BÚRDS
Era
cerca de mediodía, cuando el grupo llegó a la ciudad de Búrds. Ésta se dedicaba
al comercio, sobretodo con los navegantes, y a la pesca.
Entraron
en ella. Los dos ángeles, para no llamar la atención, escondieron sus alas
entre sus capas. Sin embargo, no pasaron del todo inadvertidos. El
grupo era muy diverso, y las gentes del pueblo los observaban preguntándose que intenciones traían.
Buscaban
un barco que les llevara a la isla de Loft, donde vivían los altos elfos; los
más altivos y orgullosos de su raza, y reacios a
relacionarse con los demás.
En
el trayecto desde Half hasta Búrds, los chicos habían estado pensando en las
consecuencias de un viaje cómo aquél. Ninguno de ellos había viajado antes en
barco. Seguramente, se marearían, y más aún, en este mundo, dónde los movimientos
provocados por las olas, se notaban mucho más.
Además
de los mareos, estaban los peligros que seguramente habría. Se preguntaban,
que clase de criaturas había en los mares de un mundo como éste; y no quedaban muy
satisfechos con las conclusiones a las que llegaban. Isilion trató de calmarlos,
pero no sirvió de nada, pues Justin intentaba justo lo contrario.
El
joven ladrón les contaba historias de algunos de los viajes en alta mar, que él había hecho. Procuraba siempre, exagerar la situación, para hacerse el valiente y
cachondearse del miedo de los chicos.
Decidieron
ir primero, a una posada donde llenar el estómago, y dónde seguramente,
encontrarían información sobre algun barco que
se hallara en el puerto, en estos días.
Tras
buscar por sus cercanías, entraron en la primera que encontraron.
Nada
más dentro, Justin no pudo evitar fijarse en la hija del posadero; una joven y
bella muchacha que servía la comida y la bebida a las mesas.
El
ladrón siempre había sido un salido. Le gustaban todas las chicas de buen ver;
y siempre que deseaba a una desconocida, intentaba llevársela a la cama.
Como
el grupo era grande, tuvieron que juntar dos mesas para que todos pudieran sentarse
a comer. Pidieron
su comida, pero a Tristan, el alto y fuerte bárbaro, tuvieron que traerle
ración doble de todo, pues comía por dos, y nunca parecía lleno.
El
grandullón, como Gúnnar, venía de la zona de Nordia. Tenía una larga melena
lisa, de color castaño, algo descuidada, y unos bonitos ojos claros.
Su
cuerpo imponía, medía un metro con noventa y estaba en toda su plenitud, pues
tenía veintisiete años y una forma envidiable; ya que su cuerpo era pura
musculatura, aunque muy bien distribuida. Tenía la piel curtida por los soles y
el aire, debido a que casi siempre llevaba los brazos, las piernas, y el pecho
al descubierto. Su ropa era toda de cuero marrón claro, excepto lo que cubría
las botas, y la capa que eran de piel de algún animal.
Ésta
le venía muy bien en Barbaria, porque había mucha nieve. Allí, solía llevar más,
pero en zonas menos frías como en la que se encontraba, le bastaba con lo de
ahora.
Sus
armas eran un enorme espadón y un escudo.
Mientras
comían, pudieron observar que en un rincón de la posada había un grupo que estaba
hablando de un barco, que parecía ser donde trabajaban.
Silvan
decidió acercarse y preguntarle sobre el tema, pero éstos no quisieron contarle
nada, sin algo a cambio.
El
general les ofreció algo de dinero, pero ellos descubrieron que iba acompañado de un mago, y prefirieron no aceptarlo.
-Sólo os daremos información… si el anciano
mago nos muestra algunos trucos de magia, para
entretenernos -apuntó el líder del grupo.
-Esperad un momento, veré lo que puedo hacer –les
dijo.
De
modo que volvió a la mesa de sus compañeros, e intentó convencerlo.
-Eléndil, necesito que muestres algunos
trucos a aquél grupo para conseguir la información sobre el barco que
necesitamos.
