SILVANYA
Dejaron el valle
de los unicornios y se adentraron, de nuevo, en el bosque. Estaba lleno de luz,
y en él, el canto de los pájaros se sentía continuamente, alegrando la vida de
todos los que allí vivían.
Avanzaban
por el bosque, cuando… Susan vio un
pájaro maravilloso. Era de color rojo, con el pecho anaranjado, una cresta en
la cabeza de color escarlata, y una cola morada.
Su
tamaño era algo más grande que el de un águila normal.
-Es un fénix, un ave que veneramos. No son muy
abundantes, pero tienen el poder de convertirse en fuego para morir, y después
renacer de sus cenizas. Además, tanto sus plumas como sus lágrimas tienen
propiedades mágicas -Isilion les contó todo esto, con mucho entusiasmo. Le
tenía un gran aprecio a esos pájaros.
Más
adelante, volvieron a encontrarse con el río cristalino. Allí, pararon para
llenar sus cantimploras y dar de beber a los unicornios. A continuación, todos
cruzaron el río.
A
partir de aquí, para los chicos todo era nuevo.
Durante
un rato, no ocurrió nada. Pero… mientras cruzaban el bosque, poco después, escucharon
el susurro de una voz que parecía angelical. Era la voz de una mujer, que decía:
-“Niños humanos, sois los elegidos. Venid
aquí”
Todos,
ensimismados, siguieron el sonido de la voz… hasta llegar a un pequeño claro
del bosque.
Allí,
se le acercaron seres diminutos que volaban y estaban iluminados como las
luciérnagas… pero, que en cambio, tenían el cuerpo en miniatura de una mujer
con las orejas puntiagudas.
Parecía que los invitaban a que las siguieran.
-Podéis confiar en ellas. Son pequeñas hadas -contó
Isilion a los muchachos.
-¿Puedo tocar una, para comprobar que es real?
-preguntó Susan.
-Creo que sí, supongo que no les importará,
parecen sociables -respondió Isilion.
Susan
se acercó a una de ellas, y, con su dedo índice la tocó. Ésta desprendió un
polvo mágico y luminoso, que en realidad era polen recogido de las flores. Éste,
al ponerse en contacto con la piel del hada, se convertía en este polvo.
Éste llegó hasta la nariz de Susan, e hizo que estornudara.
-No lo volveré a hacer -le dijo Susan a
Isilion.
-Creo que los polvos luminosos tienen el poder
de hacer estornudar. Seguro que es una defensa contra los enemigos, para que no
las intenten atrapar -explicó, muy bien, el elfo.
A
continuación, siguieron a las hadas y llegaron hasta un gran claro donde había
una luz que llegaba a cegarlos, si la miraban con detenimiento. Esta luz…
intensa, cálida y tranquilizadora, fue cesando en luminosidad. Entonces,
pudieron ver que había un pequeño estanque entre la hierba, rodeado de grandes
y hermosas flores. Detrás, había rocas, de dónde manaba el agua que caía hasta el
estanque. Ésta brotaba de la nada. Era algo mágico.
Los
chicos dejaron de mirar hacia el estanque y fijaron sus miradas hacia el lugar
donde provenía la luz. Sobre las piedras había una gran piedra plana, y sobre ésta,
se encontraba una hermosa mujer con alas de mariposa, transparentes; como las
pequeñas hadas. Vestía una ropa fascinante, pero a su vez muy liviana y
totalmente blanca. Igualmente, sus cabellos dorados con tonos plateados, le
daban aún un aspecto más deslumbrante.
Mientras
el grupo la observaba, cegados por momentos por la intensa luz; el hada con una
voz dulce y embriagadora, dijo:
-Bienvenidos humanos, soy el hada del bosque
iluminado. Os quiero decir que sois los elegidos por los dioses para la difícil
misión de encontrar las ocho piedras de colores, las “Dragonstones”.
La
piedra que poseéis tiene un gran poder. Un poder que requiere una gran
responsabilidad. Tendréis que sortear muchos peligros; pero a pesar de ello,
nunca dejéis que esa piedra caiga en malas manos. Para ello, debéis protegerla
incluso con vuestras propias vidas. Por eso, os entregaré un frasco de cristal
con agua curativa. Bebedla cuando os hieran, pero no desperdiciarla.
