Hola, os traigo el primer capítulo de esta serie de 10 relatos de histórico-fantástica en colaboración con Carmen De Loma y su blog Mil y un Relatos. Éste está escrito por mi. Por diversos motivos, no se podrá publicar el siguiente relato que escribirá Carmen hasta después del verano. Espero que os guste, y que tengáis paciencia. Todo llegará.
Para leer el capítulo en el blog de Carmen pinchad AQUÍ.
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En algún recóndito
lugar del enorme desierto de Arabia, Haydar y un reducido grupo de los miembros
de su tripulación por fin encontraron el lugar que buscaban. Lo supieron por
los restos de lo que parecía ser algún monumento muy, pero que muy antiguo.
Sólo quedaban trozos de pilares desperdigados por el suelo hecho de unas losetas, ya muy deterioradas, y perdidas en su mayoría… además, de algunos
restos de pared, y estatuas.
-¿Dónde crees que se encuentra lo que buscamos
Haydar? –preguntó Nasser, su hombre de mayor confianza.
-Tranquilo pirata… No lo sé. Pero ya me
conoces… ¿Alguna vez me he marchado de una misión, sin obtener lo que buscaba?
-No.
-¿Entonces?
-Llevas razón, no sé ni porqué pregunto.
Uno de los piratas que
formaban el grupo que Haydar se había llevado, uno de los no habituales en sus
misiones, se había retirado un poco del grupo curioseando por el lugar, tanto
que llegó a un gran claro donde ya no
había losetas, sino arena del desierto…
Al sentir sus pisadas
sobre la arena, segundos después, ésta comenzó a removerse como si de un géiser
o volcán en ebullición se tratase, y tras esto aparecieron uno tras otro, dos
escorpiones gigantes de más de tres metros de largo, por uno de alto. El
pirata, aterrorizado, se quedó bloqueado, y uno de aquellos monstruos sin
dudarlo le clavó el aguijón, lo zarandeó y lo lanzó por los aires, cayendo
sobre el otro, que con una de sus pinzas lo agarró por el cuello antes que
tocara el suelo, y se lo apretó hasta degollarlo.
-¡Vamos a que esperáis! Seguro que es por ahí.
Protegen la entrada. Tenemos que acabar con ellos.
El grupo de piratas
corrió tras él hasta alcanzar a los escorpiones, que los amenazaban
desafiantes.
Tras él, se situaron
Nasser y Alí, el tercero al mando.
-¡Os dejo ese para vosotros! ¡Éste es para mí!
Sus hombres que
sabían de lo que era capaz, lo dejaron solo y fueron a por el otro.
El enorme escorpión
lanzó su aguijón una y otra vez, pero Haydar era rápido y escurridizo como el
que más, y esquivaba uno tras otro los ataques. En uno de ellos, tras
esquivarlo, de un golpe de cimitarra, la espada árabe, le cortó el aguijón y la
bestia lanzó un chirrido estridente de dolor.
En ese momento
escuchó como uno de sus hombres también lanzaba un alarido, y miró como el otro
escorpión que aunque no tenía veneno ya que lo utilizó con el que se cargó, sí
podía utilizar su aguijón como arma, y tenía a uno ensartado, sacudiéndolo de
un lado a otro; sus hombres aprovecharon el momento para atacarlo a saco y clavarle uno tras otro sus armas…
El despiste casi le
cuesta la vida a Haydar, ya que una de sus pinzas casi le alcanza la cabeza,
pero pudo contenerla con su resistente espada, y tras un gran esfuerzo,
separarse de él.
-¡Ahora verás! ¡Tenía pensado que jugásemos
durante más rato pero veo que no quieres que sea tu amigo! ¡Tú lo has querido!
Dio una tremenda
voltereta en el aire y cayó encima del monstruo. Sentado sobre él, agarró su
cimitarra con las dos manos y se la clavó fuertemente donde debía tener el
corazón, si es que aquel bicho tenía algo parecido… La bestia tardó unos
segundos nada más en caer sin vida sobre la arena. Cuando miró hacia sus
compañeros, estaban rematando lo que quedaba del otro. Después, fueron al lugar
exacto donde los escorpiones emergieron, para entrar uno a uno en el templo
oculto bajo la arena.
-¡Yo seré el primero! ¡Seguidme!
Haydar se colocó en
el punto exacto, y vio como muy despacio la arena lo fue engullendo como si de tierras movedizas se tratasen. Enseguida desapareció, al igual que el agujero, que quedó totalmente cubierto de nuevo.
Al otro lado, cayó
junto con bastante arena sobre el suelo del templo escondido.
