad, Zainab entonó el hechizo con el que siempre llamaba a su roc y éste
acudió enseguida. En unos instantes estaban volando lejos de aquellos bereberes.
***
Un mago espía infiltrado por Harum en Volúbilis a través de un hechizo, se puso en contacto con su maestro Yasim el nuevo mago real del califa, en Bagdad. La imagen de su pupilo se presentó borrosa ante él.
‒Suerte que me avisaste a través de la magia que te ibas a poner en contacto conmigo, sino podrías haberte presentado ante mí en cualquier parte de la ciudad. Ahora estoy en mi habitación de palacio. Dime.
‒¡Ni te imaginas quien ha venido a visitar a Idrís! ‒dijo un tanto nervioso.
‒No me tengas intrigado. Dímelo, y ya.
‒Zainab, tu antecesor… Ese brujo que el califa expulsó. Vino acompañado de su discípulo y ayudante Gunaid.
‒¿Y sabes qué maquina ese malhechor?
‒Supe que Rasid, el criado y amigo de Idrís estuvo presente en la conversación. Así que solo tuve que utilizar mi magia para tirarle de la lengua y sonsacarle el contenido. Escucha, según me contó…
Harum se encontraba jugando con sus hijos de dos años Amin y Mamun en la sala de juegos de éstos. Con ellos también se encontraban su madre Al Jhaizuram y El Barmací su tutor y figura paterna, cuando su mago Yasim irrumpió en la sala.
‒Califa, han llegado noticias desde Volúbilis.
‒Sabes que puedes contarme cualquier cosa ante mi madre y mi tutor. Dime…
‒Verás señor, según me ha informado mi pupilo… ‒Yasim le contó todo lo que sabía.
‒Malas noticias… ‒murmuró el califa.
‒Bueno, no todo son inconvenientes. Mis allegados me informaron que Abderraman I príncipe de los omeyas de Damasco ha muerto en Córdoba. Se dice que entre sus hijos, Hisham ha sido el elegido para sucederle ‒apuntó su tutor.
‒Veremos que tal es su sucesor. Pero, ahora lo que me preocupan son las noticias sobre la alianza entre Idrís y Zainab. Tutor, me gustaría que vayan a buscar a Turán. Si ellos se han aliado, aprovechando que Haydar está en la ciudad, ¿por qué no hacerlo yo?
Momentos después, el jefe de la guardia real se presentaba.
‒¿Califa, en qué puedo servirle?
‒Ahora podrás remendar tu error anterior, cuando Haydar se te escapó. Quiero que averigües donde está su barco y me lo traigas por las buenas.
‒Y, ¿cómo lo convenzo?
‒Dile que vas en son de paz. Que no pretendo capturarlo, ni nada parecido. Sino una posible alianza contra sus enemigos.
‒¿Una alianza? No pretendo poner en duda lo que dice, pero sabe que no se puede confiar en un pirata, y mucho menos en él.
‒Tráemelo Turán. No te preocupes por lo demás.
Una hora después, el jefe de la guardia real se encontraba en la puerta de la casa de Walesa en busca de la información que necesitaba.
‒Hola. Qué desea –salió a recibirle la muchacha.
‒Sabes muy bien quien soy. Y yo también quién eres tú. Así que no te andes con rodeos. Quiero saber dónde para el barco de Haydar. Seguro que su mujercita lo sabe.
‒Si lo sé, no te lo diré nunca.
‒Ah no ‒dijo agarrándola, atrayéndola hacia sí y mirándola con deseo‒. ¿Qué es lo que ves en ese pirata para que lo defiendas tanto? Dime donde está o tu familia se verá perjudicada.
‒¡No te atrevas a tocar a los míos! ¡Su barco estaba en el puerto del río, pero seguro que ya
se marchó! ‒dijo, mientras forcejeaba para librarse de él. Como no pudo, le escupió a la cara.
‒Jajaja ‒rió tras limpiarse‒. Esperas que te crea. Estoy seguro que aún no se ha marchado. Si no, me lo hubieses dicho a la primera.
