LA
En Silvanya en aquellos
días sucedía una desgracia. El rey de los elfos silvanos había caído enfermo.
Llevaba más de una semana en cama en convalecencia, pero en lugar de mejorar,
su estado había empeorado.
A sus doscientos
ochenta y un años, aún no era un anciano, pero aquella enfermedad le había
obligado a guardar reposo… algo que no había logrado del todo, ni incluso una
herida de guerra.
Habían acudido a él, sin resultado alguno, los
elfos más entendidos en medicina. También habían venido a
verlo druidas, clérigos, curanderos y todo tipo de sanadores pero, no sirvió
de nada. Ni la magia de los cuernos de unicornio, ni las plumas y lágrimas del ave fénix, pudieron recuperarlo.
La princesa Mialee, su hija, casi
no se separaba de él. Se encontraba débil, debido a su entrega, y
extremadamente compungida. Isilión intentaba consolarla y ayudarla en lo que
podía.
Su única alegría era su
hijo Joel, un precioso niño elfo, rubio y de ojos marrones, de dos años de edad -comparables a seis meses en un niño humano-; con él, intentaba evadirse. Pero
sólo lo lograba durante unos instantes. Isilion pensaba que esos momentos para
ella eran media vida.
Un día el Rey Almare le
dijo:
-Hija mía he tomado una decisión.
-¿Cuál, padre?
-Esta enfermedad incurable me hace estar cada
vez más débil. Siento que la vida que me ha sido otorgada está próxima a su
fin. De modo, que he decidido pasar mis últimos días en Valyon. En esa isla
están nuestras raíces. Hace mucho tiempo, nuestros antepasados emigraron de
allí para venir aquí, donde nos asentamos, debido a un cambio climático que dejó la isla casi sin recursos. Sin embargo, no todos la abandonaron;
muchos prefirieron quedarse, y tras muchos años lograron recuperarla.
Hija, por favor, deja
que pase los días que me quedan con nuestros primos. Ah, una cosa más… Siempre
he deseado que mis restos fueran enterrados en esa isla, juntos a los de tu
madre, que en paz descanse.
-Padre, no puedo negarme a lo que me pides.
Pero si vamos a Valyon, el viaje quizás te empeore. Puede que no llegues nunca
a esa isla.
-Por lo menos, debo intentarlo, hija mía. Comprendeme...
-Esta bien, lo hablaré con Isilion y el
pueblo. Entre todos decidiremos. Pero no te prometo nada.
-Gracias hija. Si tu madre viviese, estaría
orgullosa de ti.
Mialee no perdió el
tiempo y le contó a Isilón la propuesta de su padre. Rápidamente convocaron al
pueblo y llegaron a un acuerdo. Apoyarían la decisión de su rey; pero éste
viajaría con una poción en la que el ingrediente básico era la sangre de
unicornio, que alargaba brevemente la vida, aliviaba las dolencias y
proporcionaba energías. La poción estaba condimentada con zumos de frutas del
bosque, algunas medicinales y otras para mejorar el sabor. Con todo, solo debía
tomar unas gotas por día, así que no apreciaría mucho el sabor.
Cuando el rey recibió
la noticia. Se puso muy contento por el apoyo de su familia y su pueblo.
El Rey Mónckhar, preocupado por la situación, estudiaba junto a
su hijo Ántrax, qué podían hacer ante la ventaja que ahora tenía el enemigo.
Ya había ordenado a
Silvan reclutar nuevos soldados, Eléndil iría a ver a Bermelión, el líder de
los túnicas grises; y había encomendado a Kevin y su dragón ir al cementerio de
dragones en busca de las armas legendarias de los antiguos Caballeros de
Dragón… no se le ocurría que más podía hacer.
-Sí padre. Ya sé que es una idea descabellada pero, la única forma de averiguar realmente la gravedad de la situación es
enviar a alguien a los reinos del este, para averiguar cuales están bajo el
dominio de esas criaturas. Además, quizás encontremos aliados en alguno de esos
reinos -le aconsejó el príncipe Ántrax.
-Aún no conocemos a esas criaturas. Sólo
sabemos que se les conoce como draconianos, que tienen alas, y que son fruto de
la magia negra y de los huevos arrebatados a los dragones. No sabemos lo
peligrosos que pueden llegar a ser. Sin embargo, estoy de acuerdo contigo.
Debemos enviar a alguien. Propongo que sean Tristan y Gúnnar.
