JÁRETH
Al día siguiente,
Eléndil volvió a reunirse con el rey para ponerlo al tanto de las decisiones
tomadas por el cónclave. Para suerte del mago, estuvo de acuerdo con ambas.
-Espero que Bermelión sea consecuente con la
situación. Nos sería muy necesaria su ayuda. Si conseguimos el apoyo de los
túnicas grises podríamos arriesgarnos a enviaros a vosotros. Juntos, túnicas
blancas y grises seríais una fuerza muy difícil de derrotar. En cambio, si se
niega a ofrecernos su ayuda, te ordeno que no envíes a los tuyos. Sería una
perdida muy grande, que no estamos preparados para afrontar -le declaró
firmemente el Rey Mónckhar a Eléndil.
-Espero sinceramente que la decisión de
Bermelión sea ayudarnos contra esas criaturas creadas por los túnicas negras
-expresó el hechicero.
-En cuanto a la otra decisión, es difícil. No
podemos arriesgarnos a perder a nadie. Deberá ser solo una persona la que
realice la misión.
-¿Ha pensado ya en alguien majestad?
-El único que tendría alguna posibilidad ante
Ilrathala es ese muchacho, Kevin y su dragón.
No tendría nada que
hacer contra el dragón de ocho cabezas, pero quizá se apiade, si va
acompañado por uno de su especie.
-Debo recordarle a su señoría lo sucedido en
La Era de los Caballeros de Dragón.
-Llevas razón Eléndil, pero no tenemos otra
alternativa.
-Ya, pero temo por ambos. Sobretodo por el
chico -añadió el mago.
-Recuerda que es uno de los chicos protegidos
por la profecía.
-No todas las profecías llegan a cumplirse
-declaró el hechicero.
-Esperemos por el bien de todos que ésta se
cumpla -terminó diciendo el rey.
Poco después de ser llamado, Kevin se presentó ante el Rey
Mónckhar y el mago Eléndil.
El chico había cumplido
la mayoría de edad hacía poco; ahora, con dieciocho años era todo un hombre.
Medía un metro con ochenta y cinco, estaba muy bien formado, y sus músculos
eran firmes y prietos. Además, su melena rubia como espigas de trigo, ahora
caía hasta sus hombros.
-Bienvenido Kevin -dijo el rey, al ver aparecer al muchacho.
-Gracias majestad. ¿A qué debo el honor de ser
convocado por vos? -preguntó.
-Hay una difícil misión que sólo tú y tu
dragón podéis llevar a cabo con alguna posibilidad -Eléndil, el viejo
hechicero, permanecía callado en todo momento observando como el muchacho se
tomaba la noticia-. Ambos debéis ir al cementerio de dragones. Allí, en El
Mausoleo de La Orden de los Caballeros de Dragón se encuentran las armas que
estos utilizaban. Vuestra misión consiste en traernos esas armas, o buena parte
de ellas. La importancia de éstas radica en que son mágicas. Os deseo mucha
suerte, pues esas armas quizás sean nuestra única posibilidad ante los
draconianos.
-Kevin, muchacho, debes saber que en ese
cementerio tiene su cubil Ilrahtala, el dragón de ocho cabezas, por ello, la
misión es tan peligrosa. Te aconsejo, que antes de iniciar tu misión… busques
información sobre todo lo que allí te vas a encontrar, en La Gran Biblioteca de
Longoria. De todos modos, cuídate mucho. Te tengo mucho cariño, y no me
gustaría que te sucediera nada malo -le declaró el mago.
-Gracias a los dos por vuestro apoyo -les
agradeció Kevin.
-Bien, eso es todo. Puedes retirarte.
El muchacho se retiró
decidido y convencido de que podría realizar la misión con éxito. Pero hasta
que no investigara en la biblioteca, no estaría del todo seguro.
Éric, el amigo de Kevin también había
crecido bastante. Con diecisiete años, un año menor que su amigo, medía un
metro con ochenta. Los dos amigos parecían dos gotas de agua. Sin embargo, se
diferenciaban.
Éste además de ser
algo más alto, tenía la piel más bronceada, y el pelo más rubio y largo que su
amigo; aparte, aunque Éric era guapo, Kevin era de rasgos más delicados, mucho
más atractivo, distinguido, y con más clase.
