Vladimir, el Señor de los Vampiros
VAMPIRIA
Desde que dejaron Mirania, el grupo ya había avanzado bastante. Ahora, el terreno se hacía lúgubre y montañoso.
Como Silvan les dijo durante su vuelta en barco a Bábylon, el plan para evitar el peligro era intentar rodear las montañas donde se encontraba el castillo de Vladimir, el Señor de los Vampiros. Esto sería difícil, porque éstos, sedientos de sangre, siempre estaban al acecho.
-¿Has visto alguna vez uno? -le preguntó Lana a Silvan.
-No -contestó éste-. Pero he oído muchas historias… algunas incluso de mis propios guerreros. Y por lo que cuentan, espero que no nos encontremos con alguno.
Empezaba a oscurecer, y comenzaron a oírse aullidos de lobos. Aunque se oían lejos, Susan comenzó a estar asustada.
-Tengo mucho miedo. Esos sonidos y estas siniestras montañas parecen más inquietantes a medida que anochece.
-No te preocupes hermanita, si se presenta alguno de esos vampiros yo estaré ahí para protegerte.
-Dudo que seas capaz. Además, prefiero que lo haga Kevin. El sí que es valiente.
-No estés tan segura de ello -le hizo saber su amigo.
El grupo intentó pasar por la cara norte de las montañas, dejando así Vampiria al sur, entre los picos.
El paisaje se hacia por momentos, más desértico y lúgubre… roca oscura, ninguna planta, quizá algún árbol seco, un siniestro silencio, y una lívida niebla, que se hacía más espesa conforme avanzaban.
-No sé como son esos seres, pero el lugar es de lo más escogido. Preferiría enfrentarme a goblins, trasgos, o incluso orcos, antes que a ellos -manifestó Gúnnar el enano, que llevaba su hacha alzada, por si de improviso se presentaba alguno de ellos.
-Estoy cansada de montar... ¿Es que no vamos a parar a descansar? -preguntó Susan.
-No podemos permitirnos ese lujo, y menos ahora. Porque según me han contado, sólo atacan durante la noche, ya que no soportan la luz de los soles. Ya cuando llegue el día, pararemos a comer y dormir -le explicó Silvan a la muchacha.
Aunque todos lo suponían, no estaban muy contentos.
-No sé si podré aguantar hasta la mañana sin comer -expresó Tristan.
-Mejor así. Si nos encontramos algún vampiro, tendrás tanta hambre que te servirá de cena -ironizó Justin.
-No bromees con este asunto -le sugirió Eléndil.
Aunque era muy bromista, lo respetaba bastante. Porque le imponían mucho todos los magos, y éste en especial, era muy sabio. Era un hechicero de nivel cuatro, que había estudiado también ilusionismo; alcanzando el nivel tres; y elementalismo, dónde se quedó en el primer nivel. Lana en cambio, sólo estudiaba por el momento ilusionismo. Era de primer nivel, el más bajo de los cuatro niveles de magia.
Siguieron avanzando… y cuando se hizo completamente de noche, vieron una bandada de murciélagos. La mayoría era de tamaño normal, pero entre ellos había algunos enormes; de un metro con veinte centímetros de largo.
Se podían ver bien, porque las dos lunas, la blanca y la gris estaban llenas aquella noche. Eso quería decir que acababa aquel año, puesto que en aquel mundo los años duraban el tiempo que pasaba desde que se producía un doble plenilunio, a otro.
Un año en Shakával tenía trescientos treinta y seis días, o doce meses.
Los meses duraban todos lo mismo, veintiocho días. Por lo demás, todo era igual que en la Tierra; los meses tenían cuatro semanas, las semanas siete días, y los días veinticuatro horas…
La mayor de las lunas, la blanca… tenía un ciclo de cuarenta y ocho días; en cambio, el ciclo de la luna gris duraba veintiocho días.
El grupo jamás había visto unos murciélagos tan grandes; aunque la mayoría había oído hablar de ellos. Por eso, Silvan les advirtió de su peligro:
-Aunque estamos bordeando Vampiria, estos animales espías de los vampiros nos han visto. Así que, no tardarán en avisar a su señor de nuestra presencia.
Son pocos los que se aventuran a pasar cerca de sus dominios; y ellos anhelan la sangre humana.
-¿Qué haremos si vienen y nos atacan? -preguntó Alan.
-Intentaremos defendernos de ellos. No les venceremos, pero procuraremos pasar este lugar sin que suframos ningún ataque. Según creo, Láslandriel e Ilene tienen poderes que nos pueden servir contra ellos. ¿No es así, Láslan? -Silvan miró entonces, a los ángeles.
-Es verdad que poseemos poderes contra los No-Muertos… pero no sé si servirán contra los vampiros. Nunca me he topado con alguno.
-Bueno, ¿te quedas más tranquilo ahora, Alan? -preguntó Silvan, en seguida.
-Bueno, tenemos algunas posibilidades… pero la perspectiva no es muy halagüeña.
El grupo pasaba ahora, por un cañón entre las rocas.
Las montañas comenzaron a quedarse a su derecha, de modo, que no serían descubiertos con facilidad; pues no se les veía, a no ser que estuviesen encima de ellos.
Varias horas más tarde, habían dejado el cañón, y pasaban por el desfiladero de las montañas.
Tenían que atravesarlo en fila, para no caer por el barranco. Con que ahora, eran un blanco fácil.
Para colmo, vieron como se acercaba una nube negra. Pero a medida que avanzaba, vieron que en realidad era una gran banda de murciélagos, que se dirigía hacia ellos. En seguida, se dieron cuenta que ahora estaban perdidos.
-¡Bajad de vuestras monturas, ponerlas a cubierto, y resguardaros tras las rocas! -ordenó Silvan. Láslandriel notó que su Gran Espadón de Cesglan se iluminaba, eso quería decir que había No-Muertos cerca.
No se equivocaba, tras los murciélagos venían dos vampiras… las dos novias del Señor de los Vampiros, Vladimir.
Volaban convertidas; con enormes alas tipo murciélago, que le nacían de la espalda y las caderas.