‒Qué tonta he sido‒pensó dentro de la casa cuando se hubo marchado‒tenía intención de ir a verlo más tarde y regalarle un buen pan de cinco kilos recién salido del horno como despedida, pero tendré que darme prisa e ir a avisarlo antes que llegue Turán.
‒Walesa me pareció oír la voz del jefe de la guardia real. Ese Haydar no dejará de traernos problemas. No quiero que lo vuelvas a ver más. Estás castigada. No se te ocurra salir de casa ‒le advirtió su madre casi rogándoselo con la mirada, a sabiendas que era un imposible.
“…estuve presente en la muerte de mi señor; y los dioses también. Dijeron que esconderían el cetro en un lugar inaccesible para los humanos, en una de las islas volcánicas del mar Egeo. En un lugar habitado en la antigüedad, ahora sepultado bajo las rocas y la lava…” Haydar terminó leyendo la última de las cartas que le quedaba… en ese momento entró en su camarote Nasser.
‒Albur ha regresado.
‒Espero que haya resuelto lo que tenía entre manos ‒el capitán se quedó pensando un momento‒. ¡Eso es! ¡Lo tengo, amigo! ¡Ya sé dónde se encuentra ese cetro! ¡Sabía que había islas volcánicas sepultadas por la lava en ese mar pero, no me acordaba de ninguna habitada en la antigüedad! ¡Pero entonces me acordé de la leyenda de Farrael!
‒¿Farrael? ¿Qué demonios dices?
Ya en la cubierta del barco…
‒¿O eres muy tonto o eres un osado? ¿Cómo te atreves a venir a mi casa después de lo sucedido?
‒Mi señor el califa Harum me envía para que vengas conmigo. Dice que no pretende capturarte ni nada parecido. Quiere una posible alianza contra enemigos comunes.
‒Suena interesante. Os acompañaré.
‒Haydar, no dejaré que vayas solo.
‒Esta vez sí, Nasser. Confía en mí.
‒Está bien. Pero ten cuidado.
Mientras Haydar volvía de palacio, su tripulación hizo los preparativos para partir. Sus hombres importantes, en cambio, decidieron matar el tiempo con Albur.
‒¿Qué tenías entre manos, bribonzuelo? ‒le preguntó Alí al pirata de pelo anaranjado.
‒¡Por el rato que se ausentó diría que alguna muchacha! ¡Seguro que quedaste despachado, eh chaval! ¿Es una novieta o algo por el estilo? ‒ preguntó Nasser.
‒Dejadlo ya, porque no me sacareis ni una palabra.
Los dos piratas que ya lo conocían bien, sabían que por mucho que insistiesen no conseguirían nada. De modo, que decidieron divertirse de otro modo.
‒Está bien. No insistiremos más, pero con la condición que nos diviertas con tus juegos de cuchillos ‒le dijo Alí.
‒¿Qué tal si comienzo con el de las manos?
‒Buena idea ‒comentó Nasser. Albur se vendó los ojos y puso su mano izquierda con los dedos abiertos sobre un tonel y cogió uno de sus cuchillos y a una velocidad sorprendente lo clavó entre los huecos alternando indeferentemente entre ellos. No falló ni una sola vez. A continuación, cambiaron de juego. Se quitó la venda, y Alí se ofreció de diana. Se puso contra la pared de madera del camarote con las piernas abiertas y los brazos en cruz. Albur se colocó a una cierta distancia y haciendo malabares con sus cuchillos, esta vez utilizó los tres que tenía, fue lanzándolos uno por uno; los dos primeros dieron bajo las axilas y el tercero bajo su miembro viril.
‒Uff. Menos mal que te conocemos y nunca fallas ‒expresó Alí.
‒Por no mencionar que es el único pirata que nunca bebe ‒rió Nasser.
‒Jajaja ‒río también su compañero tras retirarse del lugar donde estaban clavados los cuchillos. Albur aprovechó para recogerlos y guardarlos.