Tras
decir esto, el hada les dio un frasco a las hadas pequeñas. Una lo abrió; y
otra llenó el frasco de agua del estanque. Luego, una tercera recogió polen de
aquellas flores, y lo espolvoreó sobre el contenido del frasco. Al caer, el
agua se volvió luminosa. A continuación, lo cerraron y se lo entregaron
a Susan.
Ésta
lo cogió:
-Muchas gracias -dijo, agradecida.
-Tendremos muy en cuenta lo que nos has dicho.
Puedes estar segura que protegeré la piedra con mi vida -dijo Kevin, sabedor de
lo mucho que pesaría esta promesa.
Tras
despedirse todos… el hada y sus pequeñas compañeras, junto con el estanque, las
rocas, y las flores, desaparecieron… poco a poco.
Había
parecido un espejismo, pero no fue así. Porque Susan aún conservaba el frasco
que el hada le regaló.
-Tenéis suerte. Pocos son los que han visto un
hada. Incluso yo, un elfo, nunca ví una antes. Sólo escuché leyendas sobre
ellas -dijo Isilion, una vez que desaparecieron las hadas.
El
bosque en el que se encontraban, se llamaba el bosque iluminado por muchas
razones, aparte… de por la abundante luz que entraba entre los árboles.
Los
habitantes del bosque vivían en armonía con él. Por eso, siempre se oía el
canto de los pájaros. Además, los animales podían correr por él, sin temor
alguno. Era un bosque en el que había: ardillas, comadrejas, conejos, ratones,
nutrias, zorros, jabalíes, osos, muchos pájaros… y hasta un ciervo blanco,
mágico.
Los
chicos, mientras atravesaron el bosque, sólo vieron: ardillas, conejos, un
zorro, un búho, el fénix y algunos pájaros cantores.
Era
un bosque lleno de vida, magia, paz, y tranquilidad… Y era el bosque más hermoso
del continente de Bábylon. Gracias también, al verde de sus árboles y de su
vegetación.
Habían
atravesado gran parte de él… cuando Isilion se detuvo, de repente.
-Chicos, hemos llegado. Detrás de esos
árboles, se encuentra mi pueblo, Silvanya. Estoy seguro de que os alegraréis de
haber venido.
Avanzó hasta la entrada; y ellos, montados en sus unicornios, lo
siguieron.
Se
encontraban, ante la entrada a Silvanya. Ésta tenía enormes arcos, hechos de
madera.
Abajo,
había tres arcos; y sobre estos tres, otros tres. Y todos tenían hiedra
enredada.
Los del centro estaban sostenidos por columnas de madera. Esculpidas en éstas,
había estatuas de antiguos reyes elfos.
Los
arcos que había a cada lado de los del centro, se unían a los troncos de
los dos enormes árboles.
Los
arcos tenían labradas formas y figuras élficas.
Encima
del arco central de abajo, que no tenía puertas porque los elfos querían
sentirse en comunión con el bosque, había una inscripción situada entre dos
farolillos que se encendían cada noche; que decía una frase en élfico:
<<
ELENDIL MARATULDA COAMNANN A >>
Que
venía a decir, algo como:
<<
AMIGO DE LOS ELFOS, BIENVENIDO A CASA >>.
Los
muchachos cruzaron la entrada, y vieron algo que jamás hubieran imaginado. El
pueblo parecía formar parte del propio bosque, porque era totalmente de madera.
Los
elfos habían arrancado de raiz los árboles que había donde ahora estaba el pueblo;
y después, plantaron en los alrededores del lugar, dos árboles, por cada árbol
talado.
El
pueblo tenía una enorme plaza donde no crecía la hierba, pero estaba casi cubierta de hojas secas de árboles caídas.
En
el centro, había una fuente, (la única cosa de aquél sitio, que no
estaba hecha de madera, sino de piedra), y dentro de ella había una
estatua que representaba a Líadriel, dios elfo, del vino y las canciones.
A
ambos lados de la plaza, estaban: las posadas, la herrería, la carpintería, la
sastrería y muchas otras cosas.
Asimismo,
había unas escaleras en el centro de cada lado, que ascendían hasta una gran
plataforma que había alrededor de los dos enormes árboles; y que unía, unos con
otros. Encima de éstas, había casas con tejados que caían a ambos
lados.
Estas
grandes plataformas tenían unas barandillas que daban a la plaza. A los chicos,
les recordaba… las terrazas de su mundo. Las escaleras no terminaban en estas
casas, sino que ascendían a una segunda plataforma, aún, más alta; donde había
más viviendas.