Fuera, uno tras otro,
fueron secundándolo…
…Horas más tarde,
todos excepto los dos que murieron en la lucha con los escorpiones gigantes,
salían ilesos del templo con la recompensa en sus manos.
Ya de vuelta en "La Furia de los Mares", su barco pirata, viajaban por el mar de Persia rumbo a Bagdad, la
ciudad califal.
-¿Así que vas a ver a Walesa? –le preguntó
Nasser, mientras festejaban con cerveza y vino su logro.
-Ya sabes que no puedo pasar mucho tiempo sin
tener a esa mujer entre mis brazos… es como una droga que alimenta mi corazón.
-Y Mirza… ¿esa qué es, entonces?
-Te he respondido un millar de veces ya,
quizás… Esa pirata, es una diablesa, una gata en celo, que alimenta otra parte
de mi cuerpo… -dijo sonriendo picaron, mirando a su tripulación.
-Jajaja –rió Nasser- Y, ¿cuál de esas dos
partes de tu cuerpo es más importante para ti amigo?
-Ya sabes, que aunque Mirza es muy importante
para mí, no cambiaría a Walesa por ninguna otra, y podría hacerlo por muchas.
-Sí, por varias en cada puerto –bromeó
entonces Alí-. Ya quisiera que las chicas me dedicaran uno solo de los sueños
húmedos que te dedican a ti.
-¿Y vosotros a quien preferís? –preguntó
Nasser a toda la tripulación.
-¡Yo a Mirza! ¡Yo a Walesa! -cada uno dejaba
claro por quien se decantaba…
****
Corría el año 788 dC.
de la época dorada del apogeo abbasí. Harún al Rashid era el califa actual, y Bagdad
o Madinah as Salam (ciudad de la paz, en referencia al paraíso) fundada años antes por su abuelo Al
Mansur en Mesopotamia en la orilla occidental del río Tigris, considerada la
capital del Islam, el lugar donde residía.
Harún era hijo de Al
Mahdi, que murió tres años antes, y Al
Jayzuran. Sucedió en el año 786 con veinte años a su hermano mayor y rival Musa al
Hadi que murió ese mismo año misteriosamente asesinado (se cree que debido a un complot entre Harún y su madre).
En el Palacio de la
puerta de oro situado en el centro de la ciudad, hecho de mármol, con una cúpula verde en su parte central a cuarenta y nueve metros de altura, el califa debatía con sus
hombres de confianza. Entre otros, se encontraban, Yahya ibn Khalid Barmak (Yahya el Barmací), funcionario y amigo íntimo de la familia real, que se había convertido en su tutor y figura paterna, y Giafar el Barmecida, su visir o principal ministro.
-Ha llegado a mis oídos que el príncipe de la dinastía Omeya, y primer emir independiente de Córdoba, fundador de la dinastía Umawi, Abderramán I, se está muriendo. ¿Sabéis algo? -preguntó Harún.
-Algo hemos oído. Y sí, es cierto -contestó uno de los presentes.
-Seguro que le sucederá alguno de sus hijos Hisham, Sulayman, o Abd Allah -se pronunció Yahya.
-Y de Ibrahim... ¿Qué sabéis? -volvió a hablar el califa.
-Mis enviados dicen que desde que se asentó en el valle de M´Zab hace un año, gobierna allí con mucho acierto -dijo uno de sus principales contactos en el noreste del desierto del Sáhara.
-Valla. Parece ser un gran líder.
-Puede, pero no tiene que preocuparos -lo tranquilizó Yahya.
-¿Y de Idrís, mi principal enemigo?
-Desde que lo derrotasteis cerca de la Meca, en la batalla de Fatk, y prometisteis acabar con él y toda su familia, en su huida a atravesado casi todo el desierto. Dicen que ha sido acogido en Volubilis por la tribu bereber de los Awraba.
-Maldito... Si es así. No podemos hacer nada. Esta noticia me ha dejado... Declaro terminada la reunión.
Harún tras abandonar la sala fue a ver a su madre Al Jayzuran.
-Qué pasa hijo. Te veo intranquilo. Qué ha pasado en la reunión.
-Parece ser que a todos nuestros enemigos les sonríe la suerte. Bueno, a todos menos a Abderraman que por lo visto se muere. Pero a Idrís... lo protege una tribu bereber. Y no es buena idea enfrentarse a ellos. Se le podrían unir otras tribus, y eso no nos conviene. Madre... ¿no será que al ser biznieto de Alí, el yerno del profeta Mahoma, Alá lo protege?