Tenían éstas y el cuerpo humanoide de un tono blanco con un leve matiz grisáceo; y en las manos y los pies tenían unas garras con uñas largas y afiladas.
Su cabeza era pálida… con colmillos, orejas puntiagudas, labios colorados, ojos de vampiro color fuego, y pelo de su color natural.
Se dirigían hacia ellos…
Lana enseguida, se cubrió con la capucha y se volvió invisible. Luego, se escondió, y decidió permanecer invisible hasta que pasara todo.
Después, Isilion, Mialee y Susan les lanzaron flechas con sus arcos. Algunas les alcanzaron, pero las vampiras se las arrancaron y siguieron su vuelo hacia ellos.
A continuación, fue Eléndil quien actuó. Invocó un hechizo elemental de nivel uno, la luz mágica. De pronto, una luz apareció en la mano del mago. Las vampiras que se encontraban a menos de doce metros de él, se cubrieron los ojos al verla, y cuando éste la lanzó contra una de ellas, volaron para que no las alcanzase. Cuando la luz alcanzó la distancia de doce metros, desapareció…
…Y éstas lograron que la luz mágica no las tocase.
Después, al ver que no tenían porque huir, volvieron al ataque.
Se dirigieron hacia Tristan, porque era el más fuerte, por lo tanto, tendría la mejor sangre.
Pero cuando se lanzaron sobre él, Láslandriel se interpuso entre ellas y el bárbaro protegiéndolo creando un aura que los envolvió a los dos, y en la cual, éstas no podían entrar.
Entonces, decidieron cambiar de táctica. Se transformaron en dos jóvenes muy hermosas y sensuales, y se dirigieron hacia Justin.
Con su belleza y mirada embrujadora, hicieron que el joven olvidara por un momento, de quienes se trataban. De tal manera, que una estuvo a punto de clavarle los colmillos en el cuello, de no ser porque alguien le lanzó con una ballesta, una flecha con la punta de plata y con forma de cruz, impregnada en agua bendita y ajo. Ésta le alcanzó en la espalda, atravesándole el corazón… logrando así acabar con ella, que tan sólo tardó unos segundos en descomponerse.
La otra volvió a transformarse, y se lanzó hacia el asesino de su compañera. Pero en ese momento, los dos ángeles se interpusieron entre aquel hombre y ésta, e invocaron un hechizo para expulsarla. Éste funcionó, y la vampira se volvió para irse, pero antes bajó, y con las garras de sus pies cogió a Mialee y se la llevó consigo.
Isilion le lanzó flechas pero no logró alcanzarla. Así que, sin esperar a nadie, montó en su unicornio y cabalgó tras ella.
-Se dirige hacia el castillo de Vladimir, el Señor de los Vampiros -dijo el hombre, que salvó a Justin de la mordedura.
-¿Sabes dónde está? -preguntó Silvan.
-Sí, vengo de allí, siguiendo a las vampiras para darles caza. Soy un cazador de brujas -respondió aquel hombre.
-Bien, Láslandriel e Ilene seguidla. Cuando lleguéis al castillo, esperad hasta que lleguemos nosotros.
El grupo siguió al cazador de brujas en dirección al castillo, donde se encontraba Vladimir.
La vampira llegó a la fortaleza con Mialee…
-Hola mi señor.
-¿Qué tenemos aquí? Me la has traído, como te ordené. Estoy satisfecho. Llévatela y cámbiala de ropa. Dentro de unas horas, celebraremos el ritual donde la convertiré en mi nueva novia. Lamento mucho que para conseguir ésta, haya tenido que perder a otra… Sentí un pálpito en el momento que murió.
Poco después, los ángeles llegaron al castillo e inspeccionaron la zona. Había murciélagos por todas partes
Situada en lo alto de un cerro, era una fortificación hecha con piedra oscura, grande y con distintos departamentos. Tenía seis torres interminables con tejados que caían a cuatro caras. En el centro del castillo, había una torre mucho más alta que las demás, que parecía alcanzar las nubes.
Alrededor de la construcción, todo estaba lleno de picos montañosos. Pero había una gran extensión de tierra llana, en la que estaba situado el cerro donde se encontraba.
Láslandriel e Ilene cuando terminaron de reconocer la zona y el castillo por fuera, esperaron como les había dicho Silvan, a que llegase el grupo.
Isilion no tardó en aparecer con su unicornio. El animal que había venido rápido como el viento, llegó fatigado.
-¿Dónde la tiene? ¿La habéis visto? -preguntó el elfo, mientras recobraba el aliento.
-Llegamos después que ella. No la vimos entrar en el castillo. Pero, hemos estado inspeccionándolo y no está en ninguna habitación. Deben tenerla en alguna de las torres.
-Entraré y la encontraré.
-Espera. Silvan ordenó que no entrásemos hasta que él llegara.
-Pero, no podemos perder tiempo, puede que ya la hayan convertido.
-No te preocupes, allí vienen todos -le indicó Ilene, que se había elevado en el aire, y había visto al grupo como avanzaba hacia ellos.
En un momento, todos estaban allí.
-¿No sabéis, donde la tienen retenida? -preguntó Silvan a los ángeles.
-Sólo, que está en algunas de las torres -respondió Láslandriel.
Entonces, aquel hombre, el cazador de brujas, dijo:
-No sé donde la tendrán ahora, pero si como pienso, se dispone a hacer el ritual de conversión, seguro que la llevará a la torre central; la que se eleva más alta.
Éric se quedó observando a aquel hombre. Iba montado en un caballo negro. Llevaba puesta una armadura plateada muy brillante, que al mismo tiempo que lo protegía, reflejaba cualquier indicio de luz. Así, que cualquier vampiro dudaría en acercársele, sobretodo de día.
También, llevaba ropa negra debajo, y unos guantes, unas botas, una capa y un sombrero.
En cuanto a armas… hasta los dientes… llevaba: una “Espada exterminadora del Caos”, una “Ballesta de la bendición”, cuchillos arrojadizos, una cuerda mágica que utilizaba a modo de lazo, una red y un crucifijo. Cualquier criatura que se dispusiera a cazar, estaría en muy graves problemas. Pensó Éric, tras mirarlo detenidamente.