Walesa en cuanto el pan salió del horno se había escapado de casa emulando a su querido por la ventana. Era muchísimo más torpe que
él, así que tuvo que ir muy despacio y con mucho cuidado, y a pesar de ello, casi sufre algún percance. Cruzó la ciudad todo lo deprisa que pudo pero cuando llegó al barco de Haydar, era tarde… ‒¡Walesa! ‒exclamó Nasser al verla.
‒Turán llegó a mi casa. No pude evitar contarle donde os encontrabais. Salí todo lo rápido que pude para advertiros. Pero creo que no fue suficiente…
‒Tranquila. Ya estuvo aquí. Según decía venía en son de paz. El califa quería hacer un trato con Haydar así que se marchó.
‒Entonces, no está aquí… Le traía un regalo de despedida…
‒Puedes esperarlo, si lo deseas.
‒Tengo bastante prisa. Escapé de mi casa, y mi madre seguro que ya se dio cuentas. Estará preocupada. Lo esperaré un poco, pero sino regresa pronto, tendré que irme.
Ya en su camarote, Walesa no pudo evitar curiosear para matar el tiempo. Al poco, entró Nasser y casi la pilla.
‒Te dejo un poco de fruta y zumo. Si necesitas algo más, solo tienes que llamarme. Cuando el pirata salió, se tomó la bebida y cogió una manzana a la que le pegó un buen mordisco, y volvió a curiosear…
En el palacio del califa, Haydar debatía con Harum los términos de su alianza.
‒Como ya te he contado nuestro enemigo el brujo Zainab quiere el mismo cetro que tú y se ha aliado con Idrís para conseguirlo. Planean utilizarlo para arrebatarme el califato y quién sabe qué otras cosas. Ambos serán nuestros enemigos, así que te ofrezco una alianza entre nosotros, para evitarlo ‒le explicó Harum.
‒Y, ¿cómo me ayudarías?
‒Al igual que ha hecho Idrís, te ofrezco tres de mis barcos repletos de mis hombres. A mi guerrero Turán, y para equiparar la balanza, también mi mago Yasim te acompañará.
‒Gracias. Acepto. Aunque la ayuda del jefe de tu guardia me es prescindible.
‒Ya sé que existen rencillas entre vosotros pero, de ahora en adelante te servirá como cualquiera de tus hombres. Mis órdenes hacia ti han cambiado. Estoy seguro que no os causará ningún problema. Lo conozco muy bien. Es un servidor fiel. Si algo mueve a este hombre es la lealtad. No hará nada que yo no le diga.
‒Lo que dice el califa es cierto. Puedes confiar en mi, Haydar. Nuestras rencillas pasadas eran fruto del trabajo. Y ahora mi deber es otro.
‒Zainab, tu antecesor… Ese brujo que el califa expulsó. Vino acompañado de su discípulo y ayudante Gunaid.
‒¿Y sabes qué maquina ese malhechor?
‒Supe que Rasid, el criado y amigo de Idrís estuvo presente en la conversación. Así que solo tuve que utilizar mi magia para tirarle de la lengua y sonsacarle el contenido. Escucha, según me contó…
Harum se encontraba jugando con sus hijos de dos años Amin y Mamun en la sala de juegos de éstos. Con ellos también se encontraban su madre Al Jhaizuram y El Barmací su tutor y figura paterna, cuando su mago Yasim irrumpió en la sala.
‒Califa, han llegado noticias desde Volúbilis.
‒Sabes que puedes contarme cualquier cosa ante mi madre y mi tutor. Dime…
‒Verás señor, según me ha informado mi pupilo… ‒Yasim le contó todo lo que sabía.
‒Malas noticias… ‒murmuró el califa.
‒Bueno, no todo son inconvenientes. Mis allegados me informaron que Abderraman I príncipe de los omeyas de Damasco ha muerto en Córdoba. Se dice que entre sus hijos, Hisham ha sido el elegido para sucederle ‒apuntó su tutor.