-No digas tonterías. Tú también desciendes a través de tu padre de Abbas tío del profeta. Si fuese así, Alá pensaría en ti antes que en él. Por tus venas sí que corre sangre descendiente de Mahoma. Anda, olvídate de todo. Dejemos que ese Idrís viva su vida donde quiera que se encuentre. Eso sí, no le permitiremos nunca volver.
-Tienes razón, madre. Olvidémonos de todo. Debo relajarme... ¿Dónde se encuentran mis hijos?
-Amin lo dejé con su madre Zubaida. Mamun no sé, creo que estaba también con la suya... esa persa de la que te encaprichaste.... seguramente, ya estén jugando juntos.
-¿Por qué no vas a buscarlos y me los traes?
-Enseguida...
Al poco rato, Harún disfrutaba de la compañía de sus críos.
-Parece mentira que ya tengáis dos años -dijo.
Walesa siempre había vivido en Bagdad. Allí había nacido y allí hacía su vida. Aunque pertenecía a la clase baja, entre el populacho no existía nadie que no la conociese. Era la chica de Haydar, eso había circulado desde hacía bastante tiempo por toda la medina. Pero su fama venía de mucho antes, desde que tuvo apenas quince años se la conocía como "la bendecida de Alá", por ser la chica más bella de la capital del Islam, y seguramente, de todos sus territorios. Hecho que rápidamente llegó a los oídos del aclamado pirata, que no tardó en ir a conocerla. Además, desde muy niña siempre fue muy familiar, responsable, madura, y trabajadora, ayudando a sus padres en todo lo que podía. Así que a una edad muy temprana ya era conocida por media ciudad. Sus más allegados decían que tenía un gran corazón y un fuerte carácter.
Después de visitar la mezquita y dirigir unas oraciones en la quibla, el muro orientado a la Meca, Walesa soltó el Corán en la mihra, una pequeña estancia situada en ésta dedicada a este menester, y salió del templo para dirigirse al zoco, para comprar en el mercado algunos encargos que le hizo su madre para la comida.
Ya en él, pronto se hizo con los pedidos, la mayoría especias... cuando se disponía a marcharse, oyó una voz que llevaba bastante tiempo sin escuchar:
-¿Puedo ayudarte con la tinaja?
Walesa se quedó dos segundos sin poder mover un músculo, aquella persona se encontraba detrás de ella, y el corazón amenazaba con salírsele por la boca con cada latido.
-¿Haydar? -pronunció sin atreverse a darse la vuelta.
-Sí. Soy yo. He vuelto a Bagdad para verte.
-Pero... tenías prohibido pisar la medina -dijo esta vez, tras girarse y mirarlo directamente a los ojos, le temblaba todo el cuerpo.
-Lo sé, pero no podía irme a otra aventura, sin verte antes. No lo aguantaría -dijo a la vez que se le acercó y le acarició un mechón azabache que se le había soltado.
-No estoy tan segura de ello. He oído rumores... -dijo retirándose y mostrándose menos cariñosa.
-¿Y qué dicen las malas lenguas de mí?
-Ya sabía que eras un mujeriego... pero la gente habla de algo más serio... de una tal Mirza... una pirata como tú.
-Ah, es eso.
En ese momento, dos flechas casi estuvieron a punto de alcanzarlo... una rompió la tinaja, vertiendo su contenido, y la otra rasgó la tela del puesto que había justo a su lado.
-¡Es Haydar! ¡Qué no escape! -gritó Turán, el jefe de la guardia real, a los que lo acompañaban.
El pirata agarró contra su pecho a Walesa y le plantó un apasionado beso en la boca.
-Espérame esta noche con la ventana abierta. Te lo explicaré todo. Ahora tengo que irme -en unos segundos, se encontraba a varios metros de allí...
-¡Ten cuidado! -le gritó ella momentos antes que la guardia pasara a su lado.
El capitán se metió en una tintorería y subió las escaleras a la azotea donde había varias personas metiendo y sacando telas dentro de los tintes... la guardia entró también y cuando llegaron arriba estaba saltando de un edificio a otro. Cuando éstos alcanzaron el borde y vieron la distancia que había, se frenaron en seco.
-¡Malditos cobardes! -dijo Turán cuando llegó hasta ellos-. No te dejaré escapar -rumió entre dientes. Con que volvió rápidamente hacia atrás y tomó toda la carrerilla que pudo, y saltó... casi no lo cuenta. Quedó colgado solo sujeto por la punta de los dedos al techo. Cuando consiguió subir, el pirata solo se veía en la lejanía, unos tres tejados más adelante. No se dio por vencido, y siguió la persecución.