-Bien, iremos: Isilion, Láslandriel, Ilene, Vrádack (el cazador de brujas), y yo -dijo Silvan mirándolos a todos.
-Los demás os quedaréis aquí. Así seremos más sigilosos, y pondremos a menos de nosotros en peligro. Si una hora después de amanecer, no estamos aquí… marchaos o vosotros también lo estaréis.
El grupo se quedó en silencio, sin decir nada. Sólo esperaban que todo saliese lo mejor posible.
Cuando se disponían a irse, Kevin dijo:
-Suerte.
Después, lo dijo Gúnnar, y después Tristan, y uno por uno, todos les desearon suerte.
Eléndil se quedó pensando…
-Espero que tengáis suerte, porque necesitaréis grandes dosis de ella.
Vrádack dio una cuerda a Láslandriel. El ángel la ató a uno de los tejados; y Silvan, Isilion y el cazador de brujas treparon por ella hasta él…
…Los ángeles vigilaban mientras, desde el aire.
Así fueron, de un tejado a otro, intentando formar el menor ruido posible; hasta que por fin, alcanzaron una de las ventanas inferiores de la torre central.
El cazador de brujas entró primero, pues debía ir delante para protegerlos, y porque era el que mejor conocía a los vampiros. Después, entró Silvan, y tras éste, Isilion. Por último, entraron los ángeles que habían estado guardándoles las espaldas hasta el último momento.
Dentro del castillo, todo estaba muy oscuro; especialmente las habitaciones.
Así, que casi todos tropezaron varias veces antes de acostumbrarse a aquella oscuridad. Isilion al ser elfo, si veía con cierta normalidad, por eso… los llevó hasta la puerta de la habitación.
Una vez fuera, buscaron por un pasillo las escaleras para subir a la parte superior de la torre; ya que Vrádack imaginaba que el ritual se realizaría allí.
Todo el castillo era oscuro y lúgubre.
A medida que subían las escaleras, comenzaron a oír hablar algo más arriba. Por lo que intuían, que debían estar cerca ya de su objetivo.
Al girar en la siguiente curva de la escalera que ascendía alrededor de las habitaciones que había en el centro de cada planta de la torre, descubrieron que algo más adelante, había luz.
El grupo siguió adelante, con mucho cuidado para no hacer ruido, y llegaron hasta la puerta de una gran sala.
El cazador de brujas hecho una ojeada al interior y vio que el ritual ya había comenzado.
Mialee estaba tumbada dormida, sobre una gran mesa de piedra. Alrededor de ésta, estaba Vladimir (el Señor de los Vampiros), su novia, y un siervo.
Tanto él como su compañera estaban en forma humana.
-Lamento haber perdido a Roxanne. Pero tú la sustituirás. Físicamente eres muy atractiva. Seguro que serás una novia estupenda -expresó, hablando consigo mismo.
-¡Maldito seas, eso no sucederá nunca, vampiro! -murmuró entre dientes y en voz baja Isilion, que escondido tras la puerta, lo había oído.
-Trevor, limpia muy bien su muñeca. Pero como muy bien sabes, no utilices agua para hacerlo. Y tú Érika, tráeme una copa. Quiero saborear su sangre, como los humanos saborean el mejor de sus vinos.
Los dos obedecieron de inmediato.
Mialee estaba lista para que Vladimir le chupara la sangre.
El cazador de brujas dijo entonces, a Silvan e Isilion:
-No podemos atacar ahora, porque están muy cerca de la muchacha, y podrían matarla. Debemos esperar a que se alejen de ella, para atacar.
-Peroooo… ¿y si le chupa la sangre? -preguntó el elfo.
-Tranquilo, un vampiro no puede convertir a una mortal en una de los suyos, en una sola noche. Necesita varias. Y cuando ésta se quede prácticamente sin ella, le ofrecerá la suya propia. Ésta entrará en un estado cataléptico hasta que él le traiga un nuevo sacrificado, al que le chupe toda la sangre -explicó Vrádack, con pelos y señales.
-No se puede decir, que no estés informado sobre tu trabajo -bromeó Isilion, irónicamente.
Vladimir cogió entonces, la muñeca de Mialee… y con suma delicadeza y precisión, clavó los colmillos y vertió la sangre en la copa que su novia le había dado. Después, la olfateó, le dio un pequeño sorbo, y la saboreó; por último, se bebió la copa entera.
-¡Exquisita! Fresca y con un sabor inmejorable. Debería aficionarme más a la sangre elfa. Es mejor que la humana.
-Bien hecho señor. Será una novia estupenda -expresó Trévor.
-Dejadla ahí. Mañana volveré a probar esta maravilla.
Dicho esto, tanto Vladimir, como Trévor y Érika se retiraron de Mialee.
-Ahora es el momento -instó Vrádack.
En ese instante, Trévor se acercaba a la puerta…
Silvan enseguida lo cogió y le puso una mano en la boca y su daga en el cuello, pero no pudo evitar que emitiera un breve sonido gutural.
Entonces, el vampiro sintió algo…
-Ve a ver que ha sido eso Érika.
Dicho ésto, Vladimir se retiró de la sala, por otra puerta pequeña.
La vampira en estado humano, se acercó al portón. En ese momento, apareció Vrádack, y tras él, Silvan con Trévor, Isilion, Láslandriel e Ilene.
-¡No tan rápido, condenada vampiro! -exclamó el cazador de brujas mientras, la apuntaba con su ballesta.
-¡Aaahhhh! -gritó.
-Apártate de Mialee, o morirás -la amenazó Isilion, alterado. Érika no se lo pensó un instante. Como presagiaba su final, tomó su forma de vampira, se elevó en el aire y decidió atacar.
Desde su altura, se lanzó hacia Vrádack. Éste le lanzó una de sus flechas con la ballesta, pero Érika la esquivó. Rápidamente, puso otra, pero no tendría tiempo para lanzarla… sólo se salvó, porque acudió Láslandriel y se interpuso entre él y la vampira. El ángel creó a tiempo un aura que los protegía de ella.
Ésta, al ver la luz que emanaba, retrocedió; pues parecía que la hacia sentirse mal.
Láslan no aguantó mucho rato, y el aura terminó desvaneciéndose.