‒Veremos que tal es su sucesor. Pero, ahora lo que me preocupan son las noticias sobre la alianza entre Idrís y Zainab. Tutor, me gustaría que vayan a buscar a Turán. Si ellos se han aliado, aprovechando que Haydar está en la ciudad, ¿por qué no hacerlo yo?
Momentos después, el jefe de la guardia real se presentaba.
‒¿Califa, en qué puedo servirle?
‒Ahora podrás remendar tu error anterior, cuando Haydar se te escapó. Quiero que averigües donde está su barco y me lo traigas por las buenas.
‒Y, ¿cómo lo convenzo?
‒Dile que vas en son de paz. Que no pretendo capturarlo, ni nada parecido. Sino una posible alianza contra sus enemigos.
‒¿Una alianza? No pretendo poner en duda lo que dice, pero sabe que no se puede confiar en un pirata, y mucho menos en él.
‒Tráemelo Turán. No te preocupes por lo demás.
Una hora después, el jefe de la guardia real se encontraba en la puerta de la casa de Walesa en busca de la información que necesitaba.
‒Hola. Qué desea –salió a recibirle la muchacha.
‒Sabes muy bien quien soy. Y yo también quién eres tú. Así que no te andes con rodeos. Quiero saber dónde para el barco de Haydar. Seguro que su mujercita lo sabe.
‒Si lo sé, no te lo diré nunca.
‒Ah no ‒dijo agarrándola, atrayéndola hacia sí y mirándola con deseo‒. ¿Qué es lo que ves en ese pirata para que lo defiendas tanto? Dime donde está o tu familia se verá perjudicada.
‒¡No te atrevas a tocar a los míos! ¡Su barco estaba en el puerto del río, pero seguro que ya
se marchó! ‒dijo, mientras forcejeaba para librarse de él. Como no pudo, le escupió a la cara.
‒Jajaja ‒rió tras limpiarse‒. Esperas que te crea. Estoy seguro que aún no se ha marchado. Si no, me lo hubieses dicho a la primera.
‒Qué tonta he sido‒pensó dentro de la casa cuando se hubo marchado‒tenía intención de ir a verlo más tarde y regalarle un buen pan de cinco kilos recién salido del horno como despedida, pero tendré que darme prisa e ir a avisarlo antes que llegue Turán.
‒Walesa me pareció oír la voz del jefe de la guardia real. Ese Haydar no dejará de traernos problemas. No quiero que lo vuelvas a ver más. Estás castigada. No se te ocurra salir de casa ‒le advirtió su madre casi rogándoselo con la mirada, a sabiendas que era un imposible.
***
En una remota isla pirata del mar Egeo, fuera de la taberna “La Calavera Ardiente” donde Mirza y Sadiq aún se encontraban, Yazdi el principal hombre de confianza de la tripulación de Mirza se debatía en un combate contra tres piratas que se había iniciado en el interior de la taberna.
‒¡Maldito tramposo! ¡Seguro que guardabas alguna carta escondida! ‒exclamó uno de los piratas, mientras se lanzaba contra él con su alfanje. Yazdi con un movimiento elegante de su enorme cimitarra –única, ya que medía lo mismo que dos de ellas de largura y lo que tres de grosor- lo esquivó con un giro que terminó con su arma en la espalda de éste, acabando con su vida.
‒¡Maldita sabandija marroquí! ¡Yo me encargaré de que no vuelvas a robar más dinero! ¡Mi partida era invencible, no pudiste ganarme sin hacer trampas! ‒éste en lugar de un alfanje disponía de una enorme boleadora acabada en una gran bola de hierro con púas. El fuerte pirata la levantó y la hizo girar sobre su cabeza para lanzar la larga cadena sobre Yazdi. Éste rápidamente se agachó, y en esa posición volvió a girar y le cortó la pierna al pirata.
‒¡AAAHHH! ‒gritó éste al instante mientras se desangraba. En unos segundos perdió la consciencia, seguramente para morir después por la pérdida de sangre.
‒Te lo ganaste por racista ‒dijo Yazdi.