Aquella mañana, se
encontraba dando una vuelta por una de las calles de Longoria, cuando de
pronto, encontró interrumpido su paseo por una muchedumbre de gente que
cortaban totalmente el paso. Se agolpaban alrededor de varios individuos a los
que jaleaban y vitoreaban. Entusiasmado, se acercó para ver que ocurría.
Allí estaban luchando tres tipos
y un minotauro. Lo curioso era, que los primeros no luchaban contra la bestia, sino que uno sólo, vestido con una hermosa armadura, luchaba
contra el minotauro y los otros dos tipos.
-¡Malditos, hicisteis
trampas y ahora lo pagaréis! -exclamó el tipo de la armadura.
-¡Como te atreves, bellaco! ¡Nadie insulta a
nuestro jefe! -gritó uno de los tipos situados delante del minotauro.
Seguidamente, el otro arremetió
contra aquél hombre. Éste no tardó en responder, esquivándolo con un quiebro, e
hiriéndolo con su florete en una de las muñecas. Al instante, de
una de sus mangas cayeron dos cartas, descubriéndolos.
Éric entonces miró
hacia un lado de la calle y vio una taberna.
No tardó en sacar
conclusiones. Comprendió el motivo de la pelea. Todos habían estado jugando a
las cartas, y los dos tipos estaban compinchados con su jefe el minotauro, para
sacarle los cuartos al hombre de la armadura haciendo trampas. Seguramente, éste se dio cuenta a tiempo, y los demás lo negaban; ahí el motivo de
la pelea.
El hombre decidió
quitarse la armadura para tener mayor libertad de movimientos. El gentío al
verlo, proclamó que era una insensatez, que estaba perdido.
Entonces, los dos tipos
se lanzaron esta vez al mismo tiempo contra el hombre, pero resultó inútil,
éste saltó hacia arriba, y ya en el aire dio una voltereta hacia delante y
cayó a la espalda de éstos. Sin perder tiempo, de un mandoble de su florete,
hirió a los dos tipos en la espalda, y éstos se retiraron de inmediato.
-¡Cobardes! ¡No huyáis! -berrreó el minotauro
a sus hombres. Luego, se dirigió a su oponente-. Conmigo no te servirán tus
truquitos de circo -le dijo al hombre.
Pero éste no pareció
inquietarse, y como antes, esperó a que su rival lanzara su ataque. Éste no se
hizo esperar…
El minotauro se lanzó
con la cornamenta hacia delante, el hombre se agachó entonces, y se lanzó por
debajo de las hercúleas patas de la bestia. Cuando estuvo justo detrás, rodeó
con sus brazos el brutal cuello del minotauro y trató de asfixiarlo. La
criatura intentó despojarse de los brazos del hombre pero no tenía aliento. En
un segundo intento, golpeó con su codo tres veces en el estomago del tipo, hasta
que este lo soltó. Entonces, la pelea se volvió del lado del minotauro, porque
ahora fue éste quien abrazó en el aire al hombre, rodeándole pecho y espalda
con sus fornidos brazos. O actuaba enseguida o no tardaría en
perder la conciencia. Primero, golpeó sin resultado con sus puños entrelazados
en el hombro del minotauro, luego consiguió morder una de las orejas de la
bestia… arrancando un berrido del minotauro, y logrando que éste aflojara su
abrazo. El hombre aprovechó ese momento para desenfundar con su boca un puñal
que el minotauro tenia en la espalda; luego, rápidamente lo agarró con sus
manos, y se lo clavó a la bestia entre uno de sus hombros y el cuello, rápidamente la sangre comenzó a brotar a borbotones, y el minotauro cayó al suelo,
herido de muerte.
Tras recuperar su
dinero, el hombre le dijo:
-Acude pronto a algún cirujano, o morirás
desangrado.
-¿Por qué… después de todo, te preocupas por
mi? -le peguntó.
-Mi intención nunca fue matarte. Sólo quería
recuperar lo que era mío -dijo aquel hombre, mientras se volvía a colocar la
armadura. Después, se subió a su caballo, que se encontraba atado junto a la
taberna, y se dispuso a marcharse.
La muchedumbre,
humanos, medianos, gnomos etc, que quedaron impactados por el resultado de la
pelea; enseguida le abrieron paso, y comenzaron a aclamarlo y vitorearlo,
mientras se marchaba al trote.