Érika volvió nuevamente al ataque. Ahora el ángel estaba debilitado y no podría impedirlo. Pero no contó con Vrádack. Éste tenía la ballesta preparada… con todo, en el último momento esquivó la flecha.
Cuando la vampira iba a alcanzar al cazador de brujas, éste le clavó su espada, que estaba impregnada con un líquido hecho con agua bendita y ajo.
Érika, en la agonía, se convirtió en ceniza y desapareció.
Isilion fue a por Mialee antes que apareciera Vladimir, y, como anteriormente había conseguido recuperar la ropa de la elfa, volvió a cambiarle aquella ropa por la que antes tenía.
-Pronto estarás bien -sollozó, mientras la cogía en brazos y la miraba, a pesar de que ella seguía insconciente.
La llevó fuera de la habitación, con Láslandriel e Ilene. El ángel logró sanarle las heridas… sin embargo, siguió desmayada.
Poco después de la muerte de la vampiro, Vladimir apareció en la habitación donde se encontraba el grupo a punto de marcharse.
-No tan rápido. ¿Creíais que podíais escapar, después de acabar con mis dos novias? No lo permitiré. Me vengaré... y tras acabar con vosotros, convertiré a la joven elfa -aseguró, con un brillo en su mirada que solo aparecía ante una gran batalla.
-No estés tan seguro. Ya las he matado a ellas, y haré lo mismo contigo -le insinuó Vrádack, al tiempo que le mostraba su espada en alto. Pese a ello, no tardó en tomar una postura defensiva. Y Silvan se colocó al lado de él para ayudarlo en lo que pudiera.
De improviso, El Señor de los Vampiros inició un ataque rapidísimo. Pero antes que alcanzase al cazador, éste sacó un crucifijo que llevaba bajo su armadura, y se lo mostró. Vladimir al verlo, paró de inmediato su ataque. Entonces, utilizó un hechizo de nigromancia de nivel tres… el de invocar una horda de esqueletos. De repente, cinco de éstos inanimados y armados con espadas y escudos que había en la sala, cobraron vida. El vampiro les ordenó que atacaran a los intrusos. Éstos, se defendían con sus espadas pero, aunque los enemigos se rompían, volvían a la carga.
Láslandriel e Ilene juntos, invocaron el poder del saber de los cielos, y lanzaron contra los esqueletos el rayo atronador de Uranon. Éstos estallaron en mil pedazos.
El enemigo decidió utilizar un hechizo de batalla de nivel dos, la niebla mística.
Ésta apareció alrededor de los héroes, y no veían nada.
El vampiro aprovechó para atacarlos.
Se dirigió hacia Silvan. Vrádack que lo vio, en el último instante le lanzó uno de sus cuchillos arrojadizos, pero Vladimir se protegió con el hechizo de invulnerabilidad a las flechas. Para entonces, la niebla ya se disipaba, y lo podía ver con claridad.
El cazador le lanzó una cuerda para atraparlo, y después su red… al fin, lo consiguió. Pero el vampiro cambió a forma etérea, y escapó de la cuerda y la red. Sin embargo, sufrió heridas, pues todas las armas del cazador de brujas estaban impregnadas con aquel líquido de agua bendita y ajo.
El Señor de los Vampiros se cansó de jugar con ellos, y utilizó su mirada para hipnotizar a Vrádack, ya que sólo podía hacerlo a uno al mismo tiempo. El cazador quedó a su merced.
Entonces, Isilion se dio cuentas de algo. Comenzaba a amanecer…
Un fino rallo de luz apareció por la rendija de una de las ventanas.
Se lo dijo en voz baja, a Láslandriel e Ilene. Éstos aprovecharon que Vladimir estaba concentrado y sólo tenía ojos para mantener hipnotizado a Vrádack, y abrieron las ventanas.
El vampiro se horrorizó al ver la luz, así, que se convirtió en un murciélago gigante, y huyó por el castillo a esconderse durante el día.
Silvan y los otros salieron del castillo con Mialee; y tras saludar a los demás, despedirse del cazador de brujas, y esperar que Mialee se recuperase, siguieron su rumbo y dejaron las tierras malditas de Vampiria.
Desde que dejaron Mirania, el grupo ya había avanzado bastante. Ahora, el terreno se hacía lúgubre y montañoso.
Como Silvan les dijo durante su vuelta en barco a Bábylon, el plan para evitar el peligro era intentar rodear las montañas donde se encontraba el castillo de Vladimir, el Señor de los Vampiros. Esto sería difícil, porque éstos, sedientos de sangre, siempre estaban al acecho.
-¿Has visto alguna vez uno? -le preguntó Lana a Silvan.
-No -contestó éste-. Pero he oído muchas historias… algunas incluso de mis propios guerreros. Y por lo que cuentan, espero que no nos encontremos con alguno.
Empezaba a oscurecer, y comenzaron a oírse aullidos de lobos. Aunque se oían lejos, Susan comenzó a estar asustada.
-Tengo mucho miedo. Esos sonidos y estas siniestras montañas parecen más inquietantes a medida que anochece.
-No te preocupes hermanita, si se presenta alguno de esos vampiros yo estaré ahí para protegerte.
-Dudo que seas capaz. Además, prefiero que lo haga Kevin. El sí que es valiente.
-No estés tan segura de ello -le hizo saber su amigo.
El grupo intentó pasar por la cara norte de las montañas, dejando así Vampiria al sur, entre los picos.
El paisaje se hacia por momentos, más desértico y lúgubre… roca oscura, ninguna planta, quizá algún árbol seco, un siniestro silencio, y una lívida niebla, que se hacía más espesa conforme avanzaban.
-No sé como son esos seres, pero el lugar es de lo más escogido. Preferiría enfrentarme a goblins, trasgos, o incluso orcos, antes que a ellos -manifestó Gúnnar el enano, que llevaba su hacha alzada, por si de improviso se presentaba alguno de ellos.
-Estoy cansada de montar... ¿Es que no vamos a parar a descansar? -preguntó Susan.
-No podemos permitirnos ese lujo, y menos ahora. Porque según me han contado, sólo atacan durante la noche, ya que no soportan la luz de los soles. Ya cuando llegue el día, pararemos a comer y dormir -le explicó Silvan a la muchacha.