Haydar gozaba de una agilidad y reflejos extraordinarios, ponía un pié aquí, una mano allá, y así saltaba de un sitio a otro, con piruetas, volteretas, esquivando, sorteando obstáculos. Todo hasta que pisó una viga de madera en mal estado, que se partió y lo dejó atrapado en el aire, en el techo. El jefe de la guardia real lo vio y continuó con mucha más esperanza -ya eres mío-. Dijo para sí.
Cuando su perseguidor ya casi lo alcanzaba, consiguió escapar de su trampa, justo para enfrentarse a él.
Su enemigo lo atacó enérgicamente. Pudo comprobar que sabía utilizar su cimitarra como nadie. Conocía a aquel tipo, sabía de su fama como guerrero, reconocida en todo el reino, pero nunca antes se había enfrentado a él. Así que no esperaba que fuese tan bueno. Durante la liza, el techo sobre el que pisaban crujía con cada uno de sus movimientos, todas las vigas debían estar tan deterioradas como la otra.
Aunque tenían estilos distintos, el de Turán era disciplinado, movimientos estudiados que se basaban en la precisión y la inteligencia; el de Haydar todo lo contrario, improvisación, sorpresa, y movimientos intentando engañar a su oponente, enmascarando el siguiente ataque, e intentando despistarlo, con piruetas y acrobacias, espectaculares... los dos estaban muy igualados; sólo que el pirata tenía una herida en las costillas de cuando quedó atrapado, que estaba comenzando a sangrar.
El jefe de la guardia se percató y lanzó un rápido ataque sobre ese lado, él tuvo que sacar la otra cimitarra para pararlo con ambas. Luego hizo un baile de espadas, para intentar confundir a su contrario, y cuando menos lo esperó pegó un fuerte salto con el que se elevó prácticamente un metro en el aire, y cayó sobre él con sus dos armas... su oponente lo paró como pudo, pero entonces, el fuerte golpe y el peso de ambos hizo que parte del techo sobre sus pies se derrumbase y ambos cayesen varios metros más abajo en una estancia. Haydar que cayó encima, aprovechó que Turán estaba aturdido por el dolor y el polvo y se fugó corriendo por la calle. Cuando el jefe de la guardia real salió fuera de la vivienda vio algo sorprendente, muy a lo lejos, al final de la calle, el pirata estaba subiendo por una cuerda mágica luminosa que se sostenía erguida en el aire, luego, al llegar arriba de un alto muro, la recogió y escapó, desapareciendo de su vista.
Haydar bajó por ella al otro lado del muro, y la guardó de nuevo. Entonces se dio cuenta que su herida era cosa seria, no paraba de sangrar. Debía tener alguna costilla lastimada.
En la puerta de la vivienda donde habían luchado, desde donde había visto aquel prodigio...
-¡Mierda! ¡No sé cómo lo hace, pero ese condenado pirata siempre se nos escapa! ¡No sé qué habrá hecho para que Alá esté de su lado! -maldijo Turán, encolerizado.
En una remota y perdida isla secreta, a ojos del resto del mundo, del mar Egeo, propiedad de un malvado brujo llamado Zainab... que odiaba desde hacía mucho a Haydar debido a que éste se hizo con una mágica alfombra voladora que él había ansiado y buscado mucho tiempo antes, y que odió aún más cuando tras conocer a Walesa al secuestrarla, para intercambiarla por aquello que siempre anheló, se enamoró de ella, y supo tras quedarse sin ambas, que ésta también correspondía en su amor al pirata, al verla abrazada a él, besándolo, tras su rescate... éste estaba, junto a su ayudante, y su mascota un loro parlante estudiando un malévolo plan para acabar de una vez por todas con su enemigo...
Continuará...
-Mis enviados dicen que desde que se asentó en el valle de M´Zab hace un año, gobierna allí con mucho acierto -dijo uno de sus principales contactos en el noreste del desierto del Sáhara.
-Valla. Parece ser un gran líder.
-Puede, pero no tiene que preocuparos -lo tranquilizó Yahya.
-¿Y de Idrís, mi principal enemigo?
-Desde que lo derrotasteis cerca de la Meca, en la batalla de Fatk, y prometisteis acabar con él y toda su familia, en su huida a atravesado casi todo el desierto. Dicen que ha sido acogido en Volubilis por la tribu bereber de los Awraba.
-Maldito... Si es así. No podemos hacer nada. Esta noticia me ha dejado... Declaro terminada la reunión.
Harún tras abandonar la sala fue a ver a su madre Al Jayzuran.
-Qué pasa hijo. Te veo intranquilo. Qué ha pasado en la reunión.