-¿Quién era ese tipo? ¡Lo que ha hecho ha sido
asombroso! ¡Nunca vi nada igual! -le preguntó Éric a la persona que estaba su
lado.
-No lo sabes. Es uno del Cuerpo de Caballeros
Longorianos -le repondió un viejete, que se sostenía sobre un garrote.
-¡Vaya! Caballeros Longorianos, eh… nunca oí
hablar de ellos -dijo Éric, pensativo.
Desde aquél momento, se prometió que no descansaría hasta
llegar a ser uno de aquellos Caballeros Longorianos. Por ello, fue a ver a Silvan. Estaba seguro que el general
del ejército longoriano sabría muchas cosas sobre su nuevo héroe.
-¿Para qué querías verme? -le preguntó,
cuando ambos estuvieron juntos.
-Quería preguntarte sobre el Cuerpo de
Caballeros Longorianos.
-Vaya. Es toda una sorpresa. ¿Qué quieres
saber de ellos?
-Pues todo. ¿Quiénes son? ¿Qué es lo que
hacen? ¿Dónde puedo encontrarlos…? En resumen, todo lo que me puedas decir de
ellos.
-¿A qué viene ese repentino interés? -le
preguntó el general, intrigado.
-Bueno… he visto a uno de ellos en acción. El
sólo se enfrentó a otros dos tipos y a un minotauro… y los venció a todos. Sin
embargo, les perdonó la vida a los tres ¡No es algo increíble, Silvan!
-Un poco sí. Debió ser Járeth. Sólo él sería
capaz de algo así.
-Por favor, Silvan… quiero saber más sobre él.
-De acuerdo. Es uno de esos Caballeros
Longorianos. Éstos, aunque trabajan para el rey, no pertenecen al ejército, y
rara vez participan en las guerras. Su función es otra muy distinta. El rey los
utiliza para que realicen misiones muy importantes y peligrosas. La mayoría de
las ocasiones, las realizan en solitario; aunque a veces, si la misión lo
requiere, envía a dos o varios de ellos.
-¿Y, cómo puedo convertirme en uno de esos
caballeros? -preguntó Éric, entusiasmado.
-Vaya. Creo que te ha dado muy fuerte.
-Venga Silvan, dímelo -insistió el muchacho.
-Para ello, tendrás que ir a La Academia de
Los Caballeros Longorianos. Se encuentra fuera de la ciudad. A medio camino
entre los reinos de Longoria y Mirania -terminó de explicarle el general.
-Gracias por todo Silvan. Ahora debo dejarte.
-Espero que tengas suerte muchacho, y logres
tu deseo.
-Gracias de nuevo -le dijo Éric, mientras se
marchaba.
Susan, la hermana de Éric se había
convertido en una bella muchacha de dieciséis años. Aún seguía enamorada de
Kevin, aunque durante todo este tiempo nunca le había mostrado sus sentimientos.
Pensaba que él la veía como su mejor amiga; y temía deteriorar esa amistad. No
obstante, no le faltaban pretendientes. Cada vez que iba al mercado, algún
joven se le acercaba, e intentaba cortejarla, sin resultado. Sin embargo, se
hacía de querer.
Sobretodo, porque se
aburría muchísimo.
Les había contado a los
demás, que no pensaba quedarse sin hacer nada. Necesitaba estar ocupada, y
sobretodo, le hacía falta sentirse útil.
Aunque pareciese
ilógico, esto llegó a oídos de la reina. Ésta había tratado en varias ocasiones
a Susan, y la tenía en muy alta estima. Así, que un día la mandó llamar.
-Me he enterado de tu frustración. ¿Es cierto
que te aburres y que necesitas sentirte útil? -le preguntó la reina.
-Sí, Reina Thora. Es cierto.
-Creo que puedo remediarlo, si aceptas lo que
te voy a proponer.
-Viniendo de usted, no creo que pueda
rechazarlo.
-Claro que puedes hacerlo. Solo es una
sugerencia.
-No quería decir eso. No podría rechazarlo
viniendo de usted… porque debe de ser una propuesta estupenda.
-Espero que de verdad lo sea. Susan… te propongo
ser mi dama de compañía.