Aunque todos lo suponían, no estaban muy contentos.
-No sé si podré aguantar hasta la mañana sin comer -expresó Tristan.
-Mejor así. Si nos encontramos algún vampiro, tendrás tanta hambre que te servirá de cena -ironizó Justin.
-No bromees con este asunto -le sugirió Eléndil.
Aunque era muy bromista, lo respetaba bastante. Porque le imponían mucho todos los magos, y éste en especial, era muy sabio. Era un hechicero de nivel cuatro, que había estudiado también ilusionismo; alcanzando el nivel tres; y elementalismo, dónde se quedó en el primer nivel. Lana en cambio, sólo estudiaba por el momento ilusionismo. Era de primer nivel, el más bajo de los cuatro niveles de magia.
Siguieron avanzando… y cuando se hizo completamente de noche, vieron una bandada de murciélagos. La mayoría era de tamaño normal, pero entre ellos había algunos enormes; de un metro con veinte centímetros de largo.
Se podían ver bien, porque las dos lunas, la blanca y la gris estaban llenas aquella noche. Eso quería decir que acababa aquel año, puesto que en aquel mundo los años duraban el tiempo que pasaba desde que se producía un doble plenilunio, a otro.
Un año en Shakával tenía trescientos treinta y seis días, o doce meses.
Los meses duraban todos lo mismo, veintiocho días. Por lo demás, todo era igual que en la Tierra; los meses tenían cuatro semanas, las semanas siete días, y los días veinticuatro horas…
La mayor de las lunas, la blanca… tenía un ciclo de cuarenta y ocho días; en cambio, el ciclo de la luna gris duraba veintiocho días.
El grupo jamás había visto unos murciélagos tan grandes; aunque la mayoría había oído hablar de ellos. Por eso, Silvan les advirtió de su peligro:
-Aunque estamos bordeando Vampiria, estos animales espías de los vampiros nos han visto. Así que, no tardarán en avisar a su señor de nuestra presencia.
Son pocos los que se aventuran a pasar cerca de sus dominios; y ellos anhelan la sangre humana.
-¿Qué haremos si vienen y nos atacan? -preguntó Alan.
-Intentaremos defendernos de ellos. No les venceremos, pero procuraremos pasar este lugar sin que suframos ningún ataque. Según creo, Láslandriel e Ilene tienen poderes que nos pueden servir contra ellos. ¿No es así, Láslan? -Silvan miró entonces, a los ángeles.
-Es verdad que poseemos poderes contra los No-Muertos… pero no sé si servirán contra los vampiros. Nunca me he topado con alguno.
-Bueno, ¿te quedas más tranquilo ahora, Alan? -preguntó Silvan, en seguida.
-Bueno, tenemos algunas posibilidades… pero la perspectiva no es muy halagüeña.
El grupo pasaba ahora, por un cañón entre las rocas.
Las montañas comenzaron a quedarse a su derecha, de modo, que no serían descubiertos con facilidad; pues no se les veía, a no ser que estuviesen encima de ellos.
Varias horas más tarde, habían dejado el cañón, y pasaban por el desfiladero de las montañas.
Tenían que atravesarlo en fila, para no caer por el barranco. Con que ahora, eran un blanco fácil.
Para colmo, vieron como se acercaba una nube negra. Pero a medida que avanzaba, vieron que en realidad era una gran banda de murciélagos, que se dirigía hacia ellos. En seguida, se dieron cuenta que ahora estaban perdidos.
-¡Bajad de vuestras monturas, ponerlas a cubierto, y resguardaros tras las rocas! -ordenó Silvan. Láslandriel notó que su Gran Espadón de Cesglan se iluminaba, eso quería decir que había No-Muertos cerca.
No se equivocaba, tras los murciélagos venían dos vampiras… las dos novias del Señor de los Vampiros, Vladimir.
Volaban convertidas; con enormes alas tipo murciélago, que le nacían de la espalda y las caderas.
Tenían éstas y el cuerpo humanoide de un tono blanco con un leve matiz grisáceo; y en las manos y los pies tenían unas garras con uñas largas y afiladas.
Su cabeza era pálida… con colmillos, orejas puntiagudas, labios colorados, ojos de vampiro color fuego, y pelo de su color natural.
Se dirigían hacia ellos…
Lana enseguida, se cubrió con la capucha y se volvió invisible. Luego, se escondió, y decidió permanecer invisible hasta que pasara todo.
Después, Isilion, Mialee y Susan les lanzaron flechas con sus arcos. Algunas les alcanzaron, pero las vampiras se las arrancaron y siguieron su vuelo hacia ellos.
A continuación, fue Eléndil quien actuó. Invocó un hechizo elemental de nivel uno, la luz mágica. De pronto, una luz apareció en la mano del mago. Las vampiras que se encontraban a menos de doce metros de él, se cubrieron los ojos al verla, y cuando éste la lanzó contra una de ellas, volaron para que no las alcanzase. Cuando la luz alcanzó la distancia de doce metros, desapareció…
…Y éstas lograron que la luz mágica no las tocase.
Después, al ver que no tenían porque huir, volvieron al ataque.
Se dirigieron hacia Tristan, porque era el más fuerte, por lo tanto, tendría la mejor sangre.
Pero cuando se lanzaron sobre él, Láslandriel se interpuso entre ellas y el bárbaro protegiéndolo creando un aura que los envolvió a los dos, y en la cual, éstas no podían entrar.
Entonces, decidieron cambiar de táctica. Se transformaron en dos jóvenes muy hermosas y sensuales, y se dirigieron hacia Justin.
Con su belleza y mirada embrujadora, hicieron que el joven olvidara por un momento, de quienes se trataban. De tal manera, que una estuvo a punto de clavarle los colmillos en el cuello, de no ser porque alguien le lanzó con una ballesta, una flecha con la punta de plata y con forma de cruz, impregnada en agua bendita y ajo. Ésta le alcanzó en la espalda, atravesándole el corazón… logrando así acabar con ella, que tan sólo tardó unos segundos en descomponerse.