A
ambos lados de la plaza, detrás de los grandes árboles que daban a ella… había
una calle y después más casas, dispuestas de la misma manera que las de antes.
En
el fondo de la plaza, había un árbol. Abajo, junto a éste, estaban: las salas
de reuniones, la cámara principal y muchas otras estancias, con distintas
ocupaciones.
Este
árbol tenía unas escaleras que subían en espiral, alrededor de él, hasta arriba;
dónde estaba la casa del rey de los elfos silvanos y su hija, la princesa
Mialee. Una casa enorme y hermosa, que tenía un gran balcón, que miraba a la
plaza.
Para
concluir, todo el pueblo estaba lleno de farolillos que encendían de noche; y
que en la oscuridad, parecían grandes luciérnagas. En cambio, de día, al no
haber árboles, Silvanya se veía iluminada, por la luz de los tres soles.
El grupo se adentró en el pueblo…
Los
elfos los miraban extrañados, debido a las ropas que vestían.
Un
elfo saludó a Isilion:
-Hola, traes una buena cría de unicornio -el
pequeño animal parecía recuperado y con fuerzas; y tenía un color marrón, muy
saludable.
-Sí, seguro que será tan bueno como su madre -respondió-. Por favor, llévate los unicornios y trátalos bien -el otro elfo hizo
lo que le dijo, sin mediar más palabras.
Enseguida, los chicos llegaron al fondo de la plaza…
-Entrad conmigo. Os llevaré a la sala de
invitados -les indicó el elfo.
Éste,
una vez los llevó, se retiró. Con todo, enseguida fueron atendidos.
Los
chicos se sentaron, y las muchachas elfas les pusieron de comer. Mientras,
Isilion se fue a buscar al rey, para informarlo de todo.
En
la mesa de la sala de invitados había: jabalí en salsa de almendras, para
comer; zumo de grosellas, para beber; y de postre tenían… un surtido de frutas
del bosque, muy variado.
Los
muchachos comieron con mucho entusiasmo, pues llevaban mucho sin probar algo
tan apetecible. Desde que llegaron a Shakával, sólo habían probado pescado,
algo que ya les parecía repetitivo, y algunos frutos del bosque, que les dio
aquel elfo, la noche anterior.
Isilion
entró en la sala del trono. Allí, se encontraba el rey, un elfo de un metro
ochenta con una larga melena negra suelta y grandes ojos azules… sentado junto
a su hija, situada de pie, a su lado.
Cuando
la princesa Mialee y él cruzaron las miradas, la pasión dominaba sus
corazones. Ella incluso se ruborizó. Aunque, trató de disimularlo. Porque ellos
sólo se veían a escondidas. Si el rey llegase a descubrirlos… no consentiría
que ella se casase con un arquero.
Mialee
era una princesa elfa, preciosa. Lucía una larga melena ondeada de color negro,
que llevaba normalmente suelta; y, tenía unos grandes ojos rasgados, de color
claro, muy lindos.
Su
edad, diez años menos que Isilion; y su altura, un metro con setenta y cinco.
Estaba
verdaderamente hermosa aquel día…
Eso
mismo pensó Isilion al ver el vestido que llevaba puesto. Largo y rojo, y abierto
a ambos lados a la altura de sus piernas. A la par, tenía un escote caído y
manga larga.
Además,
llevaba: una capa blanca, y adornos en el pelo, cuello y dedos de las manos.
Sin
embargo… no siempre vestía tan elegante. Isilion la había visto cuando tenía
que luchar. Entonces, cambiaba esta ropa por otra más adecuada, que llevaba
siempre en su unicornio.
Pero
a pesar de ello, siempre estaba radiante.
Como
armas, utilizaba un “arco corto de los antiguos”, “dagas arrojadizas simétricas”
y un anillo llamado “Suerte de Yondalla”.
Isilion
contó todo al Rey Almare, y éste decidió que su hija Mialee llevase a los
chicos a Longoria; la principal ciudad de Shakával, la ciudad de los hombres.
Allí, el consejo sabría donde llevar la piedra y decidiría el destino de ésta y
de los chicos.
El
Rey Almare también ordenó a Isilion que acompañara y protegiera a los chicos,
hasta que llegasen a Longoria. Era razonable, porque había sido él quien los
había traído a Silvanya.