-¡¿Estás preparada para mostrarles algo del
ilusionismo que has aprendido?! -le preguntó éste a su discípula.
La
joven, entusiasmada, le respondió:
-¡Claro, estoy deseando hacerlo! No tengo
muchas ocasiones para mostrar lo que he aprendido.
Entonces,
ambos se acercaron hasta la mesa del rincón. El
viejo mago, a continuación, les dijo:
-¡Muchachos! si queréis diversión, os la
ofreceremos.
Seguidamente,
hizo que las jarras de cerveza que éstos estaban bebiendo, se elevaran en el
aire. Éstas comenzaron a danzar en círculo, justo encima de la mesa. Los marineros
a los que ofrecía el espectáculo, y la demás gente de la posada “El rincón del
navegante” se quedaron ensimismados observando. No obstante, la
actuación sólo había principiado.
Eléndil
hizo que la cerveza que había en las jarras, se convirtiera en oro en polvo.
Para
que los marineros lo apreciaran, con el movimiento de uno de sus dedos, hizo
que una de las que danzaban en el aire, vertiera su contenido sobre el
cabello de uno de ellos.
La
gente se quedó perpleja; y el marinero exclamó:
-¡Mirad chicos, es oro!
Otro
se levantó para coger una, pero el mago, al verlo, al instante,
convirtió el oro en fuego. El hombre al cogerla gritó, y ésta se le cayó.
Entonces, intervino Lana… antes que llegara
a tocar el suelo, convirtió el fuego en
cerveza congelada. Y ahora, el oro en polvo que cayó sobre uno
de ellos, era escarcha de
cerveza.
Inmediatamente,
convirtió las tres jarras que quedaban en el aire, en gaviotas. Como éstas volaban en círculo, hizo que una se posase en la calva de uno de los tres hombres que aún no les había
ocurrido nada. El pájaro empezó a picotearle la cabeza, y uno de los otros dos,
le dijo, en tono burlón:
-¡Parece que le gusta tu calva, debe saber a pescado
podrido! ¡Jaaaaaaa!
Y
el marinero, le respondió:
-¡Cállate! ¡Esta maldita gaviota no va a volver
a molestarme más!
A
continuación, quiso atraparla, para retorcerle el gaznate, pero ésta se elevó, y
se cagó sobre su cabeza. Entonces, toda la gente de la posada, excepto Eléndil,
Lana, Silvan y el propio marinero, rompieron en carcajadas. Éstas llegaron a oírse incluso desde fuera de la posada.
La
muchacha pensó que era hora de terminar el espectáculo. Así, que convirtió de
nuevo las tres gaviotas en jarras de cerveza líquida, y las posó sobre la mesa.
La bebida en forma de escarcha se transformó también; así que tenía
el pelo, la ropa y las manos llenas de ella.
La
jarra de cerveza helada que cayó al suelo, también cambio de estado, por lo que
se llenó parte de él.
Eléndil
entonces preguntó a los marineros:
-¿Merece este espectáculo vuestra información?
Uno
de los dos a los que no les había pasado nada, contestó:
-¡Ya lo creo! ¿Verdad Alan?
El
chico al que había mencionado era al que Eléndil había vaciado la jarra de oro
en polvo, sobre su pelo pelirrojo, después, Lana lo transformó en escarcha, y por último, convirtió
nuevamente ésta en cerveza líquida.
El
joven era un marinero torpe, un poco desastre, y del que los demás acostumbraban a reírse porque tenía un punto
de tonto muy gracioso. Pero también un
gran corazón.
Estaba
harto de la vida que llevaba, sobretodo porque en realidad nunca le había
gustado. Pero no tenía a nadie en la vida, y no sabía hacer otra cosa, ya que
se crió prácticamente en el puerto. Allí, fue donde su madre lo tuvo, y donde
murió en el parto.
Su
padre había sido asesinado poco antes, por un ajuste de cuentas. La causa era
que no había devuelto una gran cantidad de dinero, que anteriormente le habían
prestado.