La otra volvió a transformarse, y se lanzó hacia el asesino de su compañera. Pero en ese momento, los dos ángeles se interpusieron entre aquel hombre y ésta, e invocaron un hechizo para expulsarla. Éste funcionó, y la vampira se volvió para irse, pero antes bajó, y con las garras de sus pies cogió a Mialee y se la llevó consigo.
Isilion le lanzó flechas pero no logró alcanzarla. Así que, sin esperar a nadie, montó en su unicornio y cabalgó tras ella.
-Se dirige hacia el castillo de Vladimir, el Señor de los Vampiros -dijo el hombre, que salvó a Justin de la mordedura.
-¿Sabes dónde está? -preguntó Silvan.
-Sí, vengo de allí, siguiendo a las vampiras para darles caza. Soy un cazador de brujas -respondió aquel hombre.
-Bien, Láslandriel e Ilene seguidla. Cuando lleguéis al castillo, esperad hasta que lleguemos nosotros.
El grupo siguió al cazador de brujas en dirección al castillo, donde se encontraba Vladimir.
La vampira llegó a la fortaleza con Mialee…
-Hola mi señor.
-¿Qué tenemos aquí? Me la has traído, como te ordené. Estoy satisfecho. Llévatela y cámbiala de ropa. Dentro de unas horas, celebraremos el ritual donde la convertiré en mi nueva novia. Lamento mucho que para conseguir ésta, haya tenido que perder a otra… Sentí un pálpito en el momento que murió.
Poco después, los ángeles llegaron al castillo e inspeccionaron la zona. Había murciélagos por todas partes
Situada en lo alto de un cerro, era una fortificación hecha con piedra oscura, grande y con distintos departamentos. Tenía seis torres interminables con tejados que caían a cuatro caras. En el centro del castillo, había una torre mucho más alta que las demás, que parecía alcanzar las nubes.
Alrededor de la construcción, todo estaba lleno de picos montañosos. Pero había una gran extensión de tierra llana, en la que estaba situado el cerro donde se encontraba.
Láslandriel e Ilene cuando terminaron de reconocer la zona y el castillo por fuera, esperaron como les había dicho Silvan, a que llegase el grupo.
Isilion no tardó en aparecer con su unicornio. El animal que había venido rápido como el viento, llegó fatigado.
-¿Dónde la tiene? ¿La habéis visto? -preguntó el elfo, mientras recobraba el aliento.
-Llegamos después que ella. No la vimos entrar en el castillo. Pero, hemos estado inspeccionándolo y no está en ninguna habitación. Deben tenerla en alguna de las torres.
-Entraré y la encontraré.
-Espera. Silvan ordenó que no entrásemos hasta que él llegara.
-Pero, no podemos perder tiempo, puede que ya la hayan convertido.
-No te preocupes, allí vienen todos -le indicó Ilene, que se había elevado en el aire, y había visto al grupo como avanzaba hacia ellos.
En un momento, todos estaban allí.
-¿No sabéis, donde la tienen retenida? -preguntó Silvan a los ángeles.
-Sólo, que está en algunas de las torres -respondió Láslandriel.
Entonces, aquel hombre, el cazador de brujas, dijo:
-No sé donde la tendrán ahora, pero si como pienso, se dispone a hacer el ritual de conversión, seguro que la llevará a la torre central; la que se eleva más alta.
Éric se quedó observando a aquel hombre. Iba montado en un caballo negro. Llevaba puesta una armadura plateada muy brillante, que al mismo tiempo que lo protegía, reflejaba cualquier indicio de luz. Así, que cualquier vampiro dudaría en acercársele, sobretodo de día.
También, llevaba ropa negra debajo, y unos guantes, unas botas, una capa y un sombrero.
En cuanto a armas… hasta los dientes… llevaba: una “Espada exterminadora del Caos”, una “Ballesta de la bendición”, cuchillos arrojadizos, una cuerda mágica que utilizaba a modo de lazo, una red y un crucifijo. Cualquier criatura que se dispusiera a cazar, estaría en muy graves problemas. Pensó Éric, tras mirarlo detenidamente.
-Bien, iremos: Isilion, Láslandriel, Ilene, Vrádack (el cazador de brujas), y yo -dijo Silvan mirándolos a todos.
-Los demás os quedaréis aquí. Así seremos más sigilosos, y pondremos a menos de nosotros en peligro. Si una hora después de amanecer, no estamos aquí… marchaos o vosotros también lo estaréis.
El grupo se quedó en silencio, sin decir nada. Sólo esperaban que todo saliese lo mejor posible.
Cuando se disponían a irse, Kevin dijo:
-Suerte.
Después, lo dijo Gúnnar, y después Tristan, y uno por uno, todos les desearon suerte.
Eléndil se quedó pensando…
-Espero que tengáis suerte, porque necesitaréis grandes dosis de ella.
Vrádack dio una cuerda a Láslandriel. El ángel la ató a uno de los tejados; y Silvan, Isilion y el cazador de brujas treparon por ella hasta él…
…Los ángeles vigilaban mientras, desde el aire.
Así fueron, de un tejado a otro, intentando formar el menor ruido posible; hasta que por fin, alcanzaron una de las ventanas inferiores de la torre central.
El cazador de brujas entró primero, pues debía ir delante para protegerlos, y porque era el que mejor conocía a los vampiros. Después, entró Silvan, y tras éste, Isilion. Por último, entraron los ángeles que habían estado guardándoles las espaldas hasta el último momento.
Dentro del castillo, todo estaba muy oscuro; especialmente las habitaciones.
Así, que casi todos tropezaron varias veces antes de acostumbrarse a aquella oscuridad. Isilion al ser elfo, si veía con cierta normalidad, por eso… los llevó hasta la puerta de la habitación.
Una vez fuera, buscaron por un pasillo las escaleras para subir a la parte superior de la torre; ya que Vrádack imaginaba que el ritual se realizaría allí.
Todo el castillo era oscuro y lúgubre.
A medida que subían las escaleras, comenzaron a oír hablar algo más arriba. Por lo que intuían, que debían estar cerca ya de su objetivo.
Al girar en la siguiente curva de la escalera que ascendía alrededor de las habitaciones que había en el centro de cada planta de la torre, descubrieron que algo más adelante, había luz.