-Parece ser que a todos nuestros enemigos les sonríe la suerte. Bueno, a todos menos a Abderraman que por lo visto se muere. Pero a Idrís... lo protege una tribu bereber. Y no es buena idea enfrentarse a ellos. Se le podrían unir otras tribus, y eso no nos conviene. Madre... ¿no será que al ser biznieto de Alí, el yerno del profeta Mahoma, Alá lo protege?
-No digas tonterías. Tú también desciendes a través de tu padre de Abbas tío del profeta. Si fuese así, Alá pensaría en ti antes que en él. Por tus venas sí que corre sangre descendiente de Mahoma. Anda, olvídate de todo. Dejemos que ese Idrís viva su vida donde quiera que se encuentre. Eso sí, no le permitiremos nunca volver.
-Tienes razón, madre. Olvidémonos de todo. Debo relajarme... ¿Dónde se encuentran mis hijos?
-Amin lo dejé con su madre Zubaida. Mamun no sé, creo que estaba también con la suya... esa persa de la que te encaprichaste.... seguramente, ya estén jugando juntos.
-¿Por qué no vas a buscarlos y me los traes?
-Enseguida...
Al poco rato, Harún disfrutaba de la compañía de sus críos.
-Parece mentira que ya tengáis dos años -dijo.
****
En una de las pequeñas y recónditas islas piratas del mar Egeo, en su única taberna llamada "La Calavera Ardiente" un capitán pirata bebía ron apoyado sobre la barra. Se veía un tipo atlético, moreno de piel y melena castaña, llevaba una barba de tres días, perilla y bigote. Sus ojos azul como el agua cristalina de una playa paradisíaca, se escondían tras una mirada dura y oscura.
-Veo que te llegó el mensaje que te envié con mi gaviota -dijo una exuberante mujer pirata, de larga melena castaña, que radiaba sexualidad por los cuatro costados.
-Mirza... -al pirata aunque la estaba esperando, casi se le atraganta la bebida en la garganta, cuando la vio aparecer.
-¡Otra botella de ron! -le pidió al tabernero-. La vamos a necesitar. ¿Verdad Sadiq? -le dijo mientras lo miraba de arriba a abajo y viceversa, y jugueteaba con su dedo por su cuerpo.
-Aquí la tienes. Veo que sigues tan estupenda como siempre -le dijo el posadero.
-La acción me mantiene en forma -le contestó la pirata-. Mejor nos vamos a la mesa de aquel rincón. Tenemos que conversar, y esto está atestado de piratas, que nos venderían al primero que le ofreciesen una bolsa llena de monedas para poder gastar.
Ya en la mesa...
-Hablaré bajito, porque aquí hasta las paredes tienen oídos.
-Dime. Para que me has convocado.
-Sabes... la última vez que estuve con Haydar...
-¡Para eso me traes aquí! ¡Para hablar de ese presuntuoso! ¡Veo que aún bebes los vientos por él! -dijo levantando la voz al tiempo que dejaba la silla y se ponía de pie dispuesto a marcharse, claramente malhumorado.
-SSSSSSSHHHHHH. Baja la voz. Tranquilo. Siéntate. Sabes muy bien, que solo está interesado en esa tal Walesa. No sé qué ha visto en ella... Quería decir que logré emborracharlo -se guardó para sí que después se acostó con él-, y en su embriaguez, me contó sus planes. Me dijo cuál iba a ser su próxima aventura. Según me contó esta vez el premio merece la pena de verdad...
-Y, ¿cómo es que compartes este secreto conmigo? -Sadiq la conocía muy bien y aunque se moría por sus huesos, no se fiaba de ella.
-Verás si trabajamos juntos, tú con tu tripulación y yo con la mía, para que Haydar no sospeche, podemos formar un buen equipo, y arrebatarle ese premio.
-De acuerdo -dijo él, en su mente tenía pensado traicionarla en el último momento, cuando obtuviese la recompensa.
-Bien. Discutamos los detalles arriba, nos espera un lecho mullido -le dijo mientras con una mano tiraba de él y con la otra agarraba la botella para llevársela. Ella también tenía pensado lo mismo, traicionarlo. Le gustaba aprovecharse de los hombres, acostarse con ellos, y cuando no los necesitaba, los desechaba. Solo respetaba a su tripulación, y un poco a Sadiq, porque era su amigo, era bueno en la cama, y sentía lástima por él, porque sabía que le atraía, y aunque eso era mutuo, ella podía pasar de él cuando quisiese, y él, no; y a Haydar, por el que aunque sí sentía algo, también solía utilizar.
-Veo que lo tenías todo pensado -le dijo él, mientras subían las escaleras.
****
Haydar y su tripulación llegaron a su destino...
