EL EJÉRCITO DE LOS PROSCRITOS
En la Torre de la Lahmia todo estaba tranquilo. Como de costumbre, ella dormía hasta bien avanzada la tarde en su ataúd lleno de tierra de Vampiria. Pronto despertaría, con el cuerpo renovado de energía.
Aquella tarde, Érgorth había estado todo el tiempo encerrado en su laboratorio.
Mientras su señora descansaba era él el que se ocupaba de la torre. Pero cuando no había mucho que hacer, como era el caso, se metía en él y practicaba fórmulas y hechizos nuevos, o aquellos que aún no dominaba, como deseaba.
Casi al caer la tarde, oyó un estruendo fuera, en las cercanías de la torre, y se acercó a una de las ventanas a echar un vistazo. Lejos, vio una polvareda formada por el resto del ejército que su señora había mandado reunir. Había hombres a caballo y a pie.
Márenon venía al frente de él.
Abajo, el ejército que esperaba reunido, también la vio, y uno de ellos gritó:
-¡Mirad, nuestro ha regresado! ¡Ha conseguido reunir un gran número de hombres! ¡Esos longorianos tendrán ahora motivo para temernos!
El nigromante dejó sus ocupaciones y bajó la torre a recibir al proscrito. Alcanzó la salida, se encontró con las primeras tropas y siguió un poco más adelante. Pero antes de llegar a su objetivo, se detuvo... quería hacerle ver que estaba por encima de él. Con que, espero a que el general se adelantara hasta su posición.
Poco después, éste llegó hasta él.
-Veo que tu búsqueda a tenido su fruto -expresó observando todos aquellos hombres.
-Sí, ahora si estamos preparados para afrontar el ataque con garantías -declaró mientras, evitaba mirar a Érgorth directamente a la cara, pues lo que sentía hacia él cada vez que lo tenía cerca, era repulsión.
-Espera un momento aquí…
Instantes después, entró en la habitación de la señora de la torre, abrió el ataúd, y con mucho cuidado...
-Perdonad, ya sé que no le gusta que la despierte hasta el anochecer, pero el proscrito ha llegado con el resto del ejército.
-No importa. Sólo me quedaba una hora de sueño, y por lo que veo, está nublado -como casi siempre en aquel lugar. Además, la torre estaba prácticamente rodeada de montañas, tan altas que impedían que la mayoría de la luz de los tres soles llegara hasta donde se encontraba. La Lahmia apreciaba mucho al Nigromante No-Muerto-. Por favor, acércame la poción que cada día me preparas.
-Aquí la tenéis -ella se la bebió de un solo sorbo.
-No sé que haría sin ti. Gracias a ella, evito tener que depender de la sangre. Aunque de vez en cuando, no me importaría probarla. Resulta más gustosa y reconfortante.
No tardó en vestirse y bajar junto a Érgorth hasta donde la esperaba el general de su ejército.
-Mi señora, ahora nuestro ejército está completo -dijo Márenon.
-¿Cuál es el número de hombres que disponemos? -preguntó.
-El que esperábamos, cinco mil -respondió, con seguridad.
-Bien, nuestro señor Ízmer me ordenó enviar el ejército en cuánto estuviera listo. Así, que ya podéis partir hacia Longoria, para atacarla.
-Perdonad, pero tengo que contradeciros… no partiremos antes de mañana al amanecer. Aunque los hombres que ya había aquí, estén descansados, el resto que he traído no lo están. Algunos vienen de muy lejos. Por eso, no iremos sin haber descansado al menos esta noche -Márenon aunque seguía las ordenes de la Lahmia, era un hombre muy seguro de sí mismo, y tenía claro porque se había unido a ella… únicamente, para vengarse de los longorianos.
-Está bien, os concedo esta noche de descanso. Pero apenas salgan los primeros rayos de luz, debéis partir.
-Así se hará.
-Entonces, podéis retiraros.
Eran ya las últimas horas de la madrugada, cuando un guardia entró en la tienda de su general y lo despertó.
-Señor, ya es la hora.
Márenon que tenía el sueño muy ligero, se levantó enseguida.
-Guardia, despierta a mi primer y segundo ayudantes, y que ellos hagan lo mismo con todos los que aún no estén preparados. Dentro de un momento, saldrán los primeros rayos de luz, y debemos estar dispuestos para partir.