Antes
que todos partieran, Almare había enviado una paloma blanca mensajera, para
avisar al consejo, y que tuvieran todo listo para cuando llegasen los chicos.
Después,
el Rey Almare se despidió de su hija, en idioma élfico:
-Mára mesta. (Buen viaje). Entula rato. (Vuelve
pronto) -y su hija Miallee le respondio:
-Hantalë. Frelyar merin sa harya. Lyë rato.
(Gracias. Tus deseos, espero que recibas pronto).
-Mique-li. Namárië! (Muchos besos. ¡Adiós!)
-Namárië!
(¡Adiós!)
Isilion
volvió con los chicos, les presentó a Mialee, y les contó lo que tenían que
hacer.
Ellos
se alegraron porque una princesa elfa, tan apuesta y distinguida, se molestara
en acompañarlos a la ciudad de Longoria: la ciudad de los hombres, que fue
fundada por los descendientes de los primeros muchachos que vinieron del mismo
mundo, que Kevin, Éric y Susan; y que reunieron las Dragonstones.
Montados
en sus unicornios, los chicos y los dos elfos dejaron Silvanya.
El
unicornio de la princesa era marrón, como el unicornio pequeño. Se parecían,
porque el de Mialee era el padre del pequeño.
En
poco tiempo, llegaron al límite del bosque iluminado; ante sí, tenían campos
con verdes prados. Éric, entonces, animó a su unicornio a cabalgar. Luego, dijo
a los demás:
-¡A que no me seguís!
-¡Eso crees tú! -expresó Kevin.
-¡Esperad, no sabéis el camino! -comentó
Isilion.
Todos
siguieron a Éric. Isilion y Mialee lograron alcanzarlo y aventajarlo.
Seguidamente, dirigieron a todos.
Tras
una larga carrera, llegaron de nuevo al río cristalino; pero por una zona más
baja, cerca de Longoria.
Como
oscurecía… decidieron parar allí, para descansar. Mañana, con tiempo, seguirían
hasta llegar a Longoria.
Lo
primero que hicieron fue dejar los unicornios cerca del río. Allí podrían
descansar, comer y beber.
Mientras
los chicos preparaban el fuego, Mialee dijo que se daría un baño antes de
comer.
Isilion
no quiso desaprovechar la ocasión, de modo que se escabulló cuando los chicos
estaban distraidos, y con el sigilo de un elfo (nunca mejor dicho), la siguió.
Mientras
la princesa elfa, con delicadeza, se deshizo de sus ropas; el elfo, tras unos
arbustos, la observaba… y se embelesaba con su hermosura.
Isilion
y Mialee se amaban, pero aún no habían pertenecido el uno al otro. Por
supuesto, no sólo era eso… sino, que ésta era la primera vez que el joven elfo
la veía desnuda.
La
princesa se metió lentamente en el agua, nadó un rato, y después salió del río.
Isilion,
cuando la vio abandonar el agua, se quedó maravillado. Los cabellos de su melena
negra azabache, caían empapados sobre su pecho… al igual que las gotas de agua
que se deslizaban por su piel, acariciándola... sobre las cual se reflejaba la
luz de las estrellas, produciendo una imagen de ensueño.
Isilion
no pudo resistir más, y salió de detrás del arbusto. Ella lo esperaba, pues fue
a nadar al río con la intención de que él la siguiera. Porque no sabía si iba a
tener otra ocasión como ésta, junto a su amado, fuera de Silvanya.
Enseguida la cogió, y con
pasión, la atrajo hacia su pecho...
…
la arropó con sus brazos, y luego, con sus dedos, cariñosamente, coqueteó con
sus humedecidos cabellos. Seguidamente, bajó su mano progresiva y suavemente,
por su agraciada espalda; mientras ella abandonaba su cabeza sobre su hombro.
Cuando dejó de acariciarla, se miraron a los ojos. Entonces, ella le dijo en
élfico, que lo amaba con toda su alma; pero… que no quería entregarse a él, sin
que su padre lo aceptara como yerno; pues lo quería y respetaba mucho.
Además, prometió a su madre, cuando esta murió, no disgustarlo nunca.
Isilion
le dijo que aquello cambiaría… que conseguiría que el Rey Almare lo aceptara, y
que aprobase una boda entre ambos.