El grupo siguió adelante, con mucho cuidado para no hacer ruido, y llegaron hasta la puerta de una gran sala.
El cazador de brujas hecho una ojeada al interior y vio que el ritual ya había comenzado.
Mialee estaba tumbada dormida, sobre una gran mesa de piedra. Alrededor de ésta, estaba Vladimir (el Señor de los Vampiros), su novia, y un siervo.
Tanto él como su compañera estaban en forma humana.
-Lamento haber perdido a Roxanne. Pero tú la sustituirás. Físicamente eres muy atractiva. Seguro que serás una novia estupenda -expresó, hablando consigo mismo.
-¡Maldito seas, eso no sucederá nunca, vampiro! -murmuró entre dientes y en voz baja Isilion, que escondido tras la puerta, lo había oído.
-Trevor, limpia muy bien su muñeca. Pero como muy bien sabes, no utilices agua para hacerlo. Y tú Érika, tráeme una copa. Quiero saborear su sangre, como los humanos saborean el mejor de sus vinos.
Los dos obedecieron de inmediato.
Mialee estaba lista para que Vladimir le chupara la sangre.
El cazador de brujas dijo entonces, a Silvan e Isilion:
-No podemos atacar ahora, porque están muy cerca de la muchacha, y podrían matarla. Debemos esperar a que se alejen de ella, para atacar.
-Peroooo… ¿y si le chupa la sangre? -preguntó el elfo.
-Tranquilo, un vampiro no puede convertir a una mortal en una de los suyos, en una sola noche. Necesita varias. Y cuando ésta se quede prácticamente sin ella, le ofrecerá la suya propia. Ésta entrará en un estado cataléptico hasta que él le traiga un nuevo sacrificado, al que le chupe toda la sangre -explicó Vrádack, con pelos y señales.
-No se puede decir, que no estés informado sobre tu trabajo -bromeó Isilion, irónicamente.
Vladimir cogió entonces, la muñeca de Mialee… y con suma delicadeza y precisión, clavó los colmillos y vertió la sangre en la copa que su novia le había dado. Después, la olfateó, le dio un pequeño sorbo, y la saboreó; por último, se bebió la copa entera.
-¡Exquisita! Fresca y con un sabor inmejorable. Debería aficionarme más a la sangre elfa. Es mejor que la humana.
-Bien hecho señor. Será una novia estupenda -expresó Trévor.
-Dejadla ahí. Mañana volveré a probar esta maravilla.
Dicho esto, tanto Vladimir, como Trévor y Érika se retiraron de Mialee.
-Ahora es el momento -instó Vrádack.
En ese instante, Trévor se acercaba a la puerta…
Silvan enseguida lo cogió y le puso una mano en la boca y su daga en el cuello, pero no pudo evitar que emitiera un breve sonido gutural.
Entonces, el vampiro sintió algo…
-Ve a ver que ha sido eso Érika.
Dicho ésto, Vladimir se retiró de la sala, por otra puerta pequeña.
La vampira en estado humano, se acercó al portón. En ese momento, apareció Vrádack, y tras él, Silvan con Trévor, Isilion, Láslandriel e Ilene.
-¡No tan rápido, condenada vampiro! -exclamó el cazador de brujas mientras, la apuntaba con su ballesta.
-¡Aaahhhh! -gritó.
-Apártate de Mialee, o morirás -la amenazó Isilion, alterado. Érika no se lo pensó un instante. Como presagiaba su final, tomó su forma de vampira, se elevó en el aire y decidió atacar.
Desde su altura, se lanzó hacia Vrádack. Éste le lanzó una de sus flechas con la ballesta, pero Érika la esquivó. Rápidamente, puso otra, pero no tendría tiempo para lanzarla… sólo se salvó, porque acudió Láslandriel y se interpuso entre él y la vampira. El ángel creó a tiempo un aura que los protegía de ella.
Ésta, al ver la luz que emanaba, retrocedió; pues parecía que la hacia sentirse mal.
Láslan no aguantó mucho rato, y el aura terminó desvaneciéndose.
Érika volvió nuevamente al ataque. Ahora el ángel estaba debilitado y no podría impedirlo. Pero no contó con Vrádack. Éste tenía la ballesta preparada… con todo, en el último momento esquivó la flecha.
Cuando la vampira iba a alcanzar al cazador de brujas, éste le clavó su espada, que estaba impregnada con un líquido hecho con agua bendita y ajo.
Érika, en la agonía, se convirtió en ceniza y desapareció.
Isilion fue a por Mialee antes que apareciera Vladimir, y, como anteriormente había conseguido recuperar la ropa de la elfa, volvió a cambiarle aquella ropa por la que antes tenía.
-Pronto estarás bien -sollozó, mientras la cogía en brazos y la miraba, a pesar de que ella seguía insconciente.
La llevó fuera de la habitación, con Láslandriel e Ilene. El ángel logró sanarle las heridas… sin embargo, siguió desmayada.
Poco después de la muerte de la vampiro, Vladimir apareció en la habitación donde se encontraba el grupo a punto de marcharse.
-No tan rápido. ¿Creíais que podíais escapar, después de acabar con mis dos novias? No lo permitiré. Me vengaré... y tras acabar con vosotros, convertiré a la joven elfa -aseguró, con un brillo en su mirada que solo aparecía ante una gran batalla.
-No estés tan seguro. Ya las he matado a ellas, y haré lo mismo contigo -le insinuó Vrádack, al tiempo que le mostraba su espada en alto. Pese a ello, no tardó en tomar una postura defensiva. Y Silvan se colocó al lado de él para ayudarlo en lo que pudiera.
De improviso, El Señor de los Vampiros inició un ataque rapidísimo. Pero antes que alcanzase al cazador, éste sacó un crucifijo que llevaba bajo su armadura, y se lo mostró. Vladimir al verlo, paró de inmediato su ataque. Entonces, utilizó un hechizo de nigromancia de nivel tres… el de invocar una horda de esqueletos. De repente, cinco de éstos inanimados y armados con espadas y escudos que había en la sala, cobraron vida. El vampiro les ordenó que atacaran a los intrusos. Éstos, se defendían con sus espadas pero, aunque los enemigos se rompían, volvían a la carga.