Se quedó unos
instantes intentando asimilar la propuesta. Le había pillado totalmente
desprevenida. No esperaba algo así.
-Y… ¿Qué hay de Erwlyn? Creo que es una digna
dama de compañía.
-No es eso, Susan. No te pido que la sustituyas. Es insustituible. Lleva muchos años a mi lado, y le tengo un aprecio
muy especial. Lo que te pido es que te unas a ella. Ambas seréis, si lo deseas,
mis damas de compañía. Dos mejor que una. ¿No es cierto?
-Si es así, acepto. No sé si estaría a la
altura, si tuviera que sustituir a Erwlyn. Además, no lo aceptaría, si ella
tuviera que marcharse. En cambio así, ella me enseñaría, y seguro que llegamos
a ser buenas amigas. No te defraudaré,
prometo por mi parte aprender de ella lo necesario para ser una buena dama
de compañía.
-Estoy segura de ello, Susan.
Kevin tiene la arriesgada misión de buscar las armas del Mausoleo de La Orden de los Caballeros de Dragón; Éric quiere pertenecer al Cuerpo de Caballeros Longorianos, algo que intuyo no será sencillo; Susan ahora es dama de compañía de la reina. Los tres ya han crecido y se van forjando su destino. Quisiera saber si extrañan mucho la Tierra, aunque no los culparía si no, je, je, je, je, je. Por cierto, excelente el combate contra el minotauro.
ResponderEliminar¡Saludos!
Como dices van forjandose sus destinos, y aunque aún echan de menos la Tierra, son conscientes y realistas. No saben si algún día lograrán su objetivo o morirán antes, y si lo consiguen pasarán bastantes años. Por eso, intentan vivir el presente.
EliminarGracias.
Abrazos.
¿Cuándo han crecido tanto los enanos? Yo les echaba un año o dos menos... pero el que escribe eres tú. Además, los personajes ya adolescentes son mil veces más interesantes, dónde va a parar.
ResponderEliminarParece que el grupo se dispersa mucho...
Éric es el que más mola, por supuesto, a ver si le encuentras una novia o algo por ahí. Y Susan... no me imagino a una heroína de dama de compañía, aunque veremos que le depara el futuro, como la pobre está muerta del asco, se lo perdono jajaja.
Saludos.
Al principio del capítulo anterior puse, "Dos años después..."
EliminarEs cierto, van creciendo, y eso los hace mucho más interesantes.
Sí, todo comenzó en un grupo. Pero, cada vez se separan más... con ello podemos conocer mejor a los personajes uno a uno. En el grupo, solo resaltan unos pocos o éste. Así, los personajes crecen como tal, mucho más.
Sí Éric es muy divertido. En cuanto a lo que me pides, es difícil, no es de los que se atan. Es una alma libre.
Tal vez, su vida como dama de compañía no sea tan aburrida, como en un principio parece...
En cuanto a la relación entre ella y Kevin, decir que va muy poco a poco.
Saludos.
¡Hola José!
ResponderEliminarVaya, al final sí que tendrán que ir al cementerio de dragones (aunque ya lo imaginaba jeje) Será interesante ver cómo se desenvuelve Kevin contra el dragón de ocho cabezas. Menuda misioncita que le has dejado al pobre... No creo que sea para nada fácil.
Me ha gustado la pelea del caballero de Longoria. Un personaje que no me sorprende que haya dejado impresionado a Éric.Quién les manda hacer trampas... Es que estos minotauros... XD Veremos si le aceptan en la academia. (He de decir, que aunque describes a Kevin cómo el personaje que se lleva todas las flores, Éric me gusta más)
Y Susan de dama de compañía... Bueno, así no se aburre demasiado ;)
¡Abrazooooo! Y nos leemos a la próxima ^^
Sí, la misión es de lo más arriesgada.
EliminarSon al mismo tiempo parecidos y diferentes. Aunque a los dos les gusta las aventuras, Kevin es más maduro y responsable, y Éric es incluso más aventurero, además de travieso, y un culo inquieto, que necesita estar activo y llendo de aquí para ya.
Y Susan, ya verás como su papel va cambiando en esta historia.
Abrazos.
Ésta vez voy a tardarme un poco más en pasarme por tu blog, pero te recompensare leyendo muchas entradas.