Tras dejar su barco amarrado en el puerto de las aguas del río Tigris, el capitán por fin se encontraba en Bagdad, una ciudad con sus arrabales, o barrios fuera de ésta, construida como una alcazaba, dentro de un muro exterior de un espesor de cincuenta metros con la forma de un círculo de dos kilómetros de diámetro, algo que se conocía como la Ronda de ciudad, con torres coronadas por almenas redondeadas, el cual estaba protegido por un foso lleno de agua y un terraplén hecho de ladrillos y cal... y otro anillo de piedra interior de cuarenta y cuatro metros de espesor en su base, y doce en su parte superior, con una altura de treinta metros incluyendo las almenas, construido posteriormente.
Alrededor de toda la medina se situaban las viviendas, y los comercios; y en el centro... la mezquita, el cuartel de la guardia, mansiones y residencias de los funcionarios, y la plaza donde estaba situado el palacio. Sus avenidas eran radiales, y estaba llena de parques, jardines, villas, y bellos paseos. En el este de la ciudad vivía la comunidad cristiana formada por la guarnición bizantina que capturó Harún en el 780 dC. en el castillo fronterizo de Samalu.
Al Califa no le gustaba la ciudad, la llamaba "la sauna", debido a su calor sofocante y a las polvaredas procedentes del desierto. Sin embargo, además de la capital del islam, estaba convirtiéndose en uno de los principales centros político, económico, militar, cultural y artístico del mundo.
Cubierto por una gran capucha que apenas dejaba ver parte del rostro, Haydar entró por una de las cuatro puertas de la muralla, situadas a poco más de dos kilómetros una de la otra, conocidas por el mismo nombre de los lugares a los que conducían los caminos que salían de ellas, como Kufa, Basora, Jurasan y Siria, esta última cerca del cuartel de la guardia.
Dobles y hechas de hierro eran tan pesadas que necesitaban de varios hombres para abrirlas y cerrarlas.
Poco después de llegar ya estaba ligando con una bella muchacha con la que había tenido algún que otro encuentro en otra ocasión. A su paso, levantaba envidia sana entre los hombres, y pasiones entre las lugareñas, que prácticamente se le lanzaban al cuello.
Dobles y hechas de hierro eran tan pesadas que necesitaban de varios hombres para abrirlas y cerrarlas.
Poco después de llegar ya estaba ligando con una bella muchacha con la que había tenido algún que otro encuentro en otra ocasión. A su paso, levantaba envidia sana entre los hombres, y pasiones entre las lugareñas, que prácticamente se le lanzaban al cuello.
Walesa siempre había vivido en Bagdad. Allí había nacido y allí hacía su vida. Aunque pertenecía a la clase baja, entre el populacho no existía nadie que no la conociese. Era la chica de Haydar, eso había circulado desde hacía bastante tiempo por toda la medina. Pero su fama venía de mucho antes, desde que tuvo apenas quince años se la conocía como "la bendecida de Alá", por ser la chica más bella de la capital del Islam, y seguramente, de todos sus territorios. Hecho que rápidamente llegó a los oídos del aclamado pirata, que no tardó en ir a conocerla. Además, desde muy niña siempre fue muy familiar, responsable, madura, y trabajadora, ayudando a sus padres en todo lo que podía. Así que a una edad muy temprana ya era conocida por media ciudad. Sus más allegados decían que tenía un gran corazón y un fuerte carácter.
Después de visitar la mezquita y dirigir unas oraciones en la quibla, el muro orientado a la Meca, Walesa soltó el Corán en la mihra, una pequeña estancia situada en ésta dedicada a este menester, y salió del templo para dirigirse al zoco, para comprar en el mercado algunos encargos que le hizo su madre para la comida.
-¿Puedo ayudarte con la tinaja?
Walesa se quedó dos segundos sin poder mover un músculo, aquella persona se encontraba detrás de ella, y el corazón amenazaba con salírsele por la boca con cada latido.
-¿Haydar? -pronunció sin atreverse a darse la vuelta.
-Sí. Soy yo. He vuelto a Bagdad para verte.
-Pero... tenías prohibido pisar la medina -dijo esta vez, tras girarse y mirarlo directamente a los ojos, le temblaba todo el cuerpo.
-Lo sé, pero no podía irme a otra aventura, sin verte antes. No lo aguantaría -dijo a la vez que se le acercó y le acarició un mechón azabache que se le había soltado.
-No estoy tan segura de ello. He oído rumores... -dijo retirándose y mostrándose menos cariñosa.
-¿Y qué dicen las malas lenguas de mí?