Tras
esta declaración de amor, los dos se secaron y ella se vistió. Luego, volvieron
junto al fuego, y entonces los chicos comprendieron muchas cosas.
Cenaron
sin pronunciar prácticamente palabra… todos estaban un poco cohibidos. La única
conversación que tuvieron fue la del tema de las guardias. A pesar que Kevin y
Éric se ofrecieron, Isilion se negó,
dijo que sería él; conocía aquel mundo, algo que ellos no, y tenía los sentidos
mucho más desarrollados. Así que no hubo discusión. Sería él que haría la
guardia durante la noche.
Al
mismo tiempo que vigilaba, observaba a Mialee, mientras dormía. Y
pensaba… que si conseguía ayudar a los muchachos a encontrar las Dragonstones,
el Rey Almare no vería mal la unión con su hija.
A
la mañana siguiente, recogieron todo y se dirigieron a Longoria; que estaba a
una hora, al otro lado del río.
Me ha gustado mucho. Mejoras en cada capìtulo. La lengua élfica es una pasada...
ResponderEliminarA mí también me gusta mucho este capítulo. En cuanto a la lengua élfica, en este es el único que aparecen palabras de ella.
Eliminar¡Yo quiero ir a Silvanya! Tu descripción del pueblo está muy bien hecha, me ha resultado un lugar pacífico y encantador.
ResponderEliminarNo me esperaba la historia entre Isilion y Mialee, es muy dulce, felicidades.
Un saludo.
Jeje... y yo. Me alegra que la descripción te haya ayudado a situar cada cosa en el pueblo. La historia entre ambos elfos en este capítulo es dulce y romántica. Es un amor en el que no existen clases, lo menos para ellos. Sin embargo, eso mismo es lo que les impide amarse con total libertad. Pero ese amor les llevará a no rendirse, y más ahora que están juntos todo el tiempo.
EliminarPosdata: ¿Has visto el mapa y la enciclopedia?
Muy buen capítulo. Lo que más me gustó fue la lengua élfica. Lástima que no aparecerán más palabras. También me sorprendiste con la historia de Mialee e Isilion. Ya veremos cómo se desarrolla.
ResponderEliminarSaludos.
Si una lástima, pero no conozco la lengua. Sola tenía tres o cuatro páginas que conseguí gracias a mi hermana, con un poco de vocabulario. Así, que no pude desarrollarla más. Éste capítulo es muy romántico gracias a su historia.
EliminarSaludos.
¡Hola de nuevo!
ResponderEliminarVaya, ¡no tenía ni idea de que supieras algo de elfo! Ahora sí que me has dejado de piedra ^^
Un capítulo muy bonito. Me ha encantado el pueblo de Isilion. Y la relación secreta entre la princesa elfa y él. Espero que tengan suerte y acaben juntos (Como acabe mal y me hagas llorar, vas a desear no haberme conocido XD el abrazo hulk no va a ser nada comparado con lo que te espera jajajaja) (es brooooma)
Pero, sin duda, la parte que más me ha gustado a sido la de las hadas. Que apareciese el estanque con el hada, me ha dejado fascinada. Me encantaría estar en un sitio así. Debe ser precioso, ¿verdad?
Bueno, pues nada, intentaré ponerme al día cuanto antes ;) ¡Un besote!
Hola.
EliminarNo sé elfico. Sólo tengo cuatro hojas con un poco de vocabulario. Aunque unas primas mías que viven en Mallorca decían que allí se podía escoger elfico como asignatura optativa. Dos apuntes... creo recordar que Isilion significa Hijo de la Luna, y Elendil el mago que saldrá más adelante, como pone en el letrero de la entrada a Silvania, significa amigo de los elfos.
Es bonito su pueblo, eh.
Prometo que trataré bien a los dos tortolitos. Por la cuenta que me trae... Ufff solo del comentario ya me duelen los huesos. Jeje.
La escena del estanque me parece simplemente mágica. Sólo en un mundo lleno de fantasía se puede una imagen así, es por eso que me gusta tanto escribir este tipo de historias.
Además de ésta escena, la romántica de Mialee e Isilion cuando ésta sale del río a la luz de las estrellas me gusta también mucho.
Nos vemos en el próximo capítulo.
Besos.
¿Se podía estudiar élfico? o_O Vaya, ahora sí que me he quedado a cuadros... jejeje
EliminarBueno, me voy a por el 4. Ya falta menos para ponerme al día ;)
Ciao!