Arriba, la señora de la torre y el nigromante observaban como su ejército se preparaba y ordenaba en cinco filas de mil hombres, situadas unas junto a las otras, a los que vieron partir.
Érgorth entonces, le dijo a su señora:
-Con este ejército los longorianos estarán en serias dificultades hasta que lleguen los elfos oscuros.
-Espero que por lo menos aguante hasta que lleguen. Si no es así, habré fracasado ante los ojos de Ízmer.
-Triunfaremos. Estoy seguro.
El ejército se dirigió hacia el oeste. Debían cruzar parte de aquellas empinadas montañas, para buscar el río scorpia y seguir por tierra firme el curso del agua hasta llegar a las tierras cenagosas, donde cambiarían de dirección hacia Longoria.
El comienzo del viaje fue lento y muy duro. No había ningún paso a través de la gran cordillera central hasta llegar al nacimiento del río, de modo, que debían cruzar las montañas por donde podían, algo que al ser muy numerosos, dificultaba y ralentizaba mucho el viaje.
Poco después de llegar la tarde, encontraron lo que buscaban. Momento que aprovecharon para parar a comer y descansar. Al día siguiente, continuarían su camino, siguiendo el curso del río por tierra. Así además, tendrían agua suficiente para ellos y sus caballos, durante algún tiempo.
¡Por las montañas, como Atila! "¿Como Atila?" te preguntarás... Sí, tengo esas extrañas conexiones mentales.
ResponderEliminarMe ha gustado este capítulo, nos permite conocer más a la Lahmia... me parece un personaje interesante y, con ese diálogo donde habla de fracasar ante los ojos de Ízmer, me ha parecido algo vulnerable, es curioso.
Un abrazo.
Hola. Me ha hecho gracia el comentario de Atila. Es verdad, aunque ni siquiera se me había pasado por la cabeza.
EliminarNo creía que este capítulo fuese a gustar, es un poco de transición. No obstante, me alegro. Sí, tanto la Lahmia como su ayudante Ergorth el nigromante No-muerto son dos personajes muy interesantes. La Lahmia debe sus poderes a su condición, ya que pertenece a la familia de los vampiros, en cambio Ízmer el elfo oscuro y líder de los túnicas negras, un dato que creo que desconoces, debe su poder a la magia negra. La cual domina a la perfección, sin contar que tiene innumerables razas y monstruos que desconoces a su disposición.
Espero haberte aclarado las dudas con éstos spoilers. Jaja.
Un abrazo. Besitos al viento, aquí en mi blog, se cambian los papeles, y tu eres mi niña. Jaja.
Ahora sé más sobre Lahmia. Parece ser un personaje interesante. Y ya está listo el ejército con la cantidad que deseaba. Será interesante verlos combatir junto con las demás fuerzas del mal.
ResponderEliminarHola. Qué sorpresa. No te esperaba tan pronto. Sí, conoces un poquito más a la Lahmia, por cierto, no hace mención a su nombre, sino a su condición. Y, como dices ya está preparado el ejército. Pronto los veremos combatir.
EliminarHola Baena. Disculpa mi ausencia. Quiero ponerme al día contigo que estoy retrasada en la lectura. Este capítulo creo que ha sido uno de mis favoritos. Me encanta la descripción del ejército, es como si lo viera en directo. Se pone interesante.
ResponderEliminarSaludos!!
Hola Desirée. Bienvenida al blog de nuevo.
EliminarCuanto tiempo.
Ya pensaba que no me ibas a leer hasta que cogieras las vacaciones en el trabajo.
Me alegra mucho.
Gracias.
Saludos y abrazos.
¡Hola!
ResponderEliminarBueno, parece que en la Lahmia se han puesto en movimiento. Menudo ejército que han reunido. Estoy deseando que llegue el primer enfrentamiento, ¡puede ser apoteósico!
La reina me gusta mucho, la verdad, parece una mujer fuerte y segura de sí misma. Tengo ganas de verla en acción, ¿o ella no entrará en combate?
Me voy a por otro, que este se me ha hecho cortito.
¡Hasta ahora! ^^
Hola.
EliminarLa Lahmia no entrará en batalla, por ahora, si es a lo que te refieres.
Hasta ahora.