-Ya sabía que eras un mujeriego... pero la gente habla de algo más serio... de una tal Mirza... una pirata como tú.
-Ah, es eso.
En ese momento, dos flechas casi estuvieron a punto de alcanzarlo... una rompió la tinaja, vertiendo su contenido, y la otra rasgó la tela del puesto que había justo a su lado.
-¡Es Haydar! ¡Qué no escape! -gritó Turán, el jefe de la guardia real, a los que lo acompañaban.
El pirata agarró contra su pecho a Walesa y le plantó un apasionado beso en la boca.
-Espérame esta noche con la ventana abierta. Te lo explicaré todo. Ahora tengo que irme -en unos segundos, se encontraba a varios metros de allí...
-¡Ten cuidado! -le gritó ella momentos antes que la guardia pasara a su lado.
El capitán se metió en una tintorería y subió las escaleras a la azotea donde había varias personas metiendo y sacando telas dentro de los tintes... la guardia entró también y cuando llegaron arriba estaba saltando de un edificio a otro. Cuando éstos alcanzaron el borde y vieron la distancia que había, se frenaron en seco.
-¡Malditos cobardes! -dijo Turán cuando llegó hasta ellos-. No te dejaré escapar -rumió entre dientes. Con que volvió rápidamente hacia atrás y tomó toda la carrerilla que pudo, y saltó... casi no lo cuenta. Quedó colgado solo sujeto por la punta de los dedos al techo. Cuando consiguió subir, el pirata solo se veía en la lejanía, unos tres tejados más adelante. No se dio por vencido, y siguió la persecución.
Haydar gozaba de una agilidad y reflejos extraordinarios, ponía un pié aquí, una mano allá, y así saltaba de un sitio a otro, con piruetas, volteretas, esquivando, sorteando obstáculos. Todo hasta que pisó una viga de madera en mal estado, que se partió y lo dejó atrapado en el aire, en el techo. El jefe de la guardia real lo vio y continuó con mucha más esperanza -ya eres mío-. Dijo para sí.
Cuando su perseguidor ya casi lo alcanzaba, consiguió escapar de su trampa, justo para enfrentarse a él.
Su enemigo lo atacó enérgicamente. Pudo comprobar que sabía utilizar su cimitarra como nadie. Conocía a aquel tipo, sabía de su fama como guerrero, reconocida en todo el reino, pero nunca antes se había enfrentado a él. Así que no esperaba que fuese tan bueno. Durante la liza, el techo sobre el que pisaban crujía con cada uno de sus movimientos, todas las vigas debían estar tan deterioradas como la otra.
Aunque tenían estilos distintos, el de Turán era disciplinado, movimientos estudiados que se basaban en la precisión y la inteligencia; el de Haydar todo lo contrario, improvisación, sorpresa, y movimientos intentando engañar a su oponente, enmascarando el siguiente ataque, e intentando despistarlo, con piruetas y acrobacias, espectaculares... los dos estaban muy igualados; sólo que el pirata tenía una herida en las costillas de cuando quedó atrapado, que estaba comenzando a sangrar.
El jefe de la guardia se percató y lanzó un rápido ataque sobre ese lado, él tuvo que sacar la otra cimitarra para pararlo con ambas. Luego hizo un baile de espadas, para intentar confundir a su contrario, y cuando menos lo esperó pegó un fuerte salto con el que se elevó prácticamente un metro en el aire, y cayó sobre él con sus dos armas... su oponente lo paró como pudo, pero entonces, el fuerte golpe y el peso de ambos hizo que parte del techo sobre sus pies se derrumbase y ambos cayesen varios metros más abajo en una estancia. Haydar que cayó encima, aprovechó que Turán estaba aturdido por el dolor y el polvo y se fugó corriendo por la calle. Cuando el jefe de la guardia real salió fuera de la vivienda vio algo sorprendente, muy a lo lejos, al final de la calle, el pirata estaba subiendo por una cuerda mágica luminosa que se sostenía erguida en el aire, luego, al llegar arriba de un alto muro, la recogió y escapó, desapareciendo de su vista.
Haydar bajó por ella al otro lado del muro, y la guardó de nuevo. Entonces se dio cuenta que su herida era cosa seria, no paraba de sangrar. Debía tener alguna costilla lastimada.
En la puerta de la vivienda donde habían luchado, desde donde había visto aquel prodigio...
-¡Mierda! ¡No sé cómo lo hace, pero ese condenado pirata siempre se nos escapa! ¡No sé qué habrá hecho para que Alá esté de su lado! -maldijo Turán, encolerizado.