Una
capitana de barco lo encontró en el
puerto y lo crió. Así, que siempre había vivido en uno, algo de lo que estaba
ya cansado; quería vivir aventuras, conocer sitios… pero de forma diferente a
como siempre lo había hecho.
Silvan
se disculpó con el posadero, por haberle manchado el suelo de cerveza. Sin
embargo, éste le contestó:
-No pasa nada, el espectáculo que habéis dado,
bien lo merece. Este lugar se recordará por este día, y vendrá más gente.
Los
marineros después lo llamaron y le contaron que ellos trabajaban en un barco,
“El Tritón”; que se encontraban en el puerto recogiendo provisiones y cargando
cosas que podrían pagar muy bien los comerciantes de otros puertos.
El
general les dijo que necesitaban uno que los llevara a la isla de Loft.
Éstos
quedaron en acompañarlo a él y a su grupo, a primera hora del día siguiente, a
ver a la capitana del barco; y que ella decidiese.
Luego,
se despidieron de todos y salieron de la posada.
Silvan
que había vuelto con los demás, les dijo: -Me marcho a la habitación a
descansar. Si mañana conseguimos embarcar, nos espera un día ajetreado. Hemos
quedado muy temprano, así que no tardéis mucho en subir a dormir.
Una
vez que se subió a la habitación, Justin aprovechó para flirtear con la
muchacha que trabajaba en la posada. Con su labia, y gracias a lo impresionada que
ésta había quedado con sus compañeros, consiguió que le dejase las llaves de la habitación donde dormía. Ella le dijo que la esperase hasta que subiera, una vez
acabara de limpiar la posada. Quería que le llenase la cabeza con sus aventuras; a cambio,
dejaría que le hiciese pasar una noche de pasión, como le había contado que le
hacía pasar a todas las amantes, que dejaba a su paso por los pueblos.
A
la mañana siguiente, todos se reunieron de nuevo en la posada. Y Silvan
consiguió convencer a la capitana del Tritón, para que los llevase a la isla de
Loft.
Me han gustado los trucos de magia, son chulos.
ResponderEliminarHe encontrado una repetición en el texto "ya que" en este párrafo;
-medía un metro con noventa y estaba en toda su plenitud, pues tenía veintisiete años y una forma envidiable; ya que su cuerpo era pura musculatura, aunque muy bien distribuida. Tenía la piel curtida por los soles y el aire, ya que casi siempre llevaba los brazos, las piernas, y el pecho al descubierto-
Gracias. Me alegra que te gustaran los trucos. He releído el capítulo, y además de ese fallo, he encontrado bastantes más, de modo que lo revisaré y lo volveré a colgar. Un saludo.
EliminarMuy buenos los trucos, sobre todo la cagada. Ji, ji, ji. Al final Justin consiguió lo que quería... y yo que creía que iba a recibir una bofetada que lo dejaría dando vueltas como un trompo.
ResponderEliminarSaludos.
Sí. Me partí escribiéndolo. No, este chico es un mujeriego que consigue sobretodo con su labia, llevarse a las chicas inmaduras, y no tanto, a la cama. Muy pocas se resisten ante este bribonsuelo.
Eliminar¡Qué bueno, este capítulo! Muy entretenido :) Me he reído con la parte del espectáculo en el que el pájaro se hace sus necesidades en la calva del marinero XD Qué risa, ¡para verlo!
ResponderEliminarLo que no me esperaba era que Justin fuera tan mujeriego, no me lo esperaba. Que se riera de los chicos por temer coger el barco sí, pero mujeriego... jejeje una sorpresa :)
Veremos qué pasará a continuación. Lo que no sabemos es si los malos les han seguido, ¿no?
Bueno, pues hasta el próximo. ¡Nos leemos! ^^
Gracias de nuevo.
EliminarMe alegra que te esté gustando la historia.
Yo también me reí con esa parte al escribirló. Jeje.
Sí, a Justin le gusta robar, la juerga y el cachondeo y sobretodo las mujeres. Las cuales suelen caer en sus redes gracias a su labia y su sentido del humor. Es un pillin.
Sí, están en ello.
Nos leemos.
Abrazos.