‒¡No sé si te venceré pero puedes estar seguro que lo intentaré! ‒gritó el que quedaba, éste armado con dos alfanjes. Lanzó un ataque y otro sobre el pirata marroquí, pero éste con movimientos ágiles y ejecutados al milímetro lo esquivaba como si nada. Parecía un bailarín recreando una danza elegante y sutil digna de ser admirada. Cuando por fin lo tenía a sus pies sobre el suelo y apuntándolo con su enorme cimitarra, Mirza y Sadiq salían de la taberna.
‒Olvídate de él. Tengo prisa. Tenemos trabajo que hacer ‒le ordenó su capitana.
‒Hola Yazdi. Veo que estás en tu salsa. Esos piratas no sabían con quien se la jugaban, de lo contrario ni siquiera se hubiesen echado unas partidas contigo ‒comentó el amante de su jefa al cruzar por su lado.
‒Hola Sadiq. Tú… has tenido suerte ‒dijo dirigiéndose ahora a su oponente, agarrándolo por la pechera de su camisa‒. Mi capitana tiene prisa, ¿la oíste? Le debes tu vida ‒dijo al tiempo que lo soltaba y seguía a Mirza.
Al llegar a la playa, les esperaban dos barcas cada una con un pirata, uno de la tripulación de él y otro del de la de ella. Algo mar adentro estaban sus barcos: “La Fulana de Alá” el de Mirza, y el “Esperanza” el de Sadiq.
‒Bueno. Aquí nuestros caminos se separan ‒ dijo, y a continuación lo besó apasionadamente‒. Seguiremos nuestro plan. Ve en busca de ese brujo enemigo de Haydar y síguelo. Él me contó que ese Zainab también buscaba el cetro. Seguro que ese brujo gracias a su magia oscura dispone de más modos de averiguar su paradero que los demás, yo iré en busca de la muñequita de nuestro pirata; esa a la que llaman la “Bendecida de Alá”… ‒se quedó un momento rumiando el nombre‒. No tenían otro apodo que ponerle. Si ya sabían que a mí me llamaban la fulana, ¿por qué a ella la bendecida?
‒Dicen que su belleza es inigualable. Quizás sea por eso, o quizás, pensaron en lo que siente Haydar por ambas ‒ironizó Sadiq. Tirándole una puyita para hacerle saber que ese pirata no la merecía.
‒No debí darte ese beso ‒dijo mientras retiraba su dedo de los labios del pirata‒. Ya sé cómo me ve él. No tienes que recordármelo. Y también sé que la gente humilde venera a Haydar incluso más que al califa, equiparándolo con Alá.
‒Adiós, Mirza.
‒Sadiq. Una cosa… La vi una vez… a esa tal Walesa… y para nada la apodaría la bendecida. Es una mojigata. Sí, puede que un poco agraciada pero, no sabría lo que hacer con un hombre en su cama. Seguro, que se moriría de miedo. Jajaja ‒río forzadamente mientras subía en su barca. Yazdi ya lo había hecho momentos antes.
***
‒Albur ha regresado.
‒Espero que haya resuelto lo que tenía entre manos ‒el capitán se quedó pensando un momento‒. ¡Eso es! ¡Lo tengo, amigo! ¡Ya sé dónde se encuentra ese cetro! ¡Sabía que había islas volcánicas sepultadas por la lava en ese mar pero, no me acordaba de ninguna habitada en la antigüedad! ¡Pero entonces me acordé de la leyenda de Farrael!
‒¿Farrael? ¿Qué demonios dices?
‒El Templo de Farrael… La leyenda dice que se vio sepultado por la lava hace cientos de años.
‒No sé. Nunca he oído hablar de ella.
‒Yo solo una vez. Casi nadie conoce la historia. Pero se me quedó grabada en la mente. Según cuenta… los habitantes de ese templo eran brujos antiguos que jugaron con los dioses, y fueron castigados de manera horrenda por éstos. ¡Ahora que lo pienso, quizás fueron ellos los que crearon ese cetro! Piensa… qué mejor lugar para esconderlo que su lugar de origen.