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En una remota y perdida isla secreta, a ojos del resto del mundo, del mar Egeo, propiedad de un malvado brujo llamado Zainab... que odiaba desde hacía mucho a Haydar debido a que éste se hizo con una mágica alfombra voladora que él había ansiado y buscado mucho tiempo antes, y que odió aún más cuando tras conocer a Walesa al secuestrarla, para intercambiarla por aquello que siempre anheló, se enamoró de ella, y supo tras quedarse sin ambas, que ésta también correspondía en su amor al pirata, al verla abrazada a él, besándolo, tras su rescate... éste estaba, junto a su ayudante, y su mascota un loro parlante estudiando un malévolo plan para acabar de una vez por todas con su enemigo...
Continuará...
¡Je, je, je, je! ¡Por fin ya está el primer relato! :-D Hay varios personajes interesantes y seguro que sus historias también lo serán. (Por cierto, bastante ágil es Haydar. Linda persecución tuvo, jue, je, je) Aunque me quedaré con la intriga de saber más sobre el brujo Zainab. Je, je, je.
ResponderEliminarEl comienzo me pareció excelente. Esos escorpiones gigantes estuvieron geniales. Lástima que murieron dos, quería más sangre. Muejejejejejeje.
Lástima que ahora tendré que esperar hasta septiembre... No aguantaré la espera. Carmen va a tener que lucirse si quiere salvarse. Je, je, je, je.
¡Saludos!
Hola. Bienvenido de nuevo Nahuel.
EliminarMuchísimas gracias por seguir comentando mis relatos, aún sabiendo que yo ya no comento los de vosotros.
Me ha apenado un poquito ver que has sido el único que ha comentado. Pues lo que más aprecio de un seguidor es que comente mis escritos, por eso me dolió mucho dejar de hacerlo con vosotros. Quizá eso haya ayudado a que los comentarios, brillen por sus ausencia. Porque sé que ver el relato, si lo han hecho.
Bueno , vamos a lo que vamos... respondiendo a tu comentario, sí, me parecen muy interesante varios personajes, a los que creo que se le pueden sacar mucha historia.
Me gusta mucho esa característica, su agilidad, aunque tiene muchas otras, también, muy buenas.
Muy divertida la persecución, y interesante personaje ese Turán, eh.
Zainab es el principal enemigo de Haydar, aunque como vemos, no el único.
En el comienzo quise dar a conocer al personaje, y que mejor que con una de sus aventuras...
Seguro que Carmen se luce. Le he dejado la parte mas complicada, mostrar el plan de Mirza y Sadiq, el de Zainab, la visita de Haydar a Walesa por la ventana, Cuál es en realidad la próxima aventura de nuestro héroe, La vida en palacio... en fin que lo tiene difícil, pero tiene bastante material para continuar con un buen relato, que estoy seguro, que llevará esta serie por el mejor camino.
¡Saludos!
Tranquilo, seguro que volverán los comentarios. Ya has dejado bien en claro por qué no seguirías leyendo los demás blog. Reaparecerán cuando menos te los esperes. Además mi blog siempre va estar a donde está (a no ser que ocurra un apocalipsis viral en G+ y en Blogger que produzca que todo desaparezca, je, je, je), así se que siempre serás bienvenido. Aparte, tardé un poco en leerlo porque cada vez que comenzaba reclamaban mi presencia en otra parte (gente molesta, je, je). Así que hoy aproveché y lo leí entero.
ResponderEliminarAhora a esperar... (¡Dios! ¡Que falta mucho...! T-T je, je, je) ¡Saludos!
Bueno, como no había dejado comentario antes, pues lo dejo ahora ^^
ResponderEliminarUn capítulo intenso y con acción, como los que a mí me gustan :D Haydar es un donjuan, ¿eh? jejeje Y parece que no me lo dejas fácil para la continuación... mmmm... A ver cómo continuamos y si gusta....
Gran trabajo con este primer capítulo :D ¡Es muy de tu estilo! ^^ ¡Abrazo!
¡Hola compañera de historia! Me alegra que te gustase porque para escribir sobre algo te tiene que gustar, sino difícil que le guste a los demás. Sí, se las trae de calle y sin molestarse siquiera.
EliminarYa sé que no lo tienes fácil para continuar la historia, pero después de ti me tocará a mí, y estaré en la misma situación.
Esperemos que consigamos sacar algo que guste a los lectores.
Un abrazo.
Acabo de comenzar a leer esta serie de cuentos, y el estilo me encanta, si el resto de capítulos siguen la misma línea, dudo que me cueste engancharme. Un saludo!
ResponderEliminarGracias por comentar. Espero que te sigan gustando porque siguen la misma línea. Saludos.
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