-Es una excelente idea, padre.
Cuando el Rey Mónckhar informó a Tristan y Gúnnar sobre su
misión, el kender Jim en cuanto se enteró, no lo dudó un instante… el enano se
había convertido en su mejor amigo, e iría con él a aquella misión.
Gúnnar aceptó llevarlo
con él ante el rey pero no le prometió nada, pues sólo su majestad decidiría
sobre ello.
El kender convenció al
rey al instante. Sus habilidades serían muy útiles en el ambiente en el que se
moverían -dijo éste.
De modo, que Jim
acompañaría a Tristan y Gúnnar en su misión en los reinos del este.
Ilene y Láslandriel habían estado dos años fuera de Nubian, la
ciudad de las nubes. Ahora llevaban otros dos en ella.
Era la única
ciudad en todo el reino angélico, situado en la isla de Césglan.
Todos los ángeles que
existían vivían en aquella isla; unos a pie de tierra, en distintos pueblos -los de clase baja en el bosque, los de clase media en las montañas-, y los de
clase alta en Nubian.
La ciudad había sido
creada en tiempos inmemoriables por los ángeles más poderosos de aquella época.
Uno de ellos aún vivía. Era el ángel más viejo que existía, con ochocientos
noventa años, casi un milenio. Se llamaba Adonaiel, y además de ser el rey de
todos los ángeles, era el abuelo de Láslandriel.
De modo, que
Láslandriel siempre había pertenecido a la clase alta angélica. Ilene, en
cambio, provenía de la clase media, los ángeles guerreros que vivían en las
montañas. Allí había vivido la mayor parte de su vida hasta que llegó el día
que el ángel se enamoró de ella, entonces pasó a formar parte de la clase
alta, y se fue a vivir a Nubian.
La ciudad gracias a la
poderosa magia que invirtieron sus creadores, se sostenía en el aire sobre un interminable
manto de nubes blancas.
Todo en ella era
hermoso e inmaculado. De líneas suaves, sus blancos edificios de mármol se
alzaban, sin fin, como las vidas de sus habitantes, hacia el cielo azul
traslúcido.
Además de mármol, gran
parte de ellos eran de cristal. Tenían enormes y numerosos ventanales,
que junto al mármol blanco eran un espectáculo para la vista.
Algunos edificios, la minoría,
estaban hechos totalmente o en gran parte de un grueso cristal. Incluso sus
columnas, abundantes sobretodo en mármol blanco, en toda la ciudad.
Gracias a la magia,
también tenían bellas fuentes de agua, y hermosos jardines.
Los dos ángeles habían
disfrutado de aquellos dos años de nuevo en la isla, alejados de los problemas
que afectaban a los humanos. Pero sabían que aquello era transitorio. Sabían
que algún día los volverían a necesitar… y aquel día llegó.
Élandriel, un ángel
mensajero que acostumbraba a visitar Longoria de vez en cuando, era el contacto
entre el mundo de los ángeles y el de los humanos.
A través de él,
Adonaiel supo que en ésta se necesitaba de la ayuda de los ángeles.
Melitene, la nuera del
rey y madre de Láslandriel se opuso a que enviaran de nuevo a
su hijo, pues su marido murió muchos años antes en una misión con los humanos.
Pero el Rey Adonaiel
sabía que este momento llegaría, y había tomado la decisión hacía mucho tiempo.
De modo, que
Láslandriel e Ilene volvieron días después al principal reino humano, Longoria.
Allí, les esperaba el
rey de los humanos, Mónckhar.
-Bienvenidos. Mandé un mensaje a vuestro rey a
través de vuestro mensajero. Pero, veo que no ha aceptado del todo mi petición.
-No sé a qué se refiere. Pero nos informaron
que los humanos necesitaban nuestra ayuda.
Fuimos de nuevo
elegidos… y por eso estamos aquí -declaró Láslandriel.
-Veo que no estás al tanto de todo…
… Le pedí a tu rey que nos ayudaran, sí; pero
no de este modo.
Nuestros nuevos
enemigos pueden volar como vosotros, y son muy numerosos.
Esta vez no podemos
recurrir a la ayuda de los dragones con las dragonstones, porqué se encuentra
en sus dominios… tampoco podemos pedir ayuda a los altos elfos y sus pegasos,
porque quedaron muy diezmados tras las dos últimas batallas… así, que pensé que
aunque era una atrevimiento por mi parte, pedir la ayuda de los ángeles… lo
hice, porque no nos quedaba otra. Pero sólo os han enviado a vosotros, aunque
he de decir que es un consuelo -le informó, el Rey Monckhar.