‒Me pones los bellos de punta. Si los dioses no quieren que lo encontremos, y solo hay maldiciones a su alrededor… ¿para qué buscarlo?
‒Solo por el mero hecho de encontrarlo y vivir la aventura. Y para evitar que lo encuentren otros como puede ser Zainab, por ejemplo.
‒Si por mí fuera lo dejaría de lado. Pero sabes que te seguiría al fin del mundo…
‒Lo sé, amigo. Lo sé… Que lo preparen todo Nasser. Si Walesa no viene en una hora, partimos en busca de ese cetro ‒en ese momento, Alí entró también el camarote.
‒Haydar, ha llegado Turán, el jefe de la guardia real del califa. Viene solo y dice que en son de paz. ‒Si se ha acercado solo, debe ser verdad. No creo que se aventurase si no fuese así ‒dijo el capitán. ‒También puede ser una trampa ‒comentó Nasser.
‒Arriesguémonos, pues.
‒¿O eres muy tonto o eres un osado? ¿Cómo te atreves a venir a mi casa después de lo sucedido?
‒Mi señor el califa Harum me envía para que vengas conmigo. Dice que no pretende capturarte ni nada parecido. Quiere una posible alianza contra enemigos comunes.
‒Suena interesante. Os acompañaré.
‒Haydar, no dejaré que vayas solo.
‒Esta vez sí, Nasser. Confía en mí.
‒Está bien. Pero ten cuidado.
Mientras Haydar volvía de palacio, su tripulación hizo los preparativos para partir. Sus hombres importantes, en cambio, decidieron matar el tiempo con Albur.
‒¿Qué tenías entre manos, bribonzuelo? ‒le preguntó Alí al pirata de pelo anaranjado.
‒¡Por el rato que se ausentó diría que alguna muchacha! ¡Seguro que quedaste despachado, eh chaval! ¿Es una novieta o algo por el estilo? ‒ preguntó Nasser.
‒Dejadlo ya, porque no me sacareis ni una palabra.
Los dos piratas que ya lo conocían bien, sabían que por mucho que insistiesen no conseguirían nada. De modo, que decidieron divertirse de otro modo.
‒Está bien. No insistiremos más, pero con la condición que nos diviertas con tus juegos de cuchillos ‒le dijo Alí.
‒¿Qué tal si comienzo con el de las manos?
‒Buena idea ‒comentó Nasser. Albur se vendó los ojos y puso su mano izquierda con los dedos abiertos sobre un tonel y cogió uno de sus cuchillos y a una velocidad sorprendente lo clavó entre los huecos alternando indeferentemente entre ellos. No falló ni una sola vez. A continuación, cambiaron de juego. Se quitó la venda, y Alí se ofreció de diana. Se puso contra la pared de madera del camarote con las piernas abiertas y los brazos en cruz. Albur se colocó a una cierta distancia y haciendo malabares con sus cuchillos, esta vez utilizó los tres que tenía, fue lanzándolos uno por uno; los dos primeros dieron bajo las axilas y el tercero bajo su miembro viril.
‒Uff. Menos mal que te conocemos y nunca fallas ‒expresó Alí.
‒Por no mencionar que es el único pirata que nunca bebe ‒rió Nasser.
‒Jajaja ‒río también su compañero tras retirarse del lugar donde estaban clavados los cuchillos. Albur aprovechó para recogerlos y guardarlos.
él, así que tuvo que ir muy despacio y con mucho cuidado, y a pesar de ello, casi sufre algún percance. Cruzó la ciudad todo lo deprisa que pudo pero cuando llegó al barco de Haydar, era tarde… ‒¡Walesa! ‒exclamó Nasser al verla.
‒Turán llegó a mi casa. No pude evitar contarle donde os encontrabais. Salí todo lo rápido que pude para advertiros. Pero creo que no fue suficiente…
‒Tranquila. Ya estuvo aquí. Según decía venía en son de paz. El califa quería hacer un trato con Haydar así que se marchó.