Láslandriel e Ilene juntos, invocaron el poder del saber de los cielos, y lanzaron contra los esqueletos el rayo atronador de Uranon. Éstos estallaron en mil pedazos.
El enemigo decidió utilizar un hechizo de batalla de nivel dos, la niebla mística.
Ésta apareció alrededor de los héroes, y no veían nada.
El vampiro aprovechó para atacarlos.
Se dirigió hacia Silvan. Vrádack que lo vio, en el último instante le lanzó uno de sus cuchillos arrojadizos, pero Vladimir se protegió con el hechizo de invulnerabilidad a las flechas. Para entonces, la niebla ya se disipaba, y lo podía ver con claridad.
El cazador le lanzó una cuerda para atraparlo, y después su red… al fin, lo consiguió. Pero el vampiro cambió a forma etérea, y escapó de la cuerda y la red. Sin embargo, sufrió heridas, pues todas las armas del cazador de brujas estaban impregnadas con aquel líquido de agua bendita y ajo.
El Señor de los Vampiros se cansó de jugar con ellos, y utilizó su mirada para hipnotizar a Vrádack, ya que sólo podía hacerlo a uno al mismo tiempo. El cazador quedó a su merced.
Entonces, Isilion se dio cuentas de algo. Comenzaba a amanecer…
Un fino rallo de luz apareció por la rendija de una de las ventanas.
Se lo dijo en voz baja, a Láslandriel e Ilene. Éstos aprovecharon que Vladimir estaba concentrado y sólo tenía ojos para mantener hipnotizado a Vrádack, y abrieron las ventanas.
El vampiro se horrorizó al ver la luz, así, que se convirtió en un murciélago gigante, y huyó por el castillo a esconderse durante el día.
Silvan y los otros salieron del castillo con Mialee; y tras saludar a los demás, despedirse del cazador de brujas, y esperar que Mialee se recuperase, siguieron su rumbo y dejaron las tierras malditas de Vampiria.
¡Vaya, qué capítulo más largo!
ResponderEliminarMe ha gustado, la verdad, muy interesante. Y se nota que has preparado mucho los detalles del mundo de los vampiros. Me encanta Vrádack... ¿por qué no se queda más?
Tengo una duda, quizá no lo he entendido bien... si los vampiros no pueden atacar de día... ¿por qué no cruzan su territorio por la mañana?
Un abrazo.
Hola. Sí que era bastante largo. Me alegra que te haya gustado. En cuanto a Vradack sale más adelante, lo que no recuerdo es si en este libro, o en el siguiente.
EliminarEn cuanto a lo que mencionas de cruzar el territorio de los vampiros llevas parte de razón, pero llegaron de noche y si paraban era peor aún. Claro que podían haber parado antes de llegar a Vampiria, pero les hubiese retrasado el viaje, y no se lo podían permitir. Si lo han escogido, aunque no sucede lo mismo con los chicos, y han asumido esa responsabilidad tienen que enfrentarse a cualquier reto que no les permita avanzar en su misión. Ten en cuenta, que no pueden perder tiempo, dos ejércitos se disponen a atacarlos muy pronto.
Saludos.
¡Llegué! ¡Ja, ja, ja, ja! ¡Logré lo impensable!
ResponderEliminarAhora, hablando en serio, este capítulo fue uno de los que más me gustó por su acción y porque el enemigo hubiera sido muy difícil de vencer de no ser por la ayuda de Vrádack. Además tuvieron mucha suerte de que amaneciera o de lo contrario quién diría lo que hubiera sucedido.
Ahora tendré que esperar unas horas para leer el siguiente capítulo. Ji, ji, ji. Saludos.
Hola. Jajaja Tratándose de ti, para mi nada es impensable. Escribes capítulos e historias titanicas en cuanto a su tamaño, y deboras lecturas como el que se toma un aperitivo. Sabía que eras capaz... por eso, te rete.
EliminarSí, este capítulo era muy emocionante. Y se salvaron por los pelos.
Puedes tomarte un respiro, y la bebida que más te guste a mi salud. Te lo has merecido.
Hasta dentro de unas horas. Saludos.
Me molan lo de los ciclos lunares
ResponderEliminarLo de la espada de Láslandriel que se ilumina me recuerda a algo,jeje.
Muy bien la descripción del cazador de brujas y muy original "un hechizo de batalla de nivel dos, la niebla mística".
Mucha acción es esta entrada.
Saludos
Qué rápido. De nuevo por aquí. Me vas a malacostumbrar.
EliminarGracias.
Sí, los dos sabemos a qué.
Gracias de nuevo.
Saludos.
Bueno, ¡qué capítulo!
ResponderEliminarNo es la batalla que esperaba, pero no tiene desperdicio. He de reconocer que al principio me he liado porque Vampiria creía que era también la Lahmia, y claro, cuando ha entrado en escena Vladimir, pues me he hecho un lío.
Me ha encantado la forma de actuar de tu cazador de brujas. Un cazador que conoce bien a los vampiros, aunque esta vez casi acaba entre las fauces de su presa. Suerte de los ángeles y de los demás, que terminan haciéndole huir. Me pregunto si volverá a salir este vampiro malvado...
Me ha hecho gracia cuando Susan le dice a su hermano que prefiere que la proteja Kevin, jejeje ¡Se la ha visto el plumero! XD
Dos en un día no está mal, eh?? jejeje A ver si mañana saco otro ratito, que me quiero poner al día, si no me pierdo las novedades que vas subiendo :( ¡Y la curiosidad me mata!
Bueno José, que descanses :)
¡Un besote! ^^
Éste era un capítulo largo, interesante y lleno de aventura y acción.
EliminarEl mundo de los vampiros es lugar muy peligroso. De no ser por Vradack, el cazador de brujas, no lo hubieran contado. Aunque como dices, le hicieron huir a la salida del sol. Por el momento, Vladimir no saldrá más, pero sólo por el momento... Jeje.
Sí, está bien que se le vea el plumero de vez en cuando... Kevin debe ir cogiendo señales.
Gracias, vuelve cuando quieras.
Un besote.