-No sabía nada. Pero sé como piensan los míos.
Sobretodo mi abuelo, mi rey. Nunca enviaría sus tropas a no ser que se tratara
de un conflicto que sobrepasara con mucho a este. Que afectara incluso a los
ángeles.
-Por suerte, os han enviado a ustedes. Y como
suponía que sucedería algo así, tenía un segundo plan pensado.
Como sabéis nuestros
amigos los avens, conocidos también como hombres-pájaro también pueden volar, y
son buenos guerreros. Por desgracia para nosotros, no son tan numerosos; y ni
por el asomo, tan poderosos como vosotros. Pero estoy seguro, que
sí se lo pedimos, ellos sí nos ofrecerán su ayuda. Vuestra misión será ir a
Aven, y pedirsela. Si aceptan, dirigíos con ellos inmediatamente a
Draconia, allí atacaremos a los draconianos, en su territorio. Para entonces,
espero que nuestras tropas ya estén allí. Si no es así, intentad resistir. No
tardaremos en llegar.
-Aunque sólo seamos dos, no os defraudaremos
-dijo Láslandriel.
-Dejaremos el honor de los nuestros a la
altura -dijo Ilene.
-Estoy seguro de ello. En misiones anteriores
habéis sido muy valiosos. Y por ello, os estoy agradecido -terminó diciendo el
Rey Mónckhar.
La pareja de ángeles se
retiraron.
El Almare cae preso de una enfermedad que amenaza con su vida y se dirige hacia Valyon donde será enterrado junto a su esposa. Tristan, Gúnnar y Jim tienen una misión bastante difícil... tendrán una gran odisea, eso espero. Je, je, je, je.
ResponderEliminarEs muy bella la ciudad de Nubian. Cómo no lo sería si es el hogar de los ángeles, je, je, je. Ojalá que los ángeles se unan al combate. Ahora que lo pienso, con todas las pérdidas que tuvieron antes, si entablan combate una vez más... ¡se van a quedar sin fuerzas todo el mundo! Y para peor el enemigo tienen a unas criaturas extremadamente peligrosas... Ya quiero ver a esos draconianos combatir. Je, je, je, je, je, je. Muy buen capítulo. ¡Saludos!
Almare el pobre necesita poder morir en su tierra.
EliminarTristan, Gúnnar y Jim tienen una misión bastante complicada. Veremos como les va.
Sí, Nubian es preciosa, mucho más que en la imagen que he elegido.
En esta batalla no se unirán. Quizás más adelante.
Que razón llevas, por eso buscan nuevos aliados.
Sí. Los draconianos son muy peligrosos.
Gracias.
¡Abrazos!
No sabía que Láslandriel e Ilene eran pareja... que tiernos, que bonito ^^
ResponderEliminarY me ha encantado la ciudad de los ángeles :) Aunque eso de que esté dividido por clases... aunque seguramente sea en parte porque estoy viendo una miniserie de Titanic.
Saludos :)
No lo sabías. Pero como no te diste cuenta. No sé si lo mencioné alguna vez, pero creo que sí.
ResponderEliminarNubian es una maravilla digna de ver.
Las clases es para que hayan ángeles en todos las partes de la isla.
¡Besos!
Pobrete el rey... Espero que llegue a la isla para poder morir como desea. La verdad es que se me hace raro que haya pasado tanto tiempo. Mialee ya ha sido madre, y además el niño ya tiene dos años, aunque aparente 6 meses...
ResponderEliminarLa ciudad en las nubes me ha encantado. Debe ser preciosa :) Bueno, en realidad toda la isla, porque ver a ángeles viviendo en un bosque también debe ser una pasada.
A ver si por fin empiezan a reclutar aliados, porque como les de por atacar a los draconianos... Ufff mejor ni pensarlo.
Un besote, José. Y hasta la próxima ^^
Esperemos que Almare pueda descansar tranquilo.
EliminarEs normal que se te haga raro.
Sí Cesglan entera debe ser preciosa. Que lastima que lugares así solo los podamos ver en nuestra imaginación.
Deben darse prisa. El enemigo es muy peligroso.
Otro para ti. Hasta la próxima.