‒Entonces, no está aquí… Le traía un regalo de despedida…
‒Puedes esperarlo, si lo deseas.
‒Tengo bastante prisa. Escapé de mi casa, y mi madre seguro que ya se dio cuentas. Estará preocupada. Lo esperaré un poco, pero sino regresa pronto, tendré que irme.
Ya en su camarote, Walesa no pudo evitar curiosear para matar el tiempo. Al poco, entró Nasser y casi la pilla.
‒Te dejo un poco de fruta y zumo. Si necesitas algo más, solo tienes que llamarme. Cuando el pirata salió, se tomó la bebida y cogió una manzana a la que le pegó un buen mordisco, y volvió a curiosear…
***
En el palacio del califa, Haydar debatía con Harum los términos de su alianza.
‒Como ya te he contado nuestro enemigo el brujo Zainab quiere el mismo cetro que tú y se ha aliado con Idrís para conseguirlo. Planean utilizarlo para arrebatarme el califato y quién sabe qué otras cosas. Ambos serán nuestros enemigos, así que te ofrezco una alianza entre nosotros, para evitarlo ‒le explicó Harum.
‒Y, ¿cómo me ayudarías?
‒Al igual que ha hecho Idrís, te ofrezco tres de mis barcos repletos de mis hombres. A mi guerrero Turán, y para equiparar la balanza, también mi mago Yasim te acompañará.
‒Gracias. Acepto. Aunque la ayuda del jefe de tu guardia me es prescindible.
‒Ya sé que existen rencillas entre vosotros pero, de ahora en adelante te servirá como cualquiera de tus hombres. Mis órdenes hacia ti han cambiado. Estoy seguro que no os causará ningún problema. Lo conozco muy bien. Es un servidor fiel. Si algo mueve a este hombre es la lealtad. No hará nada que yo no le diga.
‒Lo que dice el califa es cierto. Puedes confiar en mi, Haydar. Nuestras rencillas pasadas eran fruto del trabajo. Y ahora mi deber es otro.
***
Cuando el capitán regresó a su barco, Walesa ya se había marchado.
‒Acaba de irse, pero ya no la alcanzarás. Se cansó de esperarte. Tenía prisa. No quería preocupar a su madre… pero, te dejó este regalo de despedida ‒Nasser le mostró un enorme pan calentito.
‒Guárdalo donde no pierda el calor. Esta noche lo probaré con gusto, durante la cena en alta mar. Partimos ahora mismo en busca del cetro. Nuestros nuevos aliados nos seguirán con tres de sus navíos en los que además de sus guerreros estará ese Turán y un mago.
‒¿Así que al final has aceptado su propuesta?
‒No me quedaba otra. Nuestro enemigo Zainab también se ha aliado con Idrís, y dispone de otros tres barcos llenos de bereberes.
Al atardecer, La Furia de los Mares partía de Bagdad; tras él marchaban tres embarcaciones del califato.
Momentos antes, otro barco había llegado a la ciudad, La Fulana de Alá. Sin embargo, en ningún momento se encontraron porque se hallaban en puertos diferentes. Instantes más tarde, Mirza y Yazdi capturaron a Walesa de regreso a su casa y la llevaron hasta su barco. Cuando la encerraron en sus calabozos, ésta pensó que su secuestro debía guardar relación con aquellas extrañas cartas que no entendió muy bien, y que leyó por encima en el camarote de Haydar.
‒Acaba de irse, pero ya no la alcanzarás. Se cansó de esperarte. Tenía prisa. No quería preocupar a su madre… pero, te dejó este regalo de despedida ‒Nasser le mostró un enorme pan calentito.
‒Guárdalo donde no pierda el calor. Esta noche lo probaré con gusto, durante la cena en alta mar. Partimos ahora mismo en busca del cetro. Nuestros nuevos aliados nos seguirán con tres de sus navíos en los que además de sus guerreros estará ese Turán y un mago.
‒¿Así que al final has aceptado su propuesta?
‒No me quedaba otra. Nuestro enemigo Zainab también se ha aliado con Idrís, y dispone de otros tres barcos llenos de bereberes.
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Al atardecer, La Furia de los Mares partía de Bagdad; tras él marchaban tres embarcaciones del califato.
Momentos antes, otro barco había llegado a la ciudad, La Fulana de Alá. Sin embargo, en ningún momento se encontraron porque se hallaban en puertos diferentes. Instantes más tarde, Mirza y Yazdi capturaron a Walesa de regreso a su casa y la llevaron hasta su barco. Cuando la encerraron en sus calabozos, ésta pensó que su secuestro debía guardar relación con aquellas extrañas cartas que no entendió muy bien, y que leyó por encima en el camarote de Haydar.
Se van formando las alianzas, algunas más endebles e increíbles que otras. Puede que todos se estén preparando inconscientemente el momento en que intentarán darle un puñal por la espalda...
ResponderEliminarCuando Haydar se entere que Mirza y compañía secuestraron a Walesa se va armar una... Je, je, je.
Ese cetro va a ser el origen de muchas -y divertidas- desgracias. Si los que crearon ese objeto fueron castigados por los dioses, es mejor ni siquiera pasar cerca de él. Ya veremos hasta donde llega la ambición.
Por cierto, el Roc me pareció fantástico. Yo quisiera tener uno. Je, je, je.
Buen trabajo, a la espera del siguiente capítulo. ¡Saludos!
Hola Nahuel. Gracias por leer, comentar y compartir.
EliminarJeje. Esas alianzas están envenenadas en palabras falsas. Las traiciones en último momento pueden jugar malas pasadas. Todos miran el beneficio propio sin importarles quienes utilizan para ello. Las puñaladas por la espalda están por venir, y se presagian muchas... jeje.
Mirza capturó a Walesa para tener un as en la manga por si fracasaba en su intento de conseguir el cetro. Además, quería que Walesa tuviese un papel más protagonista introduciéndola en la aventura y la acción.
La ambición es muy fuerte en esta época y en estos personajes, y puede que sea la perdición de algunos.
Sí, el Roc es un animal fantástico... no será el último.
Gracias. Ahora a esperar el de Carmen; seguro que lo borda.
¡Saludos!
Bastante entretenido este capítulo. Aunque tardaste mucho en escribirlo. Por suerte aún recuerdo lo anterior.
ResponderEliminarComienzan las intrigas, las traiciones. Y con el rapto de Walesa pareciera que habrá rtiangulo amoroso ;-).
Creo que comienza aponerse aún mas interesante.
Hermosa criatura el roc. Habrá que esperar a saber de las demás.
A esperar a Carmen.
¡saludos!
Hola Sofía. No recuerdo muy bien si es tu primer comentario en mi blog. En cualquier caso, bienvenida. Ya sabes... como si estuvieses en tu casa.
EliminarGracias. Perdón por la tardanza en escribirlo. En un principio nuestra intención fue publicar las entradas cada dos semanas, cosa que cuando no estaba trabajando me era posible, pero ahora, me resulta muy difícil. De todas formas, cuando me toque el cinco intentaré tardar algo menos.
Lo has dicho muy bien comienzan las intrigas... se pone muy interesante, y más aún con la inclusión de Walesa en la aventura, un factor que nadie esperábamos, incluso la idea me sorprendió a mi mismo cuando surgió. Pero creo que fue muy buena.
Gracias, a ver que otras criaturas se nos ocurren...
A esperar a Carmen... jeje, bueno seguro que merece la pena esperar...
¡Saludos Sofía! ¡Y ya sabes, vuelve cuando quieras al blog y te sumergirás de lleno en la fantasía!
Hola gracias. Ya andaré urgando en tu blog.
EliminarEl capitulo 1 de Haydar lo leí en el blog de Carmen. Es interesante leer historias compartidas.
Y si hay prioridades cono tu trabajo. Aunque valió la pena la espera.
Le espera un buen reto a Carmen superar éste capítulo.